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Las voces de la Galicia vaciada

Expertos en demografía consideran que no es una utopía recuperar esas zonas si se aplican políticas adecuadas y se potencia la agroindustria

Un pastor con su rebaño de ovejas en Muiños, una de las zonas despobladas de Galicia. Brais Lorenzo

Con tan solo 3,1 habitantes por kilómetro cuadrado, Chandrexa de Queixa es el municipio gallego con menor densidad de población. "En los últimos años se ha frenado un poco la pérdida de habitantes; ahora somos 485 vecinos", explica Francisco Rodríguez, alcalde de este concello ourensano. En su opinión, hay varios factores que explican la despoblación del rural gallego. "Por una parte, la gente joven se va a estudiar a las ciudades y ya no regresa. Por otro lado, en el rural los servicios públicos han quedado reducidos al mínimo. Además, tampoco hay empresas o industrias que puedan crear puestos de trabajo", apunta el alcalde.

Los datos son estremecedores. Galicia perderá en los próximos 15 años casi 139.000 habitantes, el 5% de su población actual. Un tercio de los núcleos de población en Galicia está al borde de la desaparición: más de 9.200 pueblos tienen menos de diez vecinos. De los 313 ayuntamientos de Galicia, 229 son rurales. ¿Hay alternativas en la Galicia vacía? Los municipios con menor densidad de población no se resignan a su suerte. Tampoco lo hacen los que presentan un mayor índice de envejecimiento. Por su parte, expertos en demografía creen que el rural gallego tiene futuro si se facilitan una serie de servicios públicos con una planificación a medio y largo plazo.

La principal actividad económica de Chandrexa son las ganaderías de vacuno para carne y alguna otra de ovino. El máximo regidor de la localidad apunta otras posibles fuentes de creación de empleo, "como el turismo, aunque solo con eso no fijas población en la zona. Ahora estamos intentando abrir una residencia de mayores de 77 plazas, y 4 de enfermería, con la que esperamos crear entre 36 y 40 puestos de trabajo".

Francisco Rodríguez cree que "merece la pena ayudar a los jóvenes emprendedores que quieren revitalizar el rural". En cuanto a la falta de servicios, lamenta que "nos hemos quedado sin banco y sin otros servicios fundamentales; quedan los ayuntamientos y poco más. Las cosas tienen que cambiar, porque hay muchas promesas, pero llegan muy pocos medios. Somos ayuntamientos pequeños y no podemos afrontar, por ejemplo, los gastos de mantenimiento de 87 kilómetros de pistas", concluye el alcalde de Chandrexa de Queixa.

Con una población de poco más de 900 habitantes, A Veiga es el segundo concello gallego con menor densidad de población: 3,2 habitantes por kilómetro cuadrado. Es también uno de los que presenta un mayor índice de sobreenvejecimiento. "En los últimos cuatro años A Veiga perdió menos población de la que estaba perdiendo", señala su alcalde, Juan Anta. "Estamos trabajando en un proyecto global de territorio -continúa- para crear nuevos empleos en la ganadería, en la construcción de viviendas de alquiler, en la apicultura? tenemos una producción de 12.000 kilos de miel y buscamos el valor añadido al crear nuestra propia marca. Apostamos también por el turismo Starlight y estamos construyendo un observatorio astronómico que convertirá A Veiga un referente en toda Galicia". Por otra parte, el ayuntamiento aprobó un ayuda a la natalidad de 2.000 euros, "y se está notando, pues han nacido tres o cuatro bebés, algo que hacía tiempo que no sucedía".

En opinión de Juan Anta, lo fundamental es analizar qué necesidades tiene cada territorio y a partir de ahí trabajar en la creación de oportunidades en el sector primario, el turismo o la construcción. Hace falta aplicar políticas muy agresivas a la hora de crear oportunidades donde no llega el sector privado. Sin olvidar una política fiscal de bonificaciones para que la gente pueda vivir en el rural. "¿Optimista? El primer paso para que el rural tenga futuro -comenta- es creer en el rural y tener un proyecto global para crear empleo en cada zona. Y los protagonistas deben ser los propios vecinos. El rural tiene futuro siempre y cuando la gente entienda las necesidades de cada sitio".

El municipio ourensano de Parada de Sil, en plena Ribeira Sacra, es uno de los más envejecidos de Galicia. Se da la paradoja de que una de las fuentes de creación de empleo es su residencia de mayores. Aunque en los últimos años ha conseguido frenar la pérdida de población, lo cierto es que hoy en día tiene 560 vecinos, muy lejos de los casi 2.300 que tenía en 1981. "La pérdida de población se tiende a estancar, pero al tener una población muy envejecida se hace difícil frenarla; tenemos muy pocos niños", señala su alcaldesa, Yolanda Jácome.

En su opinión, el futuro del municipio pasa por el turismo, no en vano la Ribeira Sacra es candidata a Patrimonio Mundial de la Humanidad. "El 80% de los puestos de trabajo en nuestro municipio están en el sector turístico; de hecho, estamos notando un mayor dinamismo en la creación de casas de turismo rural y de apartamentos turísticos", explica la máxima regidora. Para revitalizar la zona, Yolanda Jácome entiende que "la clave está en mejorar las infraestructuras y en fomentar lo que tenemos: un paisaje único".

Tras señalar que han presentado un proyecto al Plan Leader para financiar al 90% un "espacio de lecer" para los pocos niños del municipio, la alcaldesa de Parada de Sil ve necesario destacar más la calidad de vida del rural. Algo más costará cambiar "la vieja mentalidad de nuestros padres y abuelos que no veían porvenir en las zonas rurales y animaban a los jóvenes a buscar trabajo en las ciudades".

