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Pedro Insua: "Para solucionar el conflicto catalán hay que ir a unas elecciones generales"

"Hay que neutralizar la dimensión que tienen en el Parlamento los partidos nacionalistas e ilegalizar a aquellos que defiendan la independencia; son inconstitucionales por esencia"

Pedro Insua, en Madrid. fernando gorena

El filósofo Pedro Insua Rodríguez (Vigo, 1973) está tomando el relevo de su maestro, el fallecido Gustavo Bueno, a la hora de hacer oír su voz, polémica, crítica y discrepante, en el centro del debate público nacional. Profesor de Filosofía, trabaja en Madrid y lo definen como un pensador de izquierdas. Como investigador asociado de la Fundación Gustavo Bueno ha publicado numerosos artículos en "El Catoblepas" y en "El Basilisco". Es autor de los libros "Hermes Católico" (Pentalfa Ediciones, 2013) y "Guerra y Paz en el Quijote" (Encuentro, 2017). Interviene con frecuencia en algunas tertulias televisivas y de radio.

- ¿Nuestro sistema actual en España es verdaderamente democrático?

-En nuestro caso es una democracia muy determinada por el poder de los partidos políticos, a través de los que se expresa la soberanía nacional. Esto es la negación más total y absoluta del franquismo, que prohibió las asociaciones políticas. Al ser los partidos los mecanismos a través de los que se articula la voluntad popular, adquieren un poder tremendo. Son los que ponen en sus listas una serie de candidatos que pasan a ser diputados y son los que hacen la ley. El poder legislativo en España, las Cortes, tiene un poder extraordinario, elige el gobierno y el gobierno de los jueces. Por esta organización la democracia española tiende un poco a la oligarquía. Algo que tiene sus ventajas, por ejemplo, frente a los peligros de "italianización" de España. Si no tuvieran mucho poder un par de partidos quizá estaríamos como está Italia...

- A usted le definen como un filósofo de izquierdas, ¿qué es ser de izquierdas hoy?

-Para empezar, reconocer históricamente la labor de las izquierdas. Y esto hay quien no lo reconoce. Y esa labor está fundamentalmente reflejada en el hecho político de que la condición social no influye ni rebaja tus derechos políticos. Esto lo dice Robespierre en el primer discurso que da. En las izquierdas sí se puede reconocer un núcleo común, que es un principio de distribución a nivel individual de los derechos políticos. Mis derechos políticos no pasan ya a través de un estamento o condición social. Los tengo directamente, en contacto con la nación.

- Pero ese principio básico ya parece aceptado por la derecha española.

-Sí, claro, ahora mismo izquierda y derecha están ecualizadas, que decía Bueno. La derecha de ámbito nacional no pone en cuestión esto. Que el PP sea de derechas es muy discutible. Bueno llegó a decir eso.

- ¿Y qué es entonces la derecha?

-Ahora mismo la derecha en España está cifrada fundamentalmente en los partidos nacionalistas. Son lo que Bueno llamaba "derecha no alineada" con el antiguo régimen. Los partidos que Bueno definía como partidos divagantes o extravagantes referidos a la derecha. Son así porque divagan entre un Estado inexistente, el que quieren fundar, y el Estado real. Y eso significa privar de derechos a los que pertenecemos a la nación real. Privar de derechos a todos en función de una serie de criterios que se alimentan del racismo del siglo XIX y ahora del subterfugio de la cultura. El PNV o CiU entienden que Cataluña o el País Vasco se tienen que organizar por sí mismos políticamente porque tienen un hecho diferencial. Y ese hecho diferencial ya no se basa en la raza, algo impresentable hoy en día, sobre todo tras el Holocausto. Ahora el hecho diferencial se esconde bajo la cultura. Pero es el mismo supremacismo, o incluso peor aún. La raza es algo visible, se puede romper como ideología. Si los nazis tenían que marcar con una estrella a los judíos era señal de que no eran tan reconocibles. Pero el utilizar la cultura como hecho diferencial es algo más oscuro. Dicen: yo soy de una identidad cultural diferente y eso justifica que tenga que estar organizado de otra manera. Pero esa diferencia siempre se entiende como superioridad, no como inferioridad. Y esa superioridad, para que sea plena y se consume, tiene que formarse como un Estado independiente en el que los superiores se organicen por sí mismos y no estén lastrados por esos inferiores. Eso es lo que está funcionando detrás del secesionismo español.

- Un racismo cultural.

-Totalmente. Es peor que el racismo. Es más metafísico. La cultura gallega, ¿qué es eso? ¿Una cultura gallega distinta de la española? Eso ya no hay quien se lo coma.

- ¿Y cómo es que nos lo estamos comiendo?

-Hay mecanismos ideológicos que funcionan con relaciones metafísicas. Esa idea de cultura diferente adula mucho a quien la recibe. Si te dicen que eres diferente, eres superior. Unamuno decía que lo que nos vienen a decir los secesionistas es que son más majos que los demás. Y añadía: ¡Pero si el majismo es una cosa muy española! Se creen tan superiores que es insoportable el lastre secular que están aguantando con respecto al resto de España y quieren independizarse. Así se convertirían en lo que paradójicamente ya dicen ser: una nación próspera, etcétera. Pero si están dos mil años oprimidos y son la repera, si no llegan a estar oprimidos estarían en la estratosfera de las naciones. Serían una cosa marciana, moverían los objetos a distancia con la mente. Si con 2.000 años de opresión, como dicen en el caso de Cataluña, ya son un pueblo muy laborioso, con seny, prudente, si no llega a haber opresión fíjese dónde estarían.

- ¿Hay un patriotismo español que no esté intoxicado por la imaginería franquista?

-Es muy difícil. Ya veremos la consistencia que tiene esto. De momento ha salido y le ha dado un golpe al golpe de Estado secesionista y lo ha frenado. Pero con el coste de convocar unas elecciones que se ven como un plebiscito. Hay mucha gente que ya ha vendido la piel del oso, en sentido favorable al patriotismo español, y yo no lo tengo tan claro. Estas elecciones se plantean como un plebiscito. Como el propio Gobierno está imbuido del fundamentalismo democrático está apostando todo a ganar esas elecciones. Ciudadanos y el PP lo están planteando como un plebiscito. Es un error total, no hay un plan B si pierden. Los soberanistas se van ver con la legitimidad que tú mismo les has servido. Se dirá que el pueblo catalán ha hablado, pero no es el pueblo catalán el que tiene que decidir eso que se dice que plebiscitariamente tiene que decidir. Eso no lo puede decidir sólo el pueblo catalán. Yo soy partidario de plantear unas elecciones generales para neutralizar el carácter plebiscitario de esas regionales.

- La salida son unas generales, dice.

-Sí, aquí se ha planteado una cosa muy seria. Ahora todos tienen que jugársela.

- Eso es casi un proceso constituyente nacional.

-Lo que se quiera. Más que constituyente, es reafirmante de la soberanía nacional, en cuanto que se ha puesto en cuestión la unidad de España y la ha amenazado hasta el punto de dar un golpe. Hay otros mecanismos que serían necesarios para neutralizar ese golpe.

- Por ejemplo?

-Hay que neutralizar de algún modo la sobredimensión que tienen en el Parlamento estos partidos políticos. La ley electoral está montada de tal manera que prima a los partidos más votados para evitar la italianización, pero los regionalistas están muy favorecidos. PNV, 200.000 votos y seis diputados. IU, un millón de votos y dos diputados. ¿Y esto a qué viene? Y yo también soy partidario de la ilegalización de esos partidos como asociaciones ilícitas. Hay que ilegalizarlos porque son inconstitucionales por esencia. Están planteando la amenaza formal y beligerante de fragmentación del país. Que constitucionalices a unos partidos que abogan por la ruptura de la propia Constitución es una cosa absurda desde el punto de vista lógico.

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