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Olímpicos "para siempre"

No se consiguió ninguna medalla, pero todos coinciden en señalar aquellos Juegos como uno de los más importantes episodios de sus vidas

Carlos Adán, Enrique Míguez Alejandro Gómez, deportistas gallegos en Barcelona 92, reunidos esta semana en Vigo. // José Lores

"La olimpiada de Barcelona fue una pasada. La villa era una ciudad hecha para nosotros, salías de la habitación y solo había gente como tú: joven y deportista. Era otro mundo. Yo tenía 20 años, era mi primera vez e iba con los ojos abiertos como platos a todas partes". La pontevedresa Ana Penas formó parte del equipo de piragüismo femenino que quedó semifinalista en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, los únicos celebrados en España hasta la fecha, y de los que este mes se cumplen 25 años.

Como suele ocurrir, España, país anfitrión, se alzó con más reconocimientos que nunca: fueron 22 medallas en los Juegos en los que más deportistas españoles participaron. La de Barcelona se convirtió también en la olimpiada más gallega de la historia, con 17 participantes patrios. Estos Juegos se recuerda por el oro del Dream Team de baloncesto de Estados Unidos, el primer oro español en atletismo de Fermín Cacho y las actuaciones de Montserrat Caballé junto a Freddie Mercury cantando "Barcelona" en la inauguración; y de Peret, Los Manolos y Los Amaya que interpretaron "Amigos para siempre" en la fiesta de clausura.

"Había corrido en mundiales pero eran las olimpiadas y eso es lo más grande. Además, las primeras en tu país. Los nervios estaban a flor de piel por la responsabilidad que teníamos. Nunca estuve tan inseguro en una carrera", cuenta ahora el atleta pontevedrés Carlos de la Torre, que participó en los 10.000 metros junto a los vigueses Alejandro Gómez y Carlos Adán.

Para Alejandro Gómez Barcelona 92 fue "un punto negro" en su vida deportiva. Guarda buen recuerdo de la experiencia y pudo vivir de cerca la fiesta de clausura pero su actuación no salió como deseaba. "No es que no estuviera preparado, es que una lesión y el hecho de tener que correr en el último momento para volver a estar dentro de los Juegos me pasaron factura. Fue una gran decepción deportiva. No sé lo que pasó pero me había desmarcado del grupo e iba detrás de un portugués que decidió retirarse. Para cuando me di cuenta había salido de la pista yo también", relata todavía con cierta rabia. Gómez reconoce que era un atleta "muy exigente" consigo mismo y logró hacer la mejor marca de España en 10.000 metros pocos meses después de la olimpiada. Ahora está retirado de la alta competición y practica un deporte con perros, el canicross.

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25 vueltas a la pista dio Carlos Adán, que llegó a la segunda semifinal de los 10.000 metros en los Juegos del 92. "Era una competición emocionante. Ahora lo que me queda de aquello es que lo di todo", afirma. Adán todavía conserva el récord de Galicia de los 5.000 metros (con una marca de 13.19,71 minutos que logró en Sevilla en 1993), su "mayor ilusión" ahora es que venga un chico joven y se la quite. "Creo que hay gente muy buena como Miguel González y Adrián Ben que podrían hacerlo", apunta. Él sigue compitiendo a nivel popular y corre cada semana por Castrelos, donde también se entrena la viguesa Estela Estévez.

"La única estrategia que teníamos mi entrenadora y yo era que había que salir a morir. De hecho me quedé a centésimas de mi mejor marca [fue novena]", dice Estévez. Ella participó en los 3.000 metros, una prueba que ya no existe: "La estrategia de todas las correrdoras fue ir lentas al principio, así que yo tiré adelante para desmarcarme y sentí como desde las gradas la gente me gritaba para que siguiera. En los últimos metros apretaron y me fueron pasando".

Carlos de la Torre señala que los deportes individuales, y en especial el atletismo, "son muy duros porque dependes de ti mismo y hay que entrenar durante casi los 365 días del año". Los cuatro atletas coinciden en que "te pierdes muchas cosas" mientras participas en la alta competición. La viguesa corre a diario. "Me gusta, lo necesito. Mi equilibrio emocional parte de tener un rato al día para correr", confiesa. Ella fue la encargada de pasear por Vigo la antorcha olímpica antes de los Juegos.

Carlos Aldán tras correr en Barcelona 92.

A la mayoría de los gallegos les coincidió que sus pruebas no eran los primeros días de la olimpiada, por lo que no pudieron acudir a la ceremonia de inauguración. Ana Penas recuerda la "desilusión" de todos los de remo porque les mandaron los uniformes pero no les dejaron ir. "Estábamos concentrados en Pelayos de la presa, así que como nos quedamos sin desfile en Barcelona nos vestimos y recorrimos todos juntos el pueblo ese día. Fue muy divertido", rememora. Penas dejó el remo en 2001 tras acabar terceras en el Mundial de 500 metros y segundas en el de 200.

Enrique Míguez se jugó todo a una sola carta en estos Juegos con su piragüa, compitieron solo en 500 metros. Su compañero se puso enfermo y no pasó a la final. "La desesperación era ver como te iban pasando cuando estábamos entre los tres primeros", cuenta.

"Dejas muchas cosas atrás", asegura Míguez, quien por ejemplo se perdió el nacimiento de su hija porque estaba ganando una medalla. Una como el bronce que logró en las olimpiadas de Los Ángeles (1984), en la prueba de remo de 500 metros.

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"Es muy sacrificado y muy duro. Incluso a veces es poco sana la alta competición porque estás siempre llevando a tu cuerpo al máximo nivel", añade. Míguez está ahora disfrutando plenamente del remo desde la categoría de veteranos. "Sigo entrenando casi todos los días pero con la satisfacción de que hago lo que quiero y como quiero, antes hacía lo que quería pero como querían los demás. Hoy en día es más importante el hecho de participar, ganar ha dejado de ser la esencia. Ahora disