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Jóvenes pastores revitalizan el monte gallego

Los jóvenes emprendedores que se incorporan al pastoreo en Galicia aseguran que es una actividad con gran futuro, pero lamentan la falta de ayudas para poner en marcha el negocio

Carlos encontró en el pastoreo el trabajo que no hallaba en otros sectores, con el aliciente de realizar en Cangas una labor ambiental que siempre le había gustado. Rocío compagina ahora las tareas de poda en el monte con el cuidado de un rebaño de 135 cabras en Moaña. Hugo cambió los mares del Gran Sol por una ganadería en Tomiño en la que predominan las ovejas. Isaías ha decidido dejar su trabajo en un aserradero de Lalín para jubilarse como pastor. Xoán apuesta en Vilariño de Conso por la cría de ovejas para comercializar carne ecológica y revitalizar el rural.

Son algunos ejemplos del auge del sector ovino y caprino en Galicia, que cada año registra la incorporación de una treintena de jóvenes pastores dispuestos a comercializar una carne de excepcional calidad. En la comunidad gallega hay más de 20.000 explotaciones de ovejas y cabras, con una media de 10 animales por granja y una producción oficial que ronda las 430 toneladas de carne, aunque se calcula que otras 1.000 toneladas se siguen sacrificando por canales no autorizados. Además del negocio que supone la comercialización de su carne, ovejas y cabras desempeñan un papel fundamental en la limpieza de los montes, algo crucial para la prevención de incendios forestales.

Carlos Piñeiro Menduiña, de 31 años, es uno de los jóvenes gallegos que está dispuesto a revitalizar el pastoreo. Junto con otros dos socios, tiene un rebaño de 150 cabras en O Hío (Cangas). Estos tres jóvenes cangueses estaban en el paro y vieron en esta actividad "una forma de tener un trabajo cerca de casa y realizando una labor ambiental que nos parecía indispensable". Así, en 2016 pusieron en marcha Pouso da Serra, una cooperativa galega juvenil que además del ganado cuenta también con colmenas y realiza diversos trabajos forestales. "Tenemos un acuerdo con la Comunidad de Montes, que nos cede sus terrenos para llevar a las cabras, y además disponemos de una parcela donde vamos a montar las instalaciones. Las cabras son de raza gallega y se destinan para carne", explica Carlos Piñeiro. La venta es al por menor y de momento se centra en particulares de la zona y algún restaurante.

Tras destacar la importancia de los rebaños de cabras para prevenir los incendios forestales, lamenta el responsable de Pouso da Serra "las trabas que hemos encontrado por la burocracia oficial. Llevamos casi tres años pidiendo permisos a las distintas administraciones para construir un establo de madera y un cercado, y no hay forma, todo son problemas. No se puede pedir a los jóvenes que sean emprendedores y después dejarles tres años sin poder desarrollar su actividad".

Rocío Juncal lleva dos años pastoreando el rebaño de cabras de la Comunidad de Montes de Meira, en Moaña. Una experiencia nueva para ella, que se suma a las tareas de desbroce y podas que ya venía realizando. Rocío y otro pastor -Javier Ríos-, se turnan para llevar a los montes del Morrazo las 135 cabras de raza autóctona gallega con que cuentan en la actualidad los comuneros de Meira. La iniciativa surgió como una solución para ayudar a mantener limpios los montes y al mismo tiempo obtener un rendimiento económico con la venta de la carne de cabrito.

Se trata de una explotación semi extensiva, pues incluye un cierre de 15 hectáreas y pastoreo por el monte. "Es un trabajo que llevamos bastante bien -apunta Rocío- porque los cabritillos son muy cariñosos. Para nosotros la época de más trabajo es cuando están de parto". La idea de los comuneros es ir ampliando el rebaño hasta alcanzar las 350 o 400 cabezas pero de forma progresiva. Para el presidente de la Comunidad de Montes de Meira, Javier Fernández, el balance de este proyecto es muy positivo, pues "la limpieza que hacen las cabras es impresionante, se nota muchísimo por donde han pasado; superan en eficacia a las máquinas, pues hacen un trabajo constante y no solo ocasional". Y apunta que si de verdad se quiere luchar contra los incendios forestales "hay que apostar por este tipo de ganadería, sea de cabras, ovejas, vacas o caballos". Todo ello sin olvidar el rendimiento económico por la venta de cabritos, que se comercializan en Moaña y en Vigo a 14 euros el kilo en canal, "más que nada por el boca a boca, pues de momento no tenemos ningún distribuidor", concluye el presidente de los comuneros de Meira.

El lalinense Isaías Medela es a sus 20 años uno de los pastores más jóvenes de Galicia. En su caso la profesión le viene de familia, pues tanto su abuelo como un tío se dedicaron a las ovejas y las cabras. A pesar de todo, sus familiares no vieron con buenos ojos su vocación de pastor, "e incluso algunos me llamaron loco". De momento Isaías tiene 30 cabras, pero su intención es llegar "por lo menos a las 200 cabezas, con otra persona que le ayude, porque los rebaños pequeños no son rentables. Estando bien organizado, esta profesión tiene mucho futuro".

