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ESTELALos conquistadores gallegos del Pacífico

El comerciante tudense Sebastián Ocampo era un hombre de la máxima confianza de Vasco Núñez de Balboa cuando éste descubrió el Océano Pacífico en septiembre de 1513

Retrato de Luis Vaez.

Fue el historiador Jiménez de la Espada quien bautizó con el nombre de la de los cuatro gallegos, aquella crucial expedición que culminaría con, entre otros, el descubrimiento del archipiélago de las islas Salomón. Y es que fueron, efectivamente, cuatro (sin contar la marinería de base) los gallegos que intervinieron directamente en ella: los comandantes Álvaro de Mendaña y Pedro Sarmiento de Gamboa, el piloto Hernán Gallego y el escribano y cronista real Gómez Fernández de Catoira. En principio, era Sarmiento de Gamboa el destinado a capitanear la singladura pero, a última hora, decidió ceder el mando a Mendaña, según explica el también historiador Luis Gorrochategui, porque este último "era sobrino de López García de Castro, gobernador de Perú, y creyó así que la empresa saldría robustecida".

Constituida por dos buques, la nao capitana "Los Reyes", y la almiranta "Todos los Santos", el día 19 de noviembre de 1567 la expedición zarpaba de El Callao con 160 hombres a bordo. 50 días después avistaban el que sería su primer descubrimiento, un islote al que se denominó Nombre de Jesús. Por consejo del piloto, Hernán, y en contra de la opinión de Gamboa, los buques eligieron mantenerse en una ruta más horizontal, en lugar de emprender proa hacia el sur-suroeste (lo que les hubiese llevado directamente a descubrir Australia). La decisiva elección les propició una sin par aventura de 13.000 kilómetros, distancia que supera la surcada por las tres carabelas de Colón en su primer viaje, y que fue la que cubrieron hasta desembarcar en la isla de Santa Isabel, donde se encontraron con indígenas no hostiles, aunque sí antropófagos. Desde Santa Isabel, en la que construyeron con ayuda de los pacíficos isleños el bergantín "Santiago", el coruñés Hernán Gallego fue el europeo que divisó por vez primera el archipiélago de Guadalcanal donde, al contrario que hasta entonces, los indígenas sí que les atacaron.

Tras un duro castigo contra los hostiles, la expedición reemprendió la ruta diseñada por Hernán Gallego, y se hizo de nuevo al mar en busca de tierras vírgenes, realizando todo un ronsel de "incorporaciones"a la soberanía de la Corona española, la más importante de las cuales fue, en su conjunto, el archipiélago de las Salomón. Su regreso a El Callao no se produjo hasta el 11 de septiembre de 1569.

La capitana Barreto

En el año 1586, Álvaro de Mendaña contrae matrimonio con la pontevedresa Isabel Barreto. En su extremadamente joven, culta y bella esposa el Adelantado no solo encontró su pareja ideal sino también una ambiciosa cómplice de sus sueños de conquista, aventura€y riquezas. Y, por si fuese poco, resultó que la dote de boda que le proporcionó su padre les sirvió para financiar en gran medida una nueva expedición a las Salomón en busca del oro los "esperaba"

Seis años despues de la boda, el 16 de junio de 1895, veintiocho años después de la primera, zarpaba también de El Callao esta nueva expedición de Mendaña, formada por cuatro naves y una tripulación formada por 378 hombres.

Sucedió, no obstante, según coinciden en señalar las crónicas de aquella expedición, que un despiste hizo que la flota pasase por delante de las Salomón sin haberlas reconocido, pero descubriendo, en cambio, las islas Marquesas. Tras bautizarlas, la flota continuó su travesía hasta llegar a las islas de Santa Cruz, en las que sí pudieron cumplir con el objetivo de fundar una colonia de la que, después de derrotar a los nativos, procedieron a autonombrarse gobernadores.

Desgraciadamente, Mendaña no pudo disfrutar mucho tiempo de su conquista. Enfermo de malaria, fallecía en octubre de ese mismo año 1595. Claro que antes, el matrimonio, los hermanos de Isabel y sus hombres de confianza, ya habían tenido que contener los repetidos actos de rebelión de su propia tripulación, unos hombres hartos de cuantas desgracias habían padecido y deseosos únicamente de retornar a Perú. Y tuvo que ser Isabel,la que ejerciese de"capitana" y tomase el mando. Muertos Álvaro de Mendaña y el hermano mayor de Isabel, Lorenzo Barreto, que ostentaba los galones de capitán general de la flota de Felipe II, la pontevedresa se erigió en heredera de los títulos de ambos, esto es: Gobernadora de Santa Cruz,Adelantada de Mar Océano y Almirante da Armada española.

