Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La gloria póstuma del cabo Alvariño

Un modesto marinero gallego figura en el Panteón de Marinos Ilustres al ser confundido su cadáver con el del capitán Villaamil en la guerra de Cuba

Si se lee, en orden alfabético, la lista de enterrados y homenajeados en el Pabellón de Marinos Ilustres con sede en San Fernando (Cádiz), no se tarda en llegar a José Alvariño Gabeiras, que figura en quinto lugar. Los apellidos suenan indudablemente gallegos pero, al contrario que la mayoría de los citados, no existe un enlace directo que conduzca al más mínimo perfil biográfico del mentado. Para conocerlo, hay que recurrir a la crónica local de la villa de Fene: es allí donde se hallan pistas de la peculiar historia que llevó a Alvariño a formar parte del gran monumento de homenaje a la Marina española.

José Alvariño Gabeiras nació el 8 de enero de 1878, en el lugar de O Barreiro, parroquia de Sillobre, municipio de Fene, hijo de José Alvariño Míguez y de Alejandra Gabeiras Fernández. Alistado para combatir en la guerra de Cuba, formaba parte de la tripulación del destructor "Plutón".En la mañana del día 3 de julio de 1898, un proyectil norteamericano atravesó el sollado de marinería y otros hicieron explotar la caldera de proa y el pañol de municiones. El comandante ordenó embarrancar el buque y arriar la bandera.

El incidente formó parte de la crucial batalla naval de Santiago de Cuba, en la que la flota española, comandada por el almirante Pascual Cervera, sufrió una contundente derrota causada por la escuadra estadounidense liderada por el almirante Simpson.

Uno de los cadáveres que se rescataron de aquella masacre fue el de José Alvariño Gabeiras, y aquí comienza la historia de su glorificación, porque su cuerpo fue confundido con el de Fernando Villaamil Fernández Cueto, el jefe de la escuadra a la que pertenecía el "Plutón", al que en primera instancia se dio por desaparecido a consecuencia del ataque norteamericano.

El asturiano Fernando Villaamil era un hombre muy formado en tecnología naval; había sido el diseñador del primer buque destructor de la flota real.En 1892, había logrado que el ministerio de Marina aprobara un proyecto largamente propugnado por él: un viaje de circunnavegación a vela, como aprendizaje de los guardiamarinas de la Armada. El 30 de noviembre, la corbeta "Nautilus" dejaba Ferrol con Villaamil al mando para dar la vuelta al mundo con una tripulación en la que eran mayoría gallegos y asturianos. El éxito de aquella travesía incrementó aún más su popularidad, a lo que contribuyó la publicación con su firma de la historia del viaje en un libro. De manera que, a la altura de 1898, no sería exagerado decir que Villaamil, junto con al propio Cervera, era probablemente el marino, sino más prestigioso, sí el más popular de la Armada de la época.

Pero en el fondo del mar de Cuba habría acabar su última misión. Fue, junto a Alvariño, una de las primera víctimas de la poderosa Armada yanqui aunque, a diferencia del marinero ferrolano, tras la batalla no fue localizado, ni vivo ni muerto.

Sin embargo, en marzo de 1899, corrió el rumor en Cuba de que había aparecido el cuerpo del capitán Fernando Villaamil. El general norteamericano Leonard Wood comprobó que, a unas cuatro millas al oeste de El Morro, yacía un cadáver dentro de una cueva situada en las rocas cercanas al lugar donde se había hundido el "Plutón". Allí se halló, además, un sillón, unas cuerdas y un uniforme destrozado de capitán de la Armada española. El capitán Frederick C. Miller, que mandaba el "Wanda", buque de la prensa acreditada en aquel combate, manifestó que podía confirmar que aquellos restos eran los de Villaamil, ya que meses antes, él mismo había recogido a un teniente español que le rogó que salvara al capitán, quien según esta versión había logrado llegar a la playa malherido. Miller comunicó a Wood que había intentado rescatar a Villaamil enviando una lancha a tierra, pero le resultara imposible trasladar el cuerpo debido a su estado y a carecer de camilla para ello, por lo que mandó seguidamente un sillón, donde sentaron y amarraron al herido, y "mientras lo llevaban hacia la lancha, bajo un nutrido tiroteo de los insurrectos, falleció Villaamil" y la patrulla de rescate decidió depositarlo "en un hueco abierto por el mar en las rocas, para evitar que fuese destrozado por las balas".

