Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Paseo por Galicia en La Habana

Arquitectónico, histórico y cultural, el legado gallego en la capital de Cuba, que celebra el quinto centenario de su fundación, refleja casi dos siglos y medio de diáspora

Fachada del restaurante bar "La Imprenta" construido sobre la imprenta "La Habanera".

Al cementerio Cristóbal Colón de La Habana no falta quien, irónicamente, lo conozca como "la tercera ciudad de Galicia", pero no por su población de vivos, sino de muertos: allí yacen los restos mortales de casi doscientos mil gallegos. Incluso su camposanto, de 56 hectáreas, catalogado como Monumento Nacional, fue diseñado por un gallego, el arquitecto Calixto Loira, en 1870. Y es que La Habana es, con Buenos Aires, la ciudad más gallega del mundo en el exterior geográfico de Galicia, y la culpa, claro, la tuvo la emigración, pues la isla caribeña, y en esto sí que se adelantó a Argentina, recibió emigrantes (y exiliados) gallegos desde hace dos siglos y medio.

La Habana que este año celebra su 500 aniversario fue fundada, en su actual emplazamiento, por el explorador español Diego Velázquez de Cuellar el 16 de noviembre de 1519. Se cuenta que su nombre está inspirado en el cacique Habaguanex, uno de los jefes nativos que habitaba la región. En su historia caben desde su conquista por los británicos (1672) hasta la recuperación por los españoles (1763) pasando por la guerra independentista de Maceo y Martí, los casinos de la Cosa Nostra o la entrada triunfal de los revolucionarios de Fidel Castro bajados de Sierra Maestra (1959). Y luego está, claro, el "asunto" de los gallegos, de su paso, de su pervivencia, de su legado... al punto de que, en el caso histórico de la ciudad, en La Habana Vieja, es prácticamente imposible caminar diez pasos sin dar con algún edificio o rincón que no tenga nada que ver con Galicia. Veamos algunos ejemplos:

El edificio del Diario de la Marina, actual sede del Tribunal Provincial Popular de La Habana, es de los que se puede decir aquello de que que, si sus paredes hablasen, podrían contar miles de historias...o más bien de noticias. El periódico "Diario de la Marina" fue fundado en 1844 por un vigués de Bouzas, Isidoro Araújo de Lira, quien fue su primer director, un peculiar personaje que falleció al perder un duelo a pistola con un colega de profesión, enfrentados ambos pos sus dispares opiniones acerca de la realidad cubana.

El Diario estuvo considerado como uno de los rotativos más influyentes de la isla entre 1902 y 1959, sobre todo por la calidad y la altura intelectual de las firmas de su suplemento cultural. Su apoyo a la dictadura de Fulgencio Batista,no obstante, sentenció su desaparición en 1960, aunque hasta 1961 continuó su publicación como semanario editado en Miami.

Tan popular en La Habana, o más, que Araújo, fue el ourensano José López Rodríguez, conocido por "Pote", quien inauguró en la calle Obispo un local llamado "La Moderna Poesía", ofertando servicios de librería e imprenta. En 1910 el éxito del negocio creció súbitamente al instalar el único taller de la isla donde se realizaban grabados en acero, comenzando a fabricar sellos postales y los billetes de la lotería nacional. Producto de la prosperidad del negocio "La Moderna Poesía" se convirtió en la principal librería de toda Cuba, llegando a tener incluso algunas filiales en otras ciudades del país. En 1935 se sustituyó la vieja sede por el edificio actual, ordenada su construcción por el hijo de López Rodríguez. En 1959 la edificación pasó a ser propiedad del Estado y utilizada por entidades relacionadas con la comercialización del libro. En 1983 fue remodelado, y se le añadieron algunas oficinas, ocupando entonces su planta alta la Editorial Ediciones Cubanas. Diez años después se incorporó al fondo de Medios Básicos del Centro Provincial del Libro y la Literatura de Ciudad de La Habana, y en 1995 se entregó a la Oficina del Historiador de la Ciudad, que inició sus obras de rehabilitación, como parte del proceso de reanimación de la céntrica calle Obispo, en la cual se mantuvieron sus valores originales y la función para la que se concibió. Las obras se culminaron en el año 1998 y, años después, fue cerrada nuevamente hasta la fecha.

Otra imprenta con la que tuvieron que ver muchos gallegos fue La Habanera, cuyas antiguas instalaciones acogen hoy un local situado en lo más céntrico de La Habana Vieja, en la calle Mercaderes 208; se trata del restaurante-bar La Imprenta, diseñado por un equipo de arquitectos, ingenieros, ebanistas, pintores y herreros, todos de la Oficina del Historiador de la ciudad. Evocando el origen del lugar, donde estuvo situada la imprenta La Habanera desde finales del siglo XIX hasta la década de los 50 del siglo XX, el principal objetivo fue convertir la instalación en un bar-restaurante tematizado con una imprenta.

Y es que la cultura en general, y la literatura y el periodismo en particular, fue un ámbito muy participado por la emigración gallega en La Habana. Así, otro vigués, Alejandro Chao, hermano de Eduardo, fundó y dirigió la referencial revista "La Ilustración Gallega y Asturiana", así como una importante casa editorial llamada "La Propaganda Literaria", que ha pasado a la historia como la que publicó la primera edición del poemario " Follas novas" de Rosalía de Castro en 1880.

La Plaza de San Francisco, donde muchos gallegos asentaron sus negocios, el hotel La Isla de Cuba, las fábricas de cerveza La Tropical y La Polar o los teatros Payret y Fausto, son algunos otros de los muchos lugares en los que los gallegos dejaron su huella en la capital cubana. Así, en la calle Muralla número 463 aún se pueden ver los restos de lo que fue uno de los puntos de encuentro de los gallegos en los primeros años del siglo XX. Se trata de la fonda La Antigua Paloma, propiedad de Alfredo Fernández, conocido como "Nan de Allariz", poeta, músico y escritor que llegó a La Habana en 1904.

Aunque si hubo un intelectual gallego vinculado a la capital cubana ese fue Curros Enríquez, quien llega en 1894 a La Habana, donde dirige un periódico, "La Tierra Gallega", y cuando se suspende su publicación ingresa en la redacción de "El diario de las Familias" y después en la del citado "Diario de la Marina". Cuenta Natasha Vázquez, en el documental "Un paseo gallego por La Habana", que Curros vivió hasta su muerte, en el año 1908, en el mismo edificio del que sería el bar más fashion de La Habana décadas después, en los años cuarenta y cincuenta: el "Sloppy Joe`s".

Pero si hay una institución emblemática de la galleguidad en y de La Habana, esa es el Centro Gallego (hoy Gran Teatro Alicia Alonso), edificio cuyos orígenes se remontan a 1838 como Teatro Tacón que, con 90 palcos, más de 20 filas y capacidad para recibir a unos dos mil espectadores, se convirtió en el escenario por excelencia de la aristocracia criolla. El lugar fue adquirido, junto con los terrenos aledaños, por los socios del Centro Gallego para edificar su Palacio Social en 1906. Construido en estilo neobarroco, tomó como modelo las construcciones del barroco europeo, por lo que abundan las tallas y esculturas en piedra. El edificio actual fue inaugurado en 1914.

Las instalaciones del Centro Gallego de La Habana acogieron numerosísimos actos de la diáspora gallega en Cuba pero, entre ellos, hay que destacar dos: en 1904 se izó por primera vez la bandera gallega en La Habana y en 1907 (20 de diciembre), se estrenó, cantado, el himno gallego,con letra de Eduardo Pondal.

Compartir el artículo

stats