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El Óscar de Pequeña Pluma

El Óscar de Pequeña Pluma

El mayor tortazo propinado a los Oscar de Hollywood, cuya gala 90 se celebra esta próxima madrugada, no fue el que, hace cuarenta años, protagonizó Woody Allen, que prefirió irse a tocar jazz a uno de sus habituales clubes de Manhattan en vez de acudir a recoger el galardón concedido al mejor director por "Annie Hall", sino el que cinco años antes le había asestado uno de sus iconos actorales, Marlon Brando, quien, elegido mejor actor principal por su interpretación de Vito Corleone en "El Padrino" de Francis Ford Coppola, envió en su lugar a una actriz y activista apache llamada Sacheen Littlefeather (aquí traducido como Pequeña Pluma) con el objetivo de aprovechar los minutos de máxima audiencia televisiva.

En principio, Sacheen iba a leer un texto que le había dado el propio Brando, pero el director de la ceremonia, Howard W. Koch, le advirtió que su discurso no durara más de un minuto, o haría que la arrestasen. La joven salió al escenario y rechazó la estatuilla que le ofrecía un desconcertado Roger Moore, ex James Bond. Acto seguido, se acercó al micrófono y habló: "Con mucho pesar vengo a decirles que Marlon Brando no puede aceptar este generoso premio y esto se debe al trato que le da la industria cinematográfica y la televisión a los indios americanos y también por lo ocurrido recientemente en Wounded Knee". Tiempo después, era el propio Brando quien declaraba a los medios: "Cuando fui nominado por El Padrino, me pareció absurdo ir a la ceremonia. Resultaba grotesco festejar a una industria que había difamado y desfigurado sistemáticamente a los indios norteamericanos a lo largo de seis décadas, mientras en aquel momento doscientos indios se hallaban sitiados en Wounded Knee" ( en aquel año 1973 un puñado de nativos navajos se habían movilizado para exigir un mejor trato tomando la comunidad de Wounded Knee, donde fueron sitiados por las fuerzas policiales y el FBI. Tras arduas negociaciones, se levantó el sitio policial bajo promesas que, como había sucedido siempre, jamás se cumplieron).

Pero el nombre de Wounded Knee (Rodilla Herida) ya ocupaba uno de los lugares más oscuros e infames entre los epidodios de la denominada Conquista del Oeste. La masacre de Rodilla Herida, acaecida en 1890 cuando aquel publicitado regimiento en las películas western, el "glorioso" Séptimo de Caballería en tantas ocasiones ensalzado por John Ford, irrumpió en ese poblado sioux y produjo numerosas muertes, se calcula que más de doscientas, incluyendo a ancianos, mujeres y niños, de noche y mientras dormían. El cine americano tardó, efectivamente, muchas décadas en reconocer aquellos crímenes tal y como de verdad habían sucedido, aunque luego lo hiciera con tan excelentes películas como "Soldado Azul" de Ralph Nelson, "Pequeño Gran Hombre" de Arthur Penn (con un magnífico Dustin Hoffman) o "Un hombre llamado Caballo" de Elliot Silverstein (y destacada interpretación de Richard Harris). Por supuesto, nunca se juzgaron, ni siquiera se dieron a conocer los responsables de aquel genocidio, como tampoco los de ningún otro cometido contra los primeros pobladores de América del Norte.

De Pequeña Pluma poco más se supo, si bien se cuenta que dos meses después de la gala posó desnuda en el "Play Boy" para poder sobrevivir. Me temo que la suya, al cabo, resultó una historia muy parecida a las de Toro Sentado (convertido en títere del circo de Buffalo Bill) y Gerónimo (que falleció alcoholizado de tristeza en la reserva).

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