Jubilarse como cabrero

Sus cabras se alimentan tanto en un monte cercano como en los prados. Ahora solo está vendiendo carne, tanto a carniceros como a particulares, pero en un futuro este pastor de Vilatuxe piensa comercializar también la leche. "Todos los trabajos tienen sus pros y sus contras, pero en este caso es una actividad que siempre me ha gustado, lo llevo en la sangre, aparte del negocio que pueda suponer. Quiero jubilarme como cabrero", comenta Isaías. Hasta tal punto le gusta el pastoreo que está a punto de dejar un trabajo que tiene en un aserradero para dedicarse por completo al rebaño. "Para mí es como una terapia, como el que va a montar a caballo para relajarse", enfatiza. Isaías no ha sufrido ningún ataque de lobos a su rebaño, "pero sí que los hay por esta zona y hace unas semanas mataron siete ovejas". Por eso, además de un border collie para manejar las cabras tiene un mastín para proteger al rebaño de los lobos.

Xoán González Alonso, de 25 años, es otro de los jóvenes gallegos que apuestan por el pastoreo. Este ourensano de Vilariño de Conso lleva tres años al frente de Gandeiría A Ciruxana, que tiene unas 300 ovejas para una producción de carne ecológica. Su apuesta es por el producto de calidad y una venta directa de proximidad. Para velar por la seguridad de las ovejas y manejarlas, Xoán cuenta con cinco perros, cuatro mastines y un border collie. Sus ovejas pastan en Ardexaxe, en una superficie de 6 hectáreas, que antes estaban abandonas en su mayor parte. Poco a poco van desbrozando y recuperando la zona para la ganadería. Los comienzos fueron complicados para Xoán porque, además de comprar el ganado, tuvo que ocuparse de todo lo relacionado con los terrenos, "menos mal que conté con la ayuda de mi familia, porque si no hubiera sido imposible". Destaca también el asesoramiento que le prestó la Asociación de Criadores de Ovino e Caprino de Galicia (Ovica).

Tras señalar que el ovino en Galicia "está bastante abandonado y apenas hay formación ni se cuida el pastoreo ecológico", Xoán González echa en falta una Escuela de Pastoreo, como las que existen en el País Vasco o Cataluña. "Tampoco se cuida en Galicia -añade- el relevo generacional en esta actividad, como se da, por ejemplo, en Francia, donde hay becarios que aprenden de los pastores que están ya próximos a la jubilación". "Uno de los problemas del pastoreo -comenta Xoán- es el de la conciliación con el descanso libre o las vacaciones; contar con algún empleado facilita, sin duda, una mayor calidad de vida". Y otro de los problemas con los que se encuentran quienes deciden dar una nueva vida al rural "es la falta de ayudas, porque hay que hacer unas inversiones muy grandes; y además las subvenciones que se conceden tardan muchos meses en llegar", afirma Xoán González.

Está convencido este ganadero ourensano de que el rural gallego de alta montaña tiene futuro "con una ganadería extensiva y productos ecológicos de calidad, todo ello combinado con la venta directa y mataderos móviles que eviten desplazamientos y sufrimiento a los animales. La ganadería extensiva aporta grandes beneficios: evita incendios forestales, las praderas fijan grandes cantidades de carbono atmosférico, crea biodiversidad y mantiene estructurado el territorio".

De patrón de pesca, a pastor

De patrón de pesca en el Gran Sol, a ganadero en Tomiño. Así podría resumirse el drástico cambio en la vida profesional del vigués Hugo Martínez. Ahora es el responsable de la ganadería Os Brabos, que cuenta con 150 ovejas, 30 cabras y 35 vacas, en todos los casos de raza gallega. Para cuidar y manejar el ganado tienen 8 mastines y un border collie.

"Yo andaba a la mar y me lancé a este mundo de la ganadería porque parecía un trabajo menos duro y con buenas perspectivas económicas. Bueno, eso era lo que decían, pero en realidad ha sido todo muy duro", señala Hugo. "Empezamos en 2010 en Gondomar -añade-, pero tras los incendios del año pasado hemos venido para Tomiño, donde ya teníamos la producción de forraje de cereal. En los incendios perdimos ovejas y cabras, perdimos naves y los cierres que teníamos en el monte Galiñeiro". Critica la falta de ayuda del ayuntamiento de Gondomar y su "falta de sensibilidad" tras los incendios.

Toda la producción de su ganadería está dirigida a la venta de carne de razas autóctonas. "Vendemos a particulares y buscamos sobre todo la calidad del producto, por eso producimos nuestro propio grano y forraje", afirma. Al comentar la posibilidad de que otros jóvenes gallegos sigan su ejemplo, Hugo Martínez señala que hace falta más apoyo de la administración local y una mayor concienciación por parte de la gente.

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