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Salud

La detección precoz

Las innovaciones biotecnológicas contribuyen a un conocimiento más íntimo de nuestro organismo y a frenar el desarrollo de patologías

La detección precoz

Hasta no hace muchos años el éxito de las intervenciones médicas se medía en las curaciones. Es lógico. Si yo trato a este paciente con una sangría y pocos días después cura, atribuyo a mi intervención el resultado. Los médicos más inquisitivos contaban con precisión éxitos y fracasos, para estos últimos solían buscar justificaciones, pero eso está en la raíz del comportamiento humano. Tenemos una altísima capacidad para no ver lo que no nos interesa y para perdonarnos. Hace la vida más agradable.

Desde la antigüedad se sabía que muchas enfermedades curaban solas. Hipócrates recomendaba higiene para afrontarlas: ayudar al organismo a restablecerse. Sin embargo, cuando examinaban las virtudes de un remedio no se les ocurría pensar que quizás el éxito se debiera a la acción de la naturaleza. Fue en el XIX cuando algunos médicos empezaron a recolectar datos de una forma más sistemática y a realizar comparaciones. Hoy es difícil que un medicamento entre en el mercado si no se demuestra que es más eficaz que lo que existe, y si no hay tratamiento para ese problema, más eficaz que no dar nada, que el placebo. La medicina se basa en la estadística. También la prevención.

Una enfermedad ocurre cuando la confluencia de un conjunto de causas suficientes da origen al proceso patológico; y si logra superar el esfuerzo que hace el organismo para frenarlo. Se entiende muy bien en el cáncer. Por una serie de azares, incluido la forma de vivir, se produce una mutación en una célula, mutación cancerígena. Lo más frecuente es que el organismo la elimine. A veces supera las defensas y se divide en dos, después en 4 y así sucesivamente. En una continua lucha por la supervivencia va creciendo y profundizando en su diferencia genética con el resto del organismo, aprende a crear substancias que la hacen resistente o invisible al sistema inmune. Todavía no ha producido una afectación del estado general, pero lo amenaza. En ese momento es cuando nos gustaría detectarlo para, con los remedios que tenemos, tratarlo y curar a esa persona. Quizá si se deja crecer y ya adquirió mucha fuerza, si ya ha sido capaz de invadir el organismo, el tratamiento va a ser poco eficaz. En eso se basa la detección precoz. Pero también esta intervención ha de someterse a la regla de comparación: cuánto evita la muerte la realización de una prueba que nos alerte de que es posible que la persona albergue un cáncer. Para saberlo, comparamos la mortalidad entre un grupo de personas sanas a las que se les somete a la prueba y otro al que no se le hace nada.

El resultado es bastante descorazonador, en términos colectivos. Por ejemplo, cuando en el estudio seminal de Nueva York se comparó la mortalidad en mujeres a las que se les ofreció realizar una mamografía con otras, de igual edad, que siguieron con su cuidado habitual. Se vio que con esta maniobra se podían evitar 2 de cada 10 muertes por cáncer. Pero sólo a las mujeres de 50 a 64 años, en las más jóvenes la mamografía no evitaba muertes. Este resultado se ha repetido en varios estudios. Pero además de enseñarnos que la mamografía evita muertes, pero no todas, aprendimos en este estudio que hay cánceres que se detectan con este método y que nunca hubieran producido enfermedad visible, mucho menos, muerte. Es lo que llamamos sobrediagnóstico. Y es ni más ni menos la muestra de la historia natural de la enfermedad. Que lo mismo que un resfriado lo más frecuente es que se cure solo, que haya cánceres que se curan solos o que el organismo logra detener su progresión fue un descubrimiento. Y la capacidad maligna de los cánceres es muy desigual, a veces inversamente proporcional a su frecuencia. Por ejemplo, ya sabemos desde hace muchos años que un hombre de 70 años tiene un 60% de probabilidades de tener un cáncer y a los 100 casi todos. Sin embargo, pocos de ellos mueren por esta causa. Si los buscamos los encontramos, pero ¿qué hacer?, ¿cómo saber si este cáncer será de los que mata o de los que conviven con el individuo?

Las innovaciones biotecnológicas aumentan día a día nuestro conocimiento de lo más íntimo del organismo. Conozco un grupo, español, que está desarrollando una prueba para detectar crecimientos tumorales en el intestino grueso, pólipos y cáncer, mediante el estudio de los metabolitos que hay en sangre. Ha podido reunir unos 50 que son específicos de esas células anormales. Pronto, si sus estudios van bien, dispondrán de una prueba que detectará con precisión estos crecimientos. Será una gran cosa porque la detección precoz de este cáncer está demostrado que es eficaz. Lo que no veo con tanta esperanza es que este mismo método se aplique a otros cánceres. Porque podemos caer en el error de detectarlos, tratarlos pero haber hecho un esfuerzo terapéutico inútil o perjudicial. Pero, qué difícil es comprender esto.

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