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Por qué un loco genial me manda botellas por mar

Ante el monumento en Vigo a Verne de Molares. Foto de Tamboura Producciones de algunas de las botellas que llegaron por la aguas.

Como enviados por una deidad marina, desde hace años recibo mensajes en botellas que siempre hablan de mar y que alguien recoge en la costa y me trae para su publicación. ¿Qué? ¿Quién? ¿Por qué? La Providencia, Dios o el ADN decidieron que algunos humanos destaquen o lo hicieran entre millones; Madame Curie, Goya, Colón, Rosalía Castro, Einstein... hombres y mujeres como nosotros y sin embargo ... diferentes. Ante los interrogantes que me hago ensayo respuestas hipotéticas ya que el anonimato de este singular comunicante a través de botellas arrojadas en el Mar de Vigo únicamente me permite la conjetura y la certeza, que en su modestia él también es diferente.Se reconoce marino y por la continuidad de sus envíos y la localización de los mismos imagino que un viejo lobo de mar vecino de Vigo o alrededores. Se nota a través de sus escritos la extraña mezcla de amor /odio al mar, por lo que me figuro que vivió pasajes duros quizás compensados con otros felices, algo habitual entre mareantes. También asegura que en largas derrotas mandó por la borda muchos mensajes anónimos en botellas sin buscar reconocimiento ni intercambio. Que muchas de ellas estarán en repisas de casas de costa de diferentes países como pequeños tesoros personales.

Comentando el tema de las botellas con un amigo marino, me dice que posiblemente se trate de un entretenimiento de alguien que lo hacía navegando. Que no le parece raro, la soledad consume a gente que pasa mucho tiempo lejos sin otros contactos que los de tripulantes que le rodean. El caso más habitual es en la pesca, en caladeros lejanos y períodos de cerca de medio año, a veces sin tocar puerto, transbordando la pesca y recogiendo víveres en alta mar. En esos casos no es de extrañar la llamada locura de los marinos, "la mamparitis", cuando el que no resiste más y bate su cabeza contra las paredes del barco (mamparos). Otros "cayeron" por la borda y nunca más se supo de ellos. Coser, entrelazar cabos, contar chismes, inventar historias .., todo cuando un humano está solo entre mar y cielo. Al igual que escribe Hemingway en "El Viejo y el Mar", todo marino de largas travesías sufre la soledad que comparte con la esperanza y los sueños. Sueña, el marino siempre sueña. Lo hace mientras caen las singladuras. Es como, al imaginarse otra vida, otra situación placentera, el viaje se acortara huyendo de su peor enemiga, la soledad. Tomo unos versos de S. Taylor Coleridge : " Cayó la brisa, cayó el velamen / más triste nada se pudo dar / ¡sólo si hablábamos, turbábamos / el silencio del mar !. "La soledad y su silencio que el marino intenta romper con acciones como escribir a nadie, y ese texto sin destinatario lanzarlo en una botella al mar. Así que tenemos a un marino que, al finalizar su guardia, en su camarote, escribe de todo aquello que hará el día que pueda desembarcar con dinero y con la posibilidad de realizar sus sueños de navegante. Y escribe. Termina su papel que mete en una botella. Se acerca a la popa y cuando nadie lo ve tira el mensaje encerrado en cristal. Piensa en quien lo encuentre y pueda descifrarlo, en qué costa, que persona, como será su reacción.Sonríe pensando que le gustaría encontrar una en cualquier playa con cualquier texto. Por unos momentos se queda mirando hacia un mar que parece inmenso. Después, se vuelve y camina de nuevo hacia su camarote. Seguirá soñando.

Cada vez que llega a una de mis manos la recibo como señal favorable de los dioses marinos, que esquivando las rocas y demás obstáculos, las ponen ante los ojos de quienes las encuentran y la mayoría de las veces, las recogen con la excitación y alegría al saberse escogidos. En estos tiempos en que la escritura a mano, con buena caligrafía, es anormal y anacrónica, yo recibo sus cartas como artesanía, más aún, como lo que es, algo único. Un comprador puede hacerse con el último modelo de prenda de vestir de Zara en Madrid, París, Nueva York, Tokio o CapeTown pero ni el mismísimo Amancio Ortega podrá (seguramente) proclamar su encuentro con una botella con mensaje.

Aunque algún día llegue a descubrir que tras el anonimato está un viejo loco al que el mar le robó días de vida, quisiera decirle que en tiempos grises su locura es nota de color. Buscando citas de relieve sobre envío de mensajes en botellas, encontré estos versos de Mario Benedetti: " Pongo estos seis versos en mi botella al mar / con el secreto designio de que algún día / llegue a una playa casi desierta / y un niño la encuentre y la destape / y en lugar de versos extraiga piedrecitas / y socorros y alertas y caracoles".Yo les dejo imaginando la reacción de cada uno de ustedes si paseando por una playa o saltando entre las rocas, encuentran una botella con mensaje.

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