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Nolan, constructor de grandes relatos

Christopher Nolan - José Abad - Cátedra 264 páginas

El hombre que resucitó a Batman. Que hizo un viaje Interstellar. Que recreó la derrota de Dunkerque. Que puso la pantalla al revés con Origen. Hablamos de Christopher Nolan. Un cineasta esencial del cine actual al que José Abad dedica un estudio que abre muchas vías de entendimiento. ¿Cómo definirlo en pocas palabras? "Es un narrador con ganas de contar historias, deseoso de que estas historias cuenten cosas, lo cual le ha granjeado fama de petulante y pretencioso entre la crítica y el público".

Reconoce el autor que "Nolan participa del cine de atracciones actual en el sentido de que el despliegue de la maquinaria hollywoodiense, la técnica y la tecnología cumplen un papel fundamental a la hora de crear sensaciones o despertar emociones, pero al contrario de esos practicantes del producto 'palomitero', artífices de bacanales millonarias que no buscan otra cosa que buenos dividendos en taquilla -ahí están los socorridos casos de Michael Bay, Roland Emmerich o Tony Scott-, él confía plenamente en las posibilidades discursivas y expresivas, éticas y estéticas del relato cinematográfico. Las de Nolan quizá recuerden las propuestas severas de Stanley Kubrick, pues sí, pero su concepción espectacular del medio apunta más bien hacia los ejemplos de David Lean y Akira Kurosawa. No digo que su trabajo esté a la altura del de estos dos maestros -tampoco lo niego-, sino que trabaja desde premisas similares. Hablamos de un constructor de grandes relatos dirigidos al gran público, no a élites o minorías; unos relatos lo bastante porosos como para embeberse de una reflexión de largo alcance. El rigor, la inteligencia o la coherencia con que ha ido construyendo su filmografía están fuera de discusión; también las ambiciones depositadas en cada nuevo trabajo. Las preguntas que se hace y que nos hace me parecen dignas de atención; también la mirada oblicua que dirige al presente. Un aspecto, el de la dimensión social del cine, que para mí supone un desafío constante".

Vivimos tiempos en los que abundan los productos de usar y tirar . "Tiempos líquidos" donde el cine de Nolan quiere durar, perdurar; es sólido según lo que en el pasado se entendía por solidez. Nolan combate los síntomas más evidentes de la disolución desde unos postulados estéticos y éticos que se irán definiendo y robusteciendo a medida que se haga fuerte dentro del cine mainstream". Nolan nos recuerda que la ficción "no es la realidad, sino una interesada reconstrucción de esta; ahora bien, la realidad, para darse a entender, recurre a menudo a la ficción". Nolan reconoce "los problemas de comunicación e indaga en ellos, pero no sucumbe a ellos. Está convencido no ya de la existencia de un entendimiento entre él y el espectador, sino de que la ficción se cimienta precisamente en esta voluntad de entendimiento. De ahí su gusto por una planificación límpida o su rechazo a violentar la puesta en escena con retorcimientos en los emplazamientos de la cámara. El mundo narrativo de Nolan es en última instancia inestable, no caótico. Y satisface cumplidamente uno de los objetivos primordiales de la ficción: evitar que el hombre sea indiferente al hombre".

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