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Exactivista sindical y político

Paco Lores Santacecilia: "Me preocupa el retroceso de los derechos laborales y del sindicalismo"

"Nunca conocí a mi padre, guardia de asalto condenado a muerte por un tribunal fascista por lo que denominaron adhesión a la rebelión. Mi abuelo hubo de rescatarnos y nos trajo de Santander a Vigo"

En una protesta contra las dictaduras latinoamericanas

No tuvo grandes cargos ni ocupó sillones presidenciales, pero en Vigo y Galicia fue una cara conocida por su activismo de base, desde la izquierda y el galleguismo, siempre desde una actitud de honestidad vital ajena a intereses de poder.La guerra civil marcó en España dos memorias sentimentales. Una, para los hijos de los vencidos, y otra para los de los vencedores. Paco Lores, nacido en los albores de esa guerra, fue una de las víctimas porque no solo cambió la vida de su familia sino que no le permitió siquiera llegar a conocer a su padre, guardia de asalto depurado cuando él aún era un recién nacido, lo que le convirtió en su infancia en uno de esos "fillos de roxo fusilados". Recogida su familia en Santander, destino de su padre, por el abuelo vigués, vivió en Vigo y en el barrio de Teis su infancia y, tras pasar por la Marina entró en Ascón, de donde pasó a Citroën, donde empezó a formarse sindicalmente y a ser parte del núcleo de Galicia Socialista. Despedido de la empresa como consecuencia de las grandes huelgas de 72 que colapsaron Vigo, formó parte de aquel Sindicato Obreiro Galego que nació como alternativa nacionalista a CC OO, que luego, fusionado con otros grupos, convergería en la Intersindical Nacional Galega. Luego participaría en la formación del Partido Obrero Gallego (POG), antecedente de Esquerda Galega (EG) y continuador de la línea iniciada en Galicia Socialista (GS). Hasta que entró en el BNG, que no ha dejado. Su rostro fue bien conocido en las luchas contra los vertidos en la Fosa Atlántica, aliados los gallegos con Greenpeace. Así cuenta él mismo su vida.

"Nací tras la sublevación fascista de 1936, y me crié sin padre. Mi progenitor era de Vigo, cabo de la Guardia de Asalto en Oviedo; se llamaba Francisco Lores López y fue condenado a muerte por un tribunal fascista en las pantomimas de juicios sumarísimos que discurrían por "adhesión a la rebelión con agravante de perversidad", porque acaso "haciendo gala de sus sentimientos traidores y felones se puso al servicio de los que pretendían hundir a España, olvidando, al mismo tiempo, el juramento hecho a su Patria", porque pocos días después del asesinato de Calvo Sotelo "se hizo solidario con aquel inicuo asesinato, perpretado en los despachos ministeriales" y por prestarse voluntario a formar parte de una columna "de milicias marxistas que habían de salir en apoyo del agonizante gobierno de Madrid", las que organizó por escuderías, instruyéndolas y arengándolas y haciendo gala en el momento de su partida de que iba a defender "al Gobierno de Madrid en contra de él Ejército Nacional".

"Nunca vi a mi padre. Tengo una foto en la que está con un grupo de compañeros de la Guardia de Asalto, en animada celebración; uno de ellos porta un ejemplar de la revista "Ahora" de 14 de abril de 1933 con la imagen del presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, y tengo muchas dificultades para saber con certeza quién es mi padre. Solo lo conozco por unas cuantas fotos de documentos oficiales. Nací seis meses antes de que lo mataran, en Ramales de la Victoria, una villa del interior de lo que entonces se denominaba Santander y hoy Cantabria. De allí era la familia de mi madre. Habían acordado hacerlo así por motivos de seguridad. Mi padre había ingresado en el Cuerpo de Guardias de Asalto en 1932; tuvo su primer destino en Bilbao, donde conoció a mi madre, Felicidad Santa Cecilia Cañería, y se casaron el 7 de octubre de 1934; después lo trasladaron a A Coruña, donde nació mi hermana, y con el grado de Cabo lo mandan a Oviedo, al final de 1935".

