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La misteriosa gallega de Murillo

Una de las más enigmáticas pinturas del célebre pintor es el retrato de un personaje de la calle de título "La gallega de la moneda

El cuadro "La gallega de la moneda".

Esta semana arrancaron en Sevilla los actos conmemorativos del cuarto centenario del nacimiento del pintor Bartolomé Esteban Murillo (1617-1682), uno de cuyos objetivos es el de promover las facetas del artista alejadas de la temática religiosa de ángeles y vírgenes con la que se ha identificado tradicionalmente su pintura. En efecto, más allá de las imágenes religiosas, la obra de Murillo registra también una serie de escenas costumbristas de niños pícaros, personajes de la calle, limosneros, trabajadores en las más diversas actividades? una pintura profana asimilada al gusto rococó vigente entonces en Europa central y en Inglaterra. Curiosamente, esta obra de género fue la menos afectada por la caída de la apreciación de la pintura de Murillo durante el siglo XX.

Una de las más enigmáticas pinturas de Murillo es el retrato de un personaje de la calle de título "La gallega de la moneda", aunque ciertos investigadores la atribuyen a alguno de sus discípulos o continuadores, que se aprovecharía de la demanda de obras del artista sevillano en unos años en los que el prestigio había hecho subir su cotización. Isabel de Farnesio, segunda esposa del rey Felipe V, alarmada por la falta de obras de Murillo en las colecciones reales, habría adquirido hacia 1730 "Vieja hilando" y "La gallega de la moneda" sin asegurarse de que la autoría correspondiese realmente al pintor. El Museo del Prado la adquirió en 1819.

Dentro de la obra de Murillo "La gallega de la moneda" se sitúa en el género de personajes infantiles y adolescentes en actitudes alegres, que el artista practicó en unos años en que la pintura estaba dedicada casi exclusivamente a temas mitológicos y religiosos, abundando las escenas del Antiguo y Nuevo Testamento. Murillo dedicó a este género popular muchas de sus obras, que nacían sobre todo de encargos de comerciantes flamencos y holandeses residentes en Sevilla o de paso por la capital andaluza, que negociaban en el comercio de las Indias, ya que entonces esas pinturas no estaban bien consideradas en España y además desastres como pestes y terremotos, sumados a la competencia con Cádiz hacía muy difícil que los sevillanos tuviesen capacidad económica para adquirir aquellos cuadros. En Flandes, a diferencia de España, este tipo de escenas y personajes eran ya habituales en el arte. De ser auténtica, la obra pertenecería a la etapa juvenil del pintor, por las influencias que se perciben de Ribera y Caravaggio, sobre todo en el tratamiento de la luz.

"La gallega de la moneda" muestra el primer plano de una figura femenina sonriente cuya cabeza está cubierta por un manto blanco, en contraste con el fondo negro de la pintura. La joven tiene en su mano una moneda de plata que no se sabe si ofrece o recibe de alguien, ya que su sonrisa puede interpretarse de las dos maneras. Una sonrisa, al cabo, tan enigmática como la de la Gioconda. Al misterio del significado se une el del título de la obra, ya que no era muy habitual que figurara en él el origen de los personajes. Algunos autores lo atribuyen al carácter enamoradizo que entonces se atribuía a la mujer gallega, que por aquella época recogía el refrán "moza gallega, sin seguirla se entrega". Algunos autores como J. Brown ("Murillo pintor de temas eróticos: una faceta inadvertida de su obra") atribuyen contenidos eróticos a esta y otras pinturas costumbristas de Murillo. Obras como "Niño espulgándose" (muy similar a la de "Escena de prostíbulo" del holandés Michel Sweerts, en la que aparece una mujer espulgando a un niño), "Muchacha con flores" o "Dos mujeres en una ventana" han sido interpretadas como escenas de erotismo y sensualidad, nada extrañas si tenemos en cuenta que en Sevilla existía uno de los mayores prostíbulos de la Europa del siglo XVII, como corresponde a una gran ciudad portuaria que registraba una enorme afluencia de barcos y visitantes. Se ha llegado a identificar el tema de "La gallega de la moneda" con "La cortesana", de Jacob Adriaensz (1608-1654). En este último, se muestra a una joven hermosa con los pechos al descubierto que muestra una moneda para indicar el precio para acceder al goce sexual de su cuerpo. En la obra atribuida a Murillo, la joven sonriente está totalmente vestida, aunque la exhibición de la moneda puede sugerir el mismo objetivo. El vestido y la toca con la que cubre su cabeza amortiguarían la intención erótica de la pintura de Murillo y permitirían eludir la rigurosa moral católica. En su obra "A propósito de las interpretaciones eróticas en pinturas de Murillo de asunto popular" (Consejo Superior de Investigaciones Científicas), el profesor de la Universidad de Sevilla Enrique Valdivieso niega estas interpretaciones al atribuir a la mentalidad de Murillo el cumplimiento riguroso de los principios morales de la época y el temor del autor a la Inquisición, que perseguía las conductas pecaminosas relacionadas con el sexo.

En el propio Museo del Prado existe también una litografía de Enrique Blanco que reproduce el cuadro de Murillo. El destino inicial era ilustrar el tercer tomo de la "Colección litográfica de cuadros del rey de España el señor don Fernando VII", aunque finalmente no formó parte de esta obra. El autor la dibujaría entre 1826 y 1837, la etapa durante la que el dibujante trabajó en la capital de España.

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