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El sospechoso pretexto de un imperativo legal

El sospechoso pretexto de un imperativo legal

Quienes llevamos tiempo sobre la piel del mundo no tendríamos que sorprendernos de casi nada por haberlo vivido casi todo. Pero los últimos acontecimientos políticos en España han hecho rejuvenecer a este veterano plumilla por vivir ahora lo que pudiéramos catalogar, con alguna licencia, como un factor sorpresa en la sesión constitutiva del Parlamento español. Me refiero sobre todo a la gran creatividad de muchos aspirantes al tomar posesión con la fórmula de presunto acatamiento a la ley que, desde el punto de vista de la gramática y de la lógica más elemental, no digamos de la razón y del derecho, invalida con frecuencia el que ha de ser su verdadero sentido y, por lo mismo, resulta inadmisible como una disposición personal asertiva de voluntario acatamiento a la ley.

Hagamos un breve recorrido por ciertas respuestas aceptadas como válidas por la inaugural presidenta, pero que, a mi modo de ver, son rechazables de raíz y pleno derecho por su clara intencionalidad transgresora. Algunas de ellas formuladas en catalán o en euskera, inaudibles además por el tumulto. Y que la presidenta del Congreso, Meritxel Batet, dio por válidas sin más averiguaciones.

El corrosivo Rufián utilizó una fórmula mitinesca y sin cabo suelto: "Por la libertad de los presos y exiliados políticos, por la República Catalana y por imperativo legal?". Oriol Junqueras se expresó de forma parecida y en catalán: "Desde el compromiso republicano, como preso político?". Raúl Romeva en el Senado utilizó similares términos con la esperanzadora apostilla de "Hasta la proclamación de la República catalana"?

Herri Batasuna, más tradicional, uso el viejo latiguillo de "por imperativo legal". Otros, "por la democracia, los derechos sociales y el compromiso republicano", "por la lealtad al pueblo de Cataluña", "por la libertad de los presos políticos". Algunos de los interpelados catalanes, en medio de un enorme barullo, hicieron un verdadero discurso del todo ininteligible que la complaciente presidenta parecía dar por bueno sin esperar más y dijeran lo que dijesen. Algo tan sencillo como decir sí a la Constitución se convertía en un discurso que suponía una flagrante contradicción. La fórmula mágica que al fin todo lo disculpa es ésta: "Por imperativo legal"

Algo así como si en román paladino se dijese: Yo hago como si aceptara la que usted me dice, pero que quede claro que es sólo porque la ley lo exige aunque creo exactamente lo contrario. En realidad, se trata de disfrazar, limitar, condicionar, eludir y en definitiva engañar. Una contradicción en sus propios términos que a veces no resistiría un simple análisis gramatical.

No faltaron dictámenes apresurados de importantes teóricos de la política y el derecho dando por aceptables semejantes conceptos que a muchos nos parecen flagrantes contrasentidos con lo que ha de ser una simple aceptación de la norma. Acatamiento necesario que, también por mandato de la ley, ha de ser incondicional y pleno. Vinculante necesario además para dar patente de pertenecía nada menos que al sancta sanctorum del poder legislativo. Parece poco serio lo ocurrido en el Congreso.

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