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ESTELAEn las entrañas del ojo de la NASA que escrutará el BIg Bang

Faro se adentra de la mano de la astrofísica viguesa Begoña Vila en las instalaciones de Houston donde se pone a punto el telescopio espacial James Webb

El James Webb dentro de la cámara fría que ya albergó el módulo lunar Apolo 11 en Houston // NASA

"Nunca hemos visto el espacio en la longitud de onda que lo observará el telescopio espacial James Webb". La astrofísica viguesa Begoña Vila Costas es la ingeniera jefa de sistemas en el equipo que lanzará al espacio al telescopio que nos permitirá saber si es posible la vida humana en otros planetas diferentes a la Tierra. Desde las instalaciones de la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA) estadounidense en Houston (Texas), Vila nos descubre las pruebas a las que están sometiendo al sucesor del Hubble. Lleva trabajando en este proyecto desde 1996, es de las "veteranas".

El James Webb puede mirar a un planeta y comprobar su composición, por eso podrá descubrir si contiene agua, carbono o metano, indispensables para los humanos. Tendrá la capacidad de descubrir nuevos planetas que están junto a las estrellas y ahora no percibimos. También observará planetas que ya se sabe que están ahí, como el TRAPPIST-1, un sistema solar que se descubrió en parte gracias al telescopio Hubble.

"Lo más destacable es que será capaz de ver esas primeras estrellas y galaxias que se formaron tras el Big Bang. Todo estaba muy caliente y cuando se empezó a enfriar se fueron coagulando las cosas. Las primeras galaxias comenzaron en ese momento a emitir luz. Y como el universo se está expandiendo, la luz que emitieron hace esos 13.500 millones de años, a medida que viaja por el espacio, se va ampliando su longitud de onda, lo que quiere decir que se mueve hacia el infrarrojo, por eso tienes que ir allí para verla. El James Webb está optimizado para ver esos objetos y nos ayudará ver cómo son (porque esas estrellas son distintas a las actuales) y a entender la evolución hasta convertirse en la galaxia en la que vivimos ahora", cuenta Vila.

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La viguesa recibió con mucha ilusión el premio María Josefa Wonenburger de manos del presidente de la Xunta durante su estancia en Galicia para las vacaciones navideñas. "Lo acepté humildemente como mujer y como gallega. Que la aprecien a una en su tierra siempre es de agradecer. Además, fue un evento muy bonito, lo centraron mucho en mí y en mi familia", cuenta, "y pude conocer a ganadoras de años anteriores. Todas son muy buenas en sus especialidades. Es un orgullo poder formar parte de este grupo", destaca.

A Vila le gustaría seguir vinculada a la NASA, pero dentro de dos años tendrá que plantearse si sigue con el proyecto del James Webb o se pasa a nuevos asuntos en los que también está involucrada la agencia espacial y llaman su atención. Por el momento, el telescopio ocupa todo su tiempo.

"Ahora aún estamos en Houston, acabamos de terminar las pruebas frías y hemos colocado los instrumentos científicos que se ponen detrás de los espejos, en una especie de caja negra. Todo este verano y el otoño estuvimos en la cámara fría, fue la primera vez que pudimos poner el telescopio a la temperatura que va a estar en el espacio", dice Vila.

El proceso de alinear esos espejos es muy complejo, van doblados en el cohete y tienen que colocarse en su sitio para que después sean capaces de alinearlos. Cada uno por detrás tiene unos componentes que les permiten moverlos en magnitudes pequeñísimas, pero que son clave para conseguir que todos se comporten como un espejo único.

"Antes de salir del centro Goddard hicimos unas pruebas de vibración y de acústica para simular lo que va a experimentar el telescopio mientras va en el cohete durante el lanzamiento. Así, comprobamos a temperatura ambiente que todo va bien. Pero la prueba definitiva es al enfriarlo, cuando sacamos imágenes y comprobamos que salen bien. Eso es lo que pudimos hacer en Houston y salió todo muy bien", celebra Vila.

En esta cámara fría pudieron abrir los espejos, que miden 22 metros de largo. En el centro de vuelo espacial Goddard de la NASA, donde se inició el montaje del telescopio, no cabían ni los espejos desplegados. De ahí su mudanza a Houston, donde utilizaron la misma cámara fría que albergó las pruebas a las que se sometió al Apolo 11, protagonista de aquella mítica expedición que llevó a los astronautas Armstrong y Aldrin a caminar sobre la superficie lunar en 1969.