"Lo fusilaron en A Coruña, el 24 de marzo de 1937. Tenía 33 años. Conservo dos cartas escritas a mano en "capilla", una horas antes de morir. Una dirigida a mi madre en la que le dice: "te expreso mi última voluntad: esta es que cuides bien a los niños (...), supongo que al que debiste dar a luz en agosto último sea niño. Lamento mucho no haberle conocido, pero no dejé de acordarme de él y le he querido como a la niña". Y añade "Si me condenaron a ser fusilado, no ha sido por nada reprobable, fue porque sentía un principio, una idea, que siempre creí la más justa, la más humana; nada bochornoso hay en mi vida que pueda avergonzarme, poque ésta siempre fue clara. Esto es cuanto les puedo legar; mi nombre inmaculado y una conducta honrada, que deseo les sirva de apoyo para que forjen la suya". Otra carta era a mi abuelo, Francisco Lores Pérez, y a mis tíos, Enrique y Víctor; los dos murieron en el frente de Teruel poco después de la escritura de la carta. En ella les pide que no dejen en el desamparo a mi madre y a los niños: "Ella es muy buena y merece que se la quiera. Supuesto esto no creo necesario deciros nada, vosotros la conocéis bien; entre ella y vosotros tenéis una misión sagrada que cumplir, hacer de mis hijos unas personas dignas". Leí por primera vez las cartas de mi padre cuando tenía veinte años y fue de su lectura de donde surgió mi compromiso político. El abuelo cumplió lo que mi padre le pedía en la carta y fue a buscarnos a Cantabria. Desde aquella pasamos a residir en Teis, donde estaba la casa de mis abuelos. Allí, en el barrio de Oliveira, entre familias trabajadoras y marineras crecí, fui la escuela y comencé a tener uso de razón. Muchos años después me enteré de las miserias humanas, de los comentarios torcidos, de las señas extrañas... al fin de cuentas uno no dejaba de ser el hijo de un "rojo fusilado".

"Las gestiones de mi tío político me permitieron entrar como aprendiz en el Parque de Artillería de La Guía. Tenía 14 años. De aquel tempo quedó en mi memoria que habían fusilado a un tal Dios de Lalín y a un tal Catalán de Vigo, parece ser que habían matado a otro compañero y habían simulado un accidente en el cuerpo de guardia; no sé qué motivaciones había habido, habría que investigarlo, pero pienso que fueron los últimos fusilados en el Castro de Vigo. En 1954 ingreso en la Marina y cuatro años después la abandono. Tenía 22 años. Me incorporo a Ascón, donde conozco a un viejo anarquista, Antonio, que nos contaba historias de la guerra; él había estado condenado a muerte por pasarse al bando leal a la República. Fue el hombre con más dignidad que conocí en mi vida. Entonces el sindicalismo organizado que había era el de la CNT, que optaron por introducirse en el sindicato vertical. Muchos de los futuros dirigentes de Comisiones Obreras en el 72, y antes, se formaron en la CNT. En 1962 entro en Citroën. Era una empresa nueva y con empleados muy nuevos, sin tradición obrera, pero moderna, donde comienzo una apasionante vida profesional y política. En aquel momento, en el mundo obrero había el PCE y nada más. Quien tuvo mucha influencia fue Manuel Fernández Cachán, un ingeniero técnico madrileño que había dejado Renfe y se había incorporado a la plantilla de Citroën. Había abandonado el PCE en medio del conflicto entre Carrillo y Fernando Claudín y fue realmente quien nos abrió los ojos. Tenía muchos contactos; alguno decían que era de la CIA, pero nada de eso. Hablaba con nosotros, se veía que un era galleguista, lo enviaba la Asociación Cultural de Vigo. Llegó a montar una escuela de Graduado Social en un local de los Jesuitas. Era un tipo excelente, implicó a ingenieros y otras personas que impartían clases y después nos íbamos a examinar la Santiago. Fue nuestra gran escuela, allí nos formamos en sindicalismo y aprendíamos algo de sociología, economía, etc. Pero hasta teníamos policías asignados, eran otros tiempos; recuerdo uno que era de Ponteareas que nos decía "que conste que yo vengo aquí porque me interesa eh", y finalizó siendo abogado".

