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ESTELAGalicia, verano distinto

Noches frescas, playas poco frecuentadas, puestas de sol a las 22.00 horas, furanchos... Son algunos de los "hechos diferenciales" del verano gallego

Galicia Calidade fue uno de los mejores lemas que desde las instituciones emplearon para difundir las virtudes de esta (nuestra) tierra. El concepto ya es un mantra que ahora se ha convertido en hashtag y rivaliza con el "recién" acuñado #Galifornia que en la década de los 2000 inició una tímida andadura en la red en referencia al área de Vigo y a día de hoy es legión en las redes sociales para referirse a toda la Comunidad. Galicia Calidade es en realidad un certificado de calidad de los productos y servicios avalada por su origen gallego: ¡Qué más se puede pedir!

En un verano con un debate masivo sobre el turismo (también masivo en muchos de los casos) toca celebrar que a Galicia (todavía) no ha llegado esa aglomeración de discípulos del paloselfi. Aunque la Praza do Obradoiro sea un ir y venir de visitantes y haya que pedir cita previa para visitar la Praia das Catedrais. Y pese a que el número de peregrinos que llegan a través del Camiño de Santiago siga en aumento. Aquí tenemos un verano distinto, a fuego lento, donde la tranquilidad supera al ritmo frenético de otros sitios de vacaciones.

Veranear en Galicia tiene una gran diferencia respecto a otros puntos del país y es el clima suave. Más allá de los tópicos de que aquí siempre llueve, el calor no suele apretar como en el sur, y si lo hace, existe la seguridad de que refrescará por la noche. Porque aquí las noches son de mantiña, incluso en agosto: el pasado jueves bajaron incluso de los cero grados en Xinzo de Limia. Este verano no está siendo tan cálido como se esperaba pero sí bastante seco. Que se cruce un día nublado de vez en cuando también permite acercarse a los parajes gallegos de otra manera. Esa chaquetiña que se agradece cuando te quedas en una terraza hasta que anochece, rozando las diez de la noche, es una virtud de los veranos en Galicia.

Por no hablar de nuestras espectaculares puestas de sol atlánticas que dejan sin habla a quienes nunca han visto cómo Lorenzo desaparece sobre la línea del océano pero ya no sorprenden a quienes las respetan cual ritual ancestral de esta época del año.

Dieciséis rías permiten que la costa gallega sea excepcional. Lo mejor para atisbar las formas que crea el mar sobre el terreno es salir a navegar. Las rías son espacios tranquilos que permiten a cualquiera ser un tripulante modelo, sobre todo las Rías Baixas, pues en la Costa da Morte la bravura del mar se manifiesta con una mayor intensidad.

Si el objetivo de las vacaciones es un retiro en playas paradisiacas, en Galicia será difícil elegir una sola. Las de arena fina y aguas cristalinas de las Illas Cíes son las más demandadas por los expertos, pero las siguen las de Ons, O Morrazo, Valdoviño... y esas pequeñas calas escondidas como puede ser la de Areafofa en Nigrán. En las rías de Arousa y Noia queda mucho por descubrir, y si lo que se busca es coger la tabla, de bodyboard o de surf, aparte de en Patos, en la costa norte gallega cuentan con referentes como el arenal de Razo, en Carballo.

Galicia repitió este verano en el segundo puesto en número de banderas azules en sus playas, ciento trece arenales de treinta y ocho concellos tienen el visto bueno para el baño, solo por detrás de Valencia, donde este distintivo ondea en ciento veintitrés playas. La Xunta destacó este año que acaparamos casi una cuarta parte de las quinientas setenta y nueve distinciones que reconocen la calidad de los arenales españoles otorgadas por la Asociación de Educación Ambiental y del Consumidor.

El paisaje gallego sorprende por su variedad, puedes pasar de un faro que preside una punta donde rompe el Atlántico a una aldea rodeada de vegetación en el interior. Seis parques naturales son las joyas de la conservación de los diferentes ecosistemas que hay en Galicia: Serra da Enciña da Lastra (Rubiá), O Invernadeiro (Vilariño de Conso), Monte Aloia (Tui), Serra do Xurés (Lobios), Fragas do Eume (Pontedeume) y el Complexo dunar de Corrubedo y las Lagoas de Carregal (Ribeira).

Pero los veranos aquí no solo destacan por los múltiples planes y paisajes, dicen que los gallegos conquistamos por el paladar además de con esa ironía fina a la que llamamos retranca. Más allá del marisco fresco, el secreto de la gastronomía gallega está en los furanchos: tortilla, empanada, zorza, carne ao caldeiro, croquetas, pimientos de Padrón... Otra ventaja es que la cuenta suele ser razonable, además, las cañas van siempre con tapa por estas tierras; y cuando decimos tapas hablamos de callos, empanada o incluso percebes si sabemos elegir bien el sitio.

En definitiva, un verano gallego hay que probarlo al menos una vez en la vida, porque no nos olvidamos de lo que ocurre cuando se pone el sol y llega la fiesta nocturna. Las grandes orquestas ya son una atracción en sí misma en las noches estivales, así como los múltiples festivales y celebraciones populares que permiten que la música en directo y al aire libre llegue a todos los rincones de Galicia.

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