Estos días el equipo se está organizando para trasladarse a Los Ángeles con el James Webb. Allí ya están probando a abrir y doblar la pantalla solar que protegerá al telescopio y están preparando lo que llaman el autobús del cohete, donde se coloca el software y se sitúan las antenas de comunicación.

La viguesa se trasladará allí en febrero para hacer nuevas pruebas con todos los instrumentos sobre el telescopio y comprobar que todo quedó bien conectado. "Todo este año vamos a estar allí realizando las pruebas que faltan", dice Vila.

El lanzamiento del James Webb, previsto para este otoño, se ha retrasado hasta verano de 2019 porque "aunque las pruebas de los espejos y de los instrumentos fueron muy bien, la parte de la pantalla solar y del autobús es más compleja de lo que pensamos". Todos los entes que participan en esta misión junto con la NASA se han puesto de acuerdo para esperar un año más, pues todo tiene que estar previsto antes de que el cohete despegue con el telescopio doblado como un origami en su interior.

Realmente no existe ninguna cámara fría en la que quepa completamente desplegado, con todos sus accesorios, el telescopio sucesor del Hubble. "Las pruebas con todo se harán a medio ambiente, es decir, a la temperatura normal. Lo abriremos y cerraremos para comprobar que lo hace correctamente pero no podremos saber cómo se comporta en la temperatura que tendrá en su posición en el espacio. Es un pequeño riesgo que tenemos que correr porque no se puede hacer otra cosa", cuenta la viguesa.

Begoña Vila se encarga de dos instrumentos del telescopio, que son la contribución canadiense al proyecto. Uno es fundamental porque es el que consigue que el observatorio se mantenga estable. Es el llamado instrumento de guía. "Mira a una estrella y manda la posición de la misma con mucha precisión, 16 veces cada segundo. Esa información va a otro componente que tiene un espejo que reacciona a la posición que le damos nosotros para mover el espejo principal 16 veces por segundo, si es necesario, para que el observatorio se quede quieto", explica.

La primera vez que pudieron comprobar que este instrumento guía funciona correctamente fue en la cámara fría de Houston. Cerraron, por fin, el ciclo uniendo todas las partes y comprobando que todo el proceso se seguía satisfactoriamente. "Las imágenes en infrarrojo a temperatura ambiente están muy saturadas, no se ve nada. Sabemos que hace una foto pero no vemos lo que hay. Para poder ver la foto de la estrella solo podíamos hacerlo a menos 230 grados centígrados y con los espejos colocados", detalla Vila.

"El instrumento hace una foto de la estrella 64 veces cada segundo. Tenemos un programa que le determina la posición exacta de la estrella que queremos ver y se la manda a ese otro espejo que es uno de los pequeños que forman parte del principal. Ese espejo lee la posición y, a través de un algoritmo, sigue el movimiento de la estrella. El detector actúa como nuestros ojos y el ordenador como nuestro cerebro cuando da las órdenes", añade.

A su vez, la viguesa es la supervisora general de todos los instrumentos científicos del James Webb. "Me encargo de comprobar que cada una de las pruebas que hacemos, con apoyo de los responsables de cada instrumento, son las necesarias y salen bien", destaca. En Los Ángeles, Vila coordinará las últimas pruebas y también formará parte del equipo que vigilará tanto el lanzamiento como el proceso para su asentamiento cuando llegue a su destino, a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra, y se despliegue por completo.

El lanzamiento está previsto que se produzca desde la Guayana Francesa. El James Webb irá a bordo del cohete 'Ariane' de la Agencia Espacial Europea, plegado completamente. El viaje en cohete durará un mes. Después, la viguesa detalla que tardarán entre seis y ocho meses en encenderlo, alinear los espejos y comprobar que todos los instrumentos funcionan correctamente. "Ya estamos trabajando para preparar los comandos que vamos a necesitar enviar al telescopio cuando esté en el espacio", señala Vila. El centro de control de la misión estará en la ciudad estadounidense de Baltimore. Desde allí dirigirán los movimientos del telescopio espacial más ambicioso jamás construido.

Se irá tan lejos de la Tierra que no será posible enviar a otro satélite que envíe imágenes del propio James Webb. Ni el equipo que lleva más de 30 años trabajando con él podrá verlo desplegado por completo con todos sus instrumentos conectados. Eso solo ocurrirá en el espacio, donde será controlado por un sistema de telemetría desde el Estado de Maryland.

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