"En los años 60 fuimos confluyendo una serie de personas. Unos procedían del cristianismo de base, las XOC, las Xuventudes Obreras Católicas, otros directamente de la calle sin más adscripción como era mi caso, otros de círculos del PCE. Eran las escuelas de militancia que había de aquella. Y de ahí fue surgiendo, entre el 64 y el 65, "Galicia Socialista", en torno al grupo que estábamos en Citroën, gente como Manolo Lema, Casal, Lima, Camilo Nogueira. También teníamos alguna gente en Barreras y algunos estudiantes en Santiago pero el grupo importante era el de Citroën y los hermanos Xaquín y Xan López Facal. Creíamos que íbamos a cambiar el mundo, y algo ayudamos, y queríamos estar en todas partes.Por ejemplo, en la Asociación Cultural de Vigo, que tuvo una importancia central en aquellos años ya que todo el antifranquismo participaba en ella, Carlos Núñez, que dibujó el logotipo, Camilo Nogueira, que fue presidente, Ferrín, S anxoás... O en la creación de una cooperativa de consumo como fue COGALCO, o en la escuela de Graduado Social que ya conté y en Comisiones Obreras, en las que participamos los de Galicia Socialista, así como también participábamos en el Sindicato Vertical. Y tampoco nos amedrentábamos por cualquier cosa. En una ocasión fuimos a protestar por el tratamiento de las noticias en el Faro de Vigo, nos recibió De Pablos y nos remitió al director, que era Álvaro Cunqueiro; éste nos invitó a entrar en su despacho diciéndonos: "Pasen, pasen, señores huelguistas". Éramos muy pragmáticos y generosos en el esfuerzo, nada sectarios y nacionalistas. Yo siempre procuré ser amigo de los amigos y de los rivales, pero implacable con la patronal".

"La huelga de septiembre del 72 se vio forzada por la decisión política del PC. Estábamos de vacaciones y la impericia de un jefe de personal, un ingeniero de mantenimiento que fue mi jefe y era muy inteligente, en ausencia del director, un militar de aviación que estaba de vacaciones como nosotros, metió la pata con los despidos. Si estuviéramos nosotros trabajando no pasaría, pero con los despidos ya no había nada que hacer y nos sumamos a la huelga. La represión fue brutal. Cientos de compañeros detenidos, despedidos, escondidos o exiliados... A mí me detuvieron dos veces. Gracias al abogado laboralista Martínez Randulfe las cosas no fueron a más. Pasaba el día esperando por los que salían de comisaría para saber lo que iban cantando y podérselo transmitir a otros y saber lo que se podía decir y lo que no. Nos despidieron a muchos. Luego ganamos en Magistratura pero la empresa no nos readmitió a varios; prefirió pagar las indemnizaciones. Durante una temporada anduve embarcado y cuando estaba en tierra retomaba la actividad sindical y política. Nos enteramos de que en Comisiones ya no había nada que hacer y nos dimos cuenta de que o poníamos en marcha un sindicalismo gallego, o si no alguien lo haría por nosotros. Fue entonces cuando empezamos con el Sindicato Obrero Gallego ( SOG), que en 1977 se fusionaría con otros sindicatos sectoriales para formar la Intersindical Nacional Galega. Antes ya habíamos lanzado la huelga del transporte, que fue la primera gran huelga dirigida por el SOG; yo tenía un amigo que era camionero y se quejaba siempre de los salarios, de las horas de trabajo, de que no había un convenio... y le dije que había que meter en cintura a los patrones. Allá fuimos con otros en la compañía de un personaje irrepetible, ya fallecido, Clavelitos, y ganamos la huelga".

"Al final decidimos abandonar la libertad vigilada política y también dejamos el hermoso proyecto de la Asamblea Nacional Popular Gallega (ANPG) para formar el Partido Obrero Gallego (POG), antecedente de Esquerda Galega (EG) y continuador de la línea iniciada en Galicia Socialista (GS). Esta etapa ya es conocida, está en las hemerotecas. Hasta que ingresamos en el BNG, donde sigo militando aunque con minima intensidad. Recuerdo en especial dos momentos de tensión social extraordinaria: cuando la muerte de Carrero, el 20 de diciembre de 1973, y la intentona de Tejero, el 23 de febrero de 1981, y guardo un gran recuerdo del que tengo especial orgullo de participar en las luchas contra el vertido de residuos radiactivos en la Fosa Atlántica que protagonizó el barco "Xurelo" en 1981 y en la que participé activamente; una lucha de racionalidad ecológica que ganamos, aunque la amenaza de todo lo que allí se echó siga estando en el fondo del mar. Desde mi altura de años veo preocupado el retroceso social tanto en los derechos laborales, como en la debilidad del sindicalismo, la destrucción de puestos de trabajo, salarios de miseria, jornadas de tiempos del capitalismo inicial y la pérdida de nuestra gran creación que es nuestra lengua y nuestra cultura. Pero desde esta altura de mi vida nunca pierdo la confianza que siempre tuve como incombustible activista sindical y de izquierda que sigo siendo".

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