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Un cuento de Navidad

Henry James profundiza en la maldad y en la neurosis mórbida en una de sus narraciones más conocidas, traducida nuevamente al castellano como La vuelta del torno

La vuelta del torno | HENRY JAMES | Libros del Asteroide 2015, 184 páginas / 15,95 euros

Henry James siempre fue consciente de que sus libros no estaban hechos para atraer a numerosos lectores. Pero hubo momentos en su carrera en que buscó la popularidad. Uno de ellos fue con The turn of the screw, que ahora en fechas señaladas ve la luz con una nueva traducción de Alejandra Devoto, Jackie de Martino y Carlos Manzano bajo el título La vuelta del torno, que Libros del Asteroide anuncia como un texto vertido al español a la altura del original. En cualquier caso se trata de una traducción con la que no me hubiera importado descubrir en su día la estupenda historia de fantasmas que James conoció gracias al arzobispo de Canterbury y que recreó de manera aterradora hasta el punto de asustarse a sí mismo con lo que estaba contando por entregas a los lectores de la revista americana "Collier's Weekly". The turn of the screw se publicó de manera seriada entre enero y abril de 1898, y a finales de ese mismo año se editaría en forma de libro. James confesó a uno de sus amigos más cercanos que cuando acabó de escribir la novelita de la joven institutriz y los niños de la mansión de la campiña inglesa él mismo tenía miedo de irse a la cama.

James quedó fascinado por lo que oía de boca del prelado. Un hombre envía a unos amigos un manuscrito con el objeto de divertirlos y, a la vez, horrorizarlos. Se trata de la historia, contada en primera persona por la educadora, de un niño y una niña que, tras la muerte de sus padres, quedan desprotegidos al cargo de sus servidores. Según avanza, una sobreexcitación se apodera del relato, de manera que ni el lector más despreocupado puede dejar de conmoverse por el cuidado de las palabras, el misterio que atrapa en cada párrafo hasta lograr un clima de inquietud perdurable hoy en la literatura. H.G. Wells definió la obra como una olla hirviendo que jamás deja de bullir. La verdad es que The turn of the screw nunca ha perdido la ocasión de influir en la narrativa, se dice que Joseph Conrad empezó a escribir El corazón de las tinieblas, profundamente alterado, después de haberla leído. Britten se inspiró en ella para la primera de sus óperas, y el cine no dejaría de posar su mirada en el feliz juego gótico ideado por Henry James. Como suele ocurrir, no siempre con suerte. Girando alrededor de "la tuerca" hay películas como Los Otros (2001), dirigida por Amenabar y protagonizada por Nicole Kidman; Los últimos juegos prohibidos (1971), del calamitoso Michael Winner, una especie de precuela oscura, con Marlon Brando interpretando el papel de Peter Quint, y primero que ellas una buena adaptación de Jack Clayton y guión de Truman Capote, The Innocents (1961), con la magnífica Deborah Kerr interpretando a la institutriz.

La de James es una de esas historias para leer frente a la hoguera, o al calor de la chimenea. Necesita algo de frío fuera, como el que despiden en invierno esos paisajes sórdidos del Támesis, entre Londres y Gravesend, que tanto sobrecogían al escritor, y fuego dentro. Está llena de trampas como cualquier gran relato de misterio. Abunda el tratado psicológico en sus personajes, por eso en vez de escribirla Sheridan Le Fanu, o alguien por estilo, lo hizo James, un especialista de la introspección humana. Tiene su lectura freudiana en que los niños, Miles y Flora, no ven a los fantasmas pero, en cambio, sí los percibe el lector. El autor de The turn of the screw invoca la presencia del mal en Quint, y las sombras espectrales en la mente de la narradora, la institutriz atormentada y algo histérica, fruto de la neurosis profunda y mórbida que describió el exigente Edmund Wilson al criticar los flancos más débiles de un relato, que me gustaría animar a que descubriesen los que no lo conocen. Tenemos unas fechas ideales por delante para zambullirnos en los cuentos de Navidad y La vuelta del torno lo es de forma extraordinariamente fantasmagórica. No se arrepentirán de ello.

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