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La magia de Brassaï

El último año del siglo XIX, el Imperio Austrohúngaro vivía un periodo de esplendor en el que las artes ocupaban una parte nada desdeñable de los intereses de una nueva generación de jóvenes que buscaban renovar el ambiente decadentista que se vivía en la convulsa Centroeuropa. En septiembre de ese año nació un niño al que sus padres llamaron Gyulá Halász. El lugar de nacimiento fue la localidad de Brassó, hoy en Rumanía, de la que muchos años después el artista tomaría su nombre, Brassaï, para firmar sus obras. Hijo de un catedrático de literatura, Brassaï inició su formación como pintor en Budapest (a donde se había trasladado la familia en 1916 huyendo de la ocupación alemana) y en Berlín, ciudad esta última en la que conoció y entabló amistad con los pintores Oskar Kokoschka y Kandinsky y con el artista y fotógrafo Moholy-Nagy.

Noches de París

Decidido a seguir una carrera dentro de las artes plásticas se trasladó a París en 1924 porque era en esa capital donde se concentraba lo más exquisito del arte universal desde la bohemia a las vanguardias. Allí trabó amistad con el escritor Raymond Queneau, el poeta Henri Michaux y los fotógrafos Eugène Atget y André Kertész. Para ganarse la vida, el aprendiz de pintor comenzó a tomar fotografías para los periódicos en los que también publicaba artículos y caricaturas, y para revistas de la época como Vu, Picture Post y Harper's Bazaar, sin sospechar que estaba poniendo los cimientos de una de las obras más importantes de la historia de la fotografía. En efecto, muy pronto dejó la pintura para dedicarse por entero a su recién descubierta pasión. La ciudad de París fue el objetivo primordial de sus fotografías, pero no sólo sus calles, sus monumentos, sus rincones pintorescos y los grafitis de sus muros sino también y sobre todo sus gentes, de toda clase y condición. Tal era la fidelidad y el arte con el que Brassaï reflejaba la ciudad en sus fotos que otro de sus amigos, el escritor Henry Miller, lo bautizó como El ojo de París (Miller escribió un prólogo para su novela Histoire de Marie). Pronto ganó fama gracias a sus fotografías nocturnas, que reunió en el libro Paris de nuit, con algunos textos de Paul Morand, un fotolibro en el que inmortalizó a los pobladores del inframundo de la noche parisina: prostitutas, policías y vigilantes nocturnos, vagabundos, homosexuales, clientes de fumaderos de opio, delincuentes y buscavidas, a los que solía pedir permiso antes de disparar su cámara. Su obra Un burdel monástico, de 1931, es un claro ejemplo de su sensibilidad en el trato de las imágenes del comercio sexual.

Se relacionó intensamente con el movimiento surrealista, en cuyas revistas Minotaure, Verve y Labyrinthe publicó numerosas fotografías, las Sculptures involontaires, con objetos de la vida cotidiana, que André Breton utilizó en su libro L'amour fou. Durante la guerra, a pesar de seguir fotografiando, se negó a publicar sus fotografías, algunas de las cuales vieron la luz en 1943 en Bistrot-Tabac, un relato repleto de imágenes que cuentan la vida diaria durante la ocupación nazi de París. En 1977 publicó Le Paris secret des années 30. Además de haberse relacionado con artistas españoles como Picasso y Dalí, viajó varias veces a España para tomar fotografías, sus célebres Transmutaciones (la Sagrada Familia de Gaudí, el Sacromonte granadino, la Feria de Abril sevillana) que fueron donadas por su viuda Gilberte-Mercédès Boyer a los museos Pompidou de París y Reina Sofía de Madrid.

Las fotografías de Brassaï son un claro ejemplo de cómo la fotografía puede ser también una manifestación artística de extraordinaria belleza. Se servía de los fenómenos climáticos (la lluvia, la niebla) para recrear determinadas atmósferas con juegos de luces y sombras. A diferencia de los fotógrafos que comenzaban a utilizar máquinas más prácticas como la Leica, Brassaï fue durante muchos años fiel a la Voigtländer Bergheil, una pesada cámara de placas de cristal que necesitaba de un trípode que Brassaï cargaba sobre sus hombros durante las largas caminatas por la ciudad. Más tarde adquirió una Rolleiflex de formato cuadrado y en los años setenta también fotografió en color con una Leica.

En París hizo retratos de escritores y artistas como Braque, Bonnard, Samuel Beckett, Henri Matisse, Jean Genet y sobre todo de Picasso, quien le propuso fotografiar sus talleres de las calles Boétie y Boisgeloup y las imágenes de la representación de su obra de teatro El deseo atrapado por la cola. En 1964 publicó el libro Conversaciones con Picasso, quien durante las sesiones en su estudio de la calle Grands-Augustins le animó a que retomase el dibujo. Desde entonces, a pesar de dedicarse a la fotografía, no dejó de pintar (hay en esta exposición una pequeña muestra) y llegó a exponer sus dibujos de desnudos en la Galería Renou et Colle. En sus últimos años se dedicó a la escultura, una de cuyas obras también se expone en esta muestra. Como cineasta ganó en 1956 el premio del Festival de Cannes a la película más original con Tant qu'il y aura des bêtes. Brassaï murió el 7 de julio de 1984 en Beaulieu-sur-Mer, la localidad en la que residía después de haber obtenido la nacionalidad francesa.

Una exposición completa

En esta exposición hay más de 200 piezas agrupadas en doce secciones temáticas, inspiradas en las 42 categorías en las que el propio Brassaï clasificó su obra. Además de las muy conocidas imágenes de las noches de París y de sus gentes, hay muestras poco vista de las que hizo de reuniones de la alta sociedad (bailes de disfraces, veladas en casas particulares, fiestas en el Ritz y el Maxim's), de las carreras de la Nuit de Longchamp, del culto al cuerpo femenino con algunos de los desnudos más bellos de la historia de la fotografía. Junto a las fotografías, dibujos y esculturas, se pueden ver también en esta exposición ejemplares de algunos de sus libros y números de las revistas en las que publicaba sus obras.

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