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Unas artes marciales, pero europeas

Una escuela viguesa divulga y enseña a sus alumnos las maneras de luchar que hubo en diferentes períodos históricos de la cultura occidental

Miembros del club Faltada, preparados para una representación artística. / Falcata

La imagen más extendida de las artes marciales se limita al kimono y los cinturones de colores, propios, entre otros, del judo, el kárate o el taekwondo. Pero no es más que una idea incorrecta. Al menos, en parte. Se trata de una definición en la que equivocadamente también incide el Diccionario de la Real Academia Española (RAE), que describe a las artes marciales como un "conjunto de antiguas técnicas de lucha del Extremo Oriente que hoy se practican como deporte".

"La pregunta que le formulamos a la RAE es: ¿qué hacía un espartano? Jugar a las canicas desde luego que no", reivindican desde el club Falcata de Vigo, centro especializado en la práctica, enseñanza y divulgación de las artes marciales históricas europeas (HEMA). Es decir, cómo combatían en las épocas griega y romana, en la Edad Media, en el Renacimiento, en el Siglo de Oro español y en tiempos napoleónicos. En la península ibérica, muchas se mantienen representadas en la lucha grecorromana, la lucha canaria, el palo canario, la lucha leonesa o el xogo do pau galaico-portugués.

"Ahora mismo ya hay documentación que puede demostrar perfectamente que tanto el contenido técnico como artístico de las artes marciales europeas eran iguales y en algunos aspectos superiores a las orientales", argumenta el presidente de Falcata, Ricardo Soto, que actualmente trabaja en la edición del primer libro escrito en España sobre las HEMA desde el punto de vista teórico, práctico y didáctico.

Sin ir más lejos, un tratado escrito por Flavio Vegecio en el siglo IV explica detalladamente cómo se preparaban los legionarios. "De los 18 principios de entrenamiento deportivo que utiliza en la actualidad un graduado en Educación Física, los romanos ya usaban 14, al menos que se sepa ciertamente", cuenta Soto, doctor en Educación Física y Deportes, además de instructor de esgrima y profesor de espadas, broquel, armas de asta, quarterstaff, palos, daga medieval y rigen.

Enseñar artes marciales y manejar armas es una costumbre milenaria en Europa. De hecho, los gladiadores romanos tenían sus propios adiestradores. Se hacían llamar Doctores.

En todo este tiempo, la biomecánica del ser humano no ha cambiado. Seguimos teniendo dos brazos y dos piernas. El manejo de la espada de un legionario es básicamente igual al de un soldado de los Tercios de Flandes o al de un caballero del Siglo de Oro. Entonces, cualquier persona interesada en maniobrar con destreza una empuñadura viajaba a España para citarse con maestros del prestigio de Luis Pacheco de Narváez, para Soto "el Bruce Lee de la esgrima", conocido además por su supuesta enemistad con su contemporáneo el escritor Francisco de Quevedo.

Al fin y al cabo, las artes marciales europeas se diferencian por el implemento, pero conservan lugares comunes referentes al trabajo de la distancia de guardia o "sentir el hierro", que hace referencia a la presión del arma del adversario. "El 95 % de las artes marciales europeas son con arma, mientras que la mayoría de las orientales son de mano vacía. Pero, al final, lo que se hace es juntar los brazos o las espadas y sentir la fuerza del otro", añade Soto sobre los caminos que unen Asia y Europa, separados violentamente a partir de la fabricación de la pólvora, inventada en China en el siglo IX para otros fines e introducida en el viejo continene alrededor del año 1200.

Más adelante, el auge y la perfección del inflamable para la guerra y el desarrollo de las armas de fuego, que en Oriente fue muy pobre, cortó la progresión de las artes marciales europeas. "Para qué iban a gastar tiempo en enseñar cómo manejar una espada si iban a andar a tiros", resume Soto.

Mientras unas evolucionaron hacia sistemas deportivos, las otras cayeron en el olvido. "Por eso hemos dejado de hablar de las europeas, no pasaron del carácter militar. Solo quedó la esgrima, que empezó en Francia en el siglo XIX y llegó hasta nuestros días como esgrima olímpica. Pero claro, hoy en día se ha perdido un gran bagaje técnico; ahora es simplemente un juego eléctrico que consiste en ver quién toca primero", prosigue.

La misión es recuperar los tratados y las técnicas y dotarlas de la parte deportiva que nunca tuvieron. Esta vez, no es cuestión de ganar, sino de ser visibles. Para ello, Falcata tiene dos secciones: una de combate, que se practica con protecciones modernas y las puntas de las armas redondeadas; y otra recreativa, en la que las batallas son coreografriadas y los participantes van atuendados con vestimenta idéntica a la de la época. "A las personas que se interesan por las artes marciales europeas les gustan el deporte y la historia", comenta Soto.

Falcata, que representará a Galicia en la I Copa Internacional de Esgrima Artística del 1 al 4 de agosto en Torrelavega, colabora con la fiesta de la Arribada de Baiona y la Reconquista de Vigo. También ha participado en el rodaje de algunas series de televisión, como la producción gallega para Televisión Española El final del camino, ambientada en los siglos XI y XII y que recrea la construcción de la catedral de Santiago de Compostela. Incluso, actores y actrices requieren de sus servicios para aprender algunos movimientos exigidos por el guion."No es lo mismo la esgrima italiana que la española o la francesa; eran muy diferentes", explica Soto y completa: "En una película queda fatal un italiano haciendo técnicas españolas. La mayoría del público no lo va a notar, pero el que sepa, sí".

Las HEMA, en el cine

Para cualquier espectador, el primer contacto con las artes marciales históricas europeas suele producirse con el cine. A veces, de forma involuntaria. No obstante, mientras algunas películas cuentan con buenos asesores y están bien coreografiadas, otras son espectacularmente fantasiosas y poco o nada tienen que ver con la realidad.

Para Ricardo Soto, La princesa prometida (1987) es el máximo exponente del buen hacer. En la película dirigida por Rob Reiner, considerada de culto y con la que crecieron miles de niños en todo el mundo, un joven apuesto llamado Westley se enfrenta a varios oponentes para recuperar el amor de su amada, la bella Buttercup.

Bajo el prisma de comedia romántica de aventuras, es, además, una película educativa en las HEMA. En ella, los combatientes van nombrando cada uno de los movimientos mientras pelean. "Y en casos excepcionales citan el autor del tratado de la técnica que están llevando a cabo", dice Soto.

El reino de los cielos (2005), de Ridley Scott, también de género medieval y de guerra, sigue esa misma corriente filosófica. Aquí, el personaje interpretado por Liam Neeson enseña esgrima tradicional italiana y, de la misma forma que en el ejemplo anterior, nombra cada uno de los movimientos tal y como se llaman.

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