Montederramo, con unos 750 habitantes, es otro de los municipios que tienen menos densidad de población en Galicia. Situado a unos 40 kilómetros de la ciudad de Ourense, su principal actividad económica es la ganadería. Su alcalde, Antonio Rodríguez Álvarez, lamenta que solo se hable del rural "cuando llegan las elecciones". Admite que la gente del rural tiene parte de culpa en el declive de esas zonas, "porque lo que queríamos para nuestros hijos era que estudiaran y se marcharan a la ciudad".

"Somos una zona ganadera, sobre todo de vaca de carne. Gracias a eso, hay todavía alguna gente joven que se va quedando aquí. Las explotaciones ganaderas son menos que hace años, pero más grandes", señala el alcalde. Y por ahí entiende que debe ir el futuro de su municipio. "La cabaña ganadera está subiendo, lo que echo en falta es una actividad complementaria, como puede ser una sala de despiece; algo que creara trabajo en la zona".

También está ilusionado con las perspectivas turísticas de Montederramo, "porque estamos dentro de la Ribeira Sacra. Tengo muy claro que nuestro futuro pasa por la ganadería y el turismo". Al hablar de las infraestructuras, Antonio Rodríguez comenta que "está bien hablar del Ave y de las autovías, pero la comarcal que tenemos es una pena. Hay que mejorar las infraestructuras básicas; aunque estamos cerca de Ourense, las comunicaciones son muy malas".

Posibles alternativas

Las zonas más afectadas por la despoblación son las comarcas de montaña y del interior "que se caracterizan por ser más excéntricas respecto de las ciudades, con densidades demográficas bajas, de hábitat rural, población dispersa, muy envejecida y excesivamente dependiente de subsidios y pensiones", explica el geógrafo y académico gallego Carlos Ferrás.

En su opinión, existen alternativas para revitalizar esas zonas, pero requieren previsión y planificación a medio y largo plazo. Cita, entre otras, "la necesidad perentoria de promover la concentración demográfica y concebir a las cabeceras urbanas de comarca, las pequeñas ciudades y las denominadas vilas, como centros bien dotados de servicios públicos sanitarios, educativos, sociales y administrativos al servicio de la población rural, con buenas comunicaciones por carretera, tren de proximidad, y servicios de transporte de calidad, que sean auténticos centros tractores de los servicios privados, del comercio y del mercado de trabajo para los jóvenes".

Otra de las necesidades es "una verdadera ordenación y planificación territorial de las actividades productivas que creen economías de aglomeración y desarrollo tecnológico a nivel local y comarcal, me refiero por ejemplo a que la Comarca de A Barcala-Xallas y la del Deza puedan llegar a ser un sillicon valley de la industria láctea, lo mismo para el vino en O Ribeiro y Rías Baixas, la huerta en el Baixo Miño y O Rosal? las patatas en A Limia y Terra Chá, etcétera", explica el profesor de la USC.

Para Carlos Ferrás, algunas medidas que podrían servir para fijar población son las actividades productivas en el turismo, en la agroindustria, en los servicios o en la explotación de un recurso natural local. Por último, entiende que "Galicia tiene que ser campeona del mundo en agricultura ecológica, sostenible y familiar. Tenemos capacidad para producir pero falta la capacidad para vender. Necesitamos jóvenes universitarios especialistas en marketing rural y agroindustrial, que hablen idiomas y sean líderes capaces de crear redes comerciales con el exterior a nivel internacional".

María Xosé Rodríguez Galdo, vicepresidenta del Observatorio Galego de Dinamización Demográfica, reconoce que la situación es delicada, pero no quiere caer "en un especial alarmismo, porque el rural gallego tiene futuro". En su opinión, la solución pasa por fomentar la actividad económica en esas zonas para fijar población. Una actividad que dependerá de la situación de cada zona: forestal, ganadera, agraria? Apuesta también por una actividad agroindustrial basada en la transformación de los productos, que "está muy poco desarrollada".

Esta profesora de la USC es la coordinadora de un informe del Observatorio, "Galicia: perspectivas demográficas", en el que se aborda la cuestión en profundidad. Entre los datos que recoge figura el hecho de que la despoblación es especialmente acusada en las Zonas Poco Pobladas (ZPP) de baja densidad, que pese a suponer el 65,2% por ciento del territorio, solo cuentan con el 14,7% de la población de Galicia. Su densidad media en 2017 era de 21,5 habitantes por kilómetro cuadrado. Se da también la circunstancia de que las personas que trabajan principalmente en la agricultura en esas zonas son ya una minoría, el 17,9% de las afiliadas a la Seguridad Social.

"Otro de los problemas del rural es la falta de infraestructuras tecnológicas, como el acceso a Internet de banda ancha, algo que sucede incluso en territorios rurales de zonas periurbanas. Evidentemente, la mayor parte de la población seguirá viviendo en zonas urbanas; es un fenómeno general. Pero con una política de desarrollo, el medio rural en Galicia es altamente atractivo para vivir", concluye Rodríguez Galdo.

Francisco Rodríguez - Chandrexa de Queixa

"Merece la pena ayudar a los emprendedores del rural"

Juan Anta - A Veiga

"Construimos un observatorio para atraer el turismo Starlight"

Yolanda Jácome - Parada de Sil

"Tenemos que aprovechar el tirón de la Ribeira Sacra"

Antonio Rodríguez - Montederramo

"Nuestro futuro pasa por la ganadería y el turismo"

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