En el convencimiento de los gobiernos de España y Estados Unidos de que efectivamente aquellos eran los restos de Villaamil, se embarcaron con todos los honores en el vapor "Montserrat", rumbo a España. No obstante, el 7 de noviembre de 1901, unos días antes de arribar a Cádiz, el duque de Veragua, ministro de Marina, dirigió una real orden al capitán general del Departamento, en la que le comunicaba que los restos no eran de Villaamil sino de Alvariño. De manera que, el día 19 de noviembre de 1901, salió el vapor "Manolito" del arsenal de La Carraca para recoger del vapor "Monserrat"los restos del cadáver del cabo gallego, que fueron enterrados en el cementerio católico de San Fernando.

Seis años después, perdida ya la soberanía española en todo el Caribe, y tras la firma de la paz entre España y Estados Unidos, los americanos pusieron a flote los cascos de los cruceros "Reina Cristina" y "Ulloa" y el vapor "Argos". Había en los pecios numerosos restos humanos y, por Real Orden de 5 de febrero de 1904, se dispuso su sepultura en el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando, con los honores de capitán de navío por creerse que entre ellos se encontraban los restos mortales del capitán de navío Luis Cadarso Rey, comandante del "Reina Cristina". Alguien, no obstante, debió acordarse de Alvariño Gabeiras, así que se procedió al traslado de sus restos, que fueron introducidos en una de las urnas de los aquellos marinos españoles que, el día 21 de marzo de 1904, recibieron la inhumación en el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando.

MONUMENTO

Por Real Orden de 26 de mayo de 1924, se dispuso erigir un monumento a los miembros de las clases subalternas de la Armada para que bajo él quedaran depositadas sus cenizas. En agosto de ese año comenzaron las excavaciones en la nave central, siendo depositados los restos procedentes de los marinos caídos en Filipinas, a los que se unieron los del cabo Alvariño. En el mes de noviembre, se trasladaron otras 31 cajas procedentes de América. En 1929, el escultor valenciano Gabriel Borrás Abellá finalizó, por fin, el monumento. En los años 50, para cubrir el Panteón y construir un altar en la cabecera del crucero, la pieza de Borrás fue trasladada a la capilla situada a la izquierda de la entrada, donde hogaño se encuentra, mientras que los restos mortales de la marinería permanecen en la cripta próxima al altar.

Aún quedaba, no obstante, una última historia por contar: Testigos presenciales, supervivientes de la tripulación del "Plutón", habían manifestado al juez instructor del expediente de pensión que vieron a Alvariño, encargado del cañón de estribor del "Plutón", muerto a causa del destrozo que le causó una granada americana. Pero años después circuló otra versión, según la cual el gallego aún tuvo fuerzas para agarrarse a un madero y pedir auxilio,y que el ferrolano Carlos Boado Suanzes, alférez (teniente) de navío, que lo divisó desde tierra, se lanzó al agua y lo rescató, depositándolo en una cueva entre las rocas de la orilla. Como estaba muy malherido, el oficial se despojó de su guerrera (llevaba puesta la de invierno como mejor protección para el combate) y doblándola la colocó bajo la cabeza de Alvariño para que pudiera descansar, "no cesando de decir el marinero: ¡Ay don Carlos d`oxe non paso, eu mórrome!" . En su relato, Boado contó que intentó inútilmente "consolarlo y, al manifestarle Alvariño que "el agua le hacía muy bien", se acercó a la orilla para refrescarle sus heridas. Fue entonces cuando avistó un buque que pasaba cerca e hizo señales para que enviaran un bote, pero lo que "enviaron" fue una andanada de fusilería que milagrosamente no lo mató. Más tarde, una patrulla norteamericana hizo prisionero Boado y este les pidió que recogiesen también al herido. Al poco tiempo regresó la patrulla, pero José ya había fallecido.¿Fue aquí donde se cruzaron los destinos, y las identidades, de Villaamil y Alvariño?

Compartir el artículo

stats