Entre las enfermedades, las guerras con los indígenas y la baja moral de las tropas a su mando, la situación en Santa Cruz se hizo insostenible para soldados, marinos y colonos, pero la impetuosa almiranta, en vez de volver a Lima, optó por dirigir a su propia expedición con un destino y un objetivo: Filipinas. Fue en el transcurso de ese viaje cuando definitivamente se reveló el carácter de una mujer de "actitud inflexible y severa".

En aquella travesía -en la que la tripulación tuvo que alimentarse de cucarachas y víveres putrefactos fallecieron, en tres meses, 150 personas a bordo. De hecho, a Manila llegó solo una de las tres naves que habían zarpado de Santa Cruz.

Isabel Barreto se volvió a casar en la capital filipina. Y su recién estrenado marido, Fernando de Castro, se dejó convencer por la insistencia de la almiranta para intentar afrontar uha "asignatura" que le había quedado pendiente, la expedición a las islas Salomón. Pero nunca llegaron a reunir la financiación suficiente ni los permisos necesarios, aunque persistieron durante varios años en el intento.

El comerciante intrépido

Paradójicamente, Sebastián Ocampo es un personaje del que se sabe más en Cuba que en España,pues en los libros de texto cubanos figura como"el primer hombre que circunavegó el país y demostró su insularidad".

Que Ocampo estaba muy bien relacionado con los Reyes Católicos o que éstos le debían algún favor anterior, lo confirma su biógrafo Rajoy Feijoo, "puesto que en la documentación que manejé,Ocampo siempre es tratado como comendador, un cargo político".

Ésta es una de las varias lagunas biográficas que existen en torno a Sebastián de Ocampo. Otra es la inexistencia de un retrato de este gallego del que,por otra parte, algunos historiadores como Carmen Mena,aunque no nieguen sus conocimientos náuticos y su cargo de comendador, consideran que era, ante todo, un comerciante, un hombre que fue a América a hacer fortuna. El caso es que el por aquel entoces gobernador de La Española, Nicolás de Ovando, encomendó a Sebastián de Ocampo una misión muy especial: averiguar si la cercana Cuba era una península de las Indias Occidentales o, por el contrario,una isla.

Sobrado conocimiento de navegación debería tener,así pues, el gallego cuando Ovando se decantó por él para guiar la expedición de aquellos dos barcos (carabelas) que, al cabo, demostraron que Cuba era, efectivamente, una isla.

A Ocampo se le relaciona también con Núñez de Balboa y la expedición en la que bordeó el golfo de México y descubrió el Océano Pacífico. Una de las últimas noticias que se tienen del comendador fue que, en 1513,Vasco ordena a Ocampo que regrese a España para que entregue al rey Fernando 370 pesos de oro y una carta.Esa resultó ser su postrera misión pues, en una fecha incierta de 1514, Ocampo fallecía en la ciudad de Sevilla.

Por el Norte, Alaska

Sobresaliente fue la epopeya del coruñés de Corme Francisco Mourelle de la Rúa, el marino que siguiendo también la estela de las especias se internó en los tenebrosos mares helados y fue el primero en explorar la remota tierra de Alaska, hazaña que los anglosajones acostumbran a atribuir al gran James Cook, que ciertamente fue de los primeros en llegar allí, pero después de Mourelle y gracias a los mapas elaboradas por el descubridor coruñés.

Navegante comparable a los más grandes -Colón, Magallanes o Cook- el periodista Pemón Bouzas rescató su memoria en la novela Las luces del norte (Styria), en la que recrea la "última gran epopeya" de la marina española: la exploración de Alaska durante el siglo XVIII, por la cual España se adelantó a la intervención del británico Cook. Bouzas comenzó a investigar sobre la presencia española en Alaska y descubrió que el propósito que guiaba a estos marinos era hallar el mítico Paso del Noroeste, un supuesto canal que unía el Océano Pacífico y el Atlántico, "clave" para controlar el comercio de "algo más valioso que el oro": las especias, clavo, canela y tés, que se consideraban "altamente afrodisíacos". Además, España, con su imperio en pleno declive, "no podía permitir que otros países encontraran ese paso", ya que en él residía su "última oportunidad para volver a ser una gran potencia", indica el escritor.

