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No dejaré de buscarte: la historia del perro Quin

Esther y su perro Quin, una historia con final feliz. | FdV

Qué historia la de Quin! Parece cierta esa frase de Gandhi: "Una nación y su progreso moral podría ser juzgada según la forma en que trata a sus animales". Bien, aunque no por ello haya que aceptar esas tesis de los animalistas que equiparan a los humanos con los demás animales. "Como si las películas de Disney fueran documentales de la 2", me decía un amigo. El animalismo seguro que exagera llamándonos especistas o antropocéntricos a quienes no estamos de acuerdo con que el animal humano y el resto tengan el mismo estatus moral pero, al mismo tiempo, no cabe duda de que quienes sienten amor por sus animales de compañía y los protegen de la crueldad del hombre no solo muestran la nobleza de su corazón sino que mejoran las condiciones en que viven y los derechos que les pertenecen, hasta hace poco negados. Ese es el caso de los dueños de Quin, un perro cuya búsqueda dio la vuelta a las redes sociales y se ha convertido en un cuento infantil ya publicado, " No dejare de buscarte: la historia de Quin" (editorial Círculo Rojo). Todo un relato emocional, una aventura de la que se sirvió la profesora Alicia Tojeiro para educar en valores a sus alumnos de Oleiros.

Quin es un perro Border Collie al que una familia adoptó en marzo de 2018. Fue víctima de maltrato extremo por sus anteriores dueños y muy arduo el proceso de adaptación para que no sintiera terror a los humanos, no se orinara de miedo cuando alguno se acercaba. En una visita de su nueva familia a San Lorenzo de Oliveira -Ponteareas-, huyó de la finca, aterrorizado por las detonaciones de los fuegos de una fiesta de verano. Era el 20 de agosto. Durante 42 largos días le rastrearon y la "mater nutricia" de la familia, Esther, demostró un empeño heroico. La desesperación por ver frustrada la recuperación de ese animal inocente, a quien se había propuesto dar una oportunidad, la llevó a protagonizar una de las demostraciones de perseverancia y lucha sin descanso más grandes que nadie, de quienes fueron testigos, jamás habían visto. Sirviéndose de las redes sociales difundió minuciosamente todos los pormenores. Fue tal la repercusión que sus 200 amigos de Facebook pasaron a 4.000. En una especie de show de Truman, que sin proponérselo creó, contaba el dolor, sus desvelos y los resultados de las búsquedas, muchas veces protagonizadas por desconocidos conmovidos por el caso.

Una y otra vez terminaban en pistas falsas pero Esther no dejó de contestar ni uno de los miles de mensajes de aliento y avisos que recibió durante esos 42 días. Cinco o seis veces por semana viajaba a la zona donde Quin se había perdido, a 175 kms. de su domicio en Oleiros y, aunque volvía de vacío una y otra vez, nunca desfalleció. Toda la angustia y la frustración de Esther era vivida como propia por todos quienes la seguían y dieron apoyo a su empeño y sirvió para que la historia tuviese un final feliz. Un milagroso día -en Ponteareas-, le encontraron. Los últimos tres días de la búsqueda fueron, sencillamente, dignos de novela.

Hoy esa historia tiene foma de libro, "No dejaré de buscarte: la historia de Quin", firmada por Alicia Tojeiro, Esther Rey y Antonio Fernández, y Alicia, la maestra, se sirve de esa experiencia para educar en valores a sus alumnos. Hay otras muchas historias que demuestran que la solidaridad entre animales y humanos nos hace mejores. Por ejemplo la de Luke, que se perdió hace más de un año en Castro Laboreiro (Portugal) siguiendo inocentemente a unos peregrinos. Se le vio por Cortegada y la familia portuguesa le sigue buscando, apoyada en las redes. "Se busca a Luke", gritan las redes. Aún no se le ha encontrado.

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