Desde joven, Mourelle de la Rúa sintió la llamada del mar pero la exigua fortuna paterna -era hijo de pescadores- no le permitió ingresar en la Real Compañía de Guardiamarinas de aquella con base en Cádiz y hubo de conformarse con ingresar en la Academia de Pilotos del Ferrol. En 1772 sale para la isla Trinidad como segundo piloto de la corbeta "Dolores". En enero de 1775 es nombrado primer piloto del puerto de San Blas en México, punto de partida para los reconocimientos hidrográficos españoles en Alta California.

Allí conoce a Juan Francisco Bodega con quien hará un excelente binomio y con el que navega a partir de 1775 explorando la costa de California y tomando posesión del puerto de la Trinidad, la rada de Bucarelli y el puerto de los Remedios entre otros puntos.

En septiembre de 1780 el gobernador de Filipinas José Basco y Vargas le confió el mando de la fragata Princesa y le ordenó llevar ciertos documentos importantes para el virrey de México. Durante este viaje atravesará el océano Pacífico descubriendo numerosas islas la Ermitaño, cuyo nombre perdura, y otras que él llamó San Francisco, San José y San Antonio pero que hoy se llaman Simberi, Mabua y Tabar.

Su descubrimiento más importante fue el del grupo de las islas Vavao en el archipiélago de Tonga. Allí tuvo ocasión de conocer a un numeroso grupo de isleños que veían por primera vez al hombre blanco. Los españoles estuvieron un mes en este paradisíaco lugar, sin ningún incidente con los indígenas. Sus descripciones de este pueblo nos hacen recordar invariablemente la famosa película de Marlon Brando sobre el motín de la Bounty.

Según el historiador Donald C. Cutter "las relaciones y mapas relativos a esta expedición colocan a Mourelle de la Rúa a la misma altura que los capitanes Cook, Bougainville, Malaspina y La Pérouse en las exploraciones del Pacífico."

Resulta increíble que hasta casi los 50 años, tras una memorable batalla naval contra los ingleses, no accediera al grado de capitán de fragata, a pesar de sus grandes servicios oceanográficos y de la confianza depositada en él por varios virreyes. "Y todo por su origen humilde", deduce Bouzas.

Luis Vaez, ¿descubridor de australia?

  • La autoría de los descubrimientos realizados por aquellos intrépidos navegantes de los siglos XV, XVI y XVII está sembrada de polémicas. Una de las cuestiones de más controvertidas es la de quién llegó (o avistó) primero al que sería el quinto continente del planeta, Australia. Oficialmente admitido que el legendario James Cook fue el pionero en explorarlo (aunque también en este asunto existen disidencias) entre los nombres de los descubridores figura, cómo no, un gallego, Luis Vaez de Torres, quien comandaba la expedición que, el 21 de diciembre de 1605, partía de El Callao y que estaba constituida por una flota de tres barcos con 130 hombres en su tripulación. Vaez era el capitán de uno de aquellos barcos el "San Pedro".Según las consultas efectuadas por la especialista Milagros Bará, una tormenta separó la flota, pero "Vaez continúo hasta Manila y tras costear Nueva Guinea, en la banda opuesta avistó otra gran tierra, Australia". Tal hecho está confirmado por una carta que Vaez Torres le envió al rey Felipe III en la que le consignó noticias muy completas de su hallazgo, incluidas la descripción de los aborígenes, su hidrografía, etnografía y topografía". La gesta no se promocionó, ni siquiera se dio a conocer, porque, según parece, el monarca español la consideró un "secreto militar".

Media docena de pioneros

  • >> Sebastián Ocampo. Nacido en Tui. Formaba parte del pasaje de flota comandada por Vasco Núñez de Balboa que, en 1513, descubrió el Océano Pacífico.>> Álvaro de Mendaña. Nacido en la provincia de A Coruña. Descubridor de las islas Salomón.>> Isabel Barreto. Nacida en Pontevedra. Colonizadora de algunas de las islas del archipiélago de Filipinas.>> Pedro Sarmiento de Gamboa. Aunque hasta hace unos años se databa su nacimiento en Alcalá de Henares, cobra vigor las tesis de que tuvo lugar en una localidad de la provincia de Pontevedra. Está comprobado que su infancia transcurrió en Galicia. Promotor de la expedición en la que se descubrieron las islas Salomón, fue pionero en la exploración de la Patagonia.>> Luis Váez. Su cuna de nacimiento es objeto de debate entre Galicia y Portugal (los biógrafos apuntan a una "villa fronteriza", posiblemente Tui). Se le atribuye el auténtico descubrimiento de Australia (antes de los holandeses).>> Francisco mourelle. Nacido en Corme. Lideró las exploraciones españolas de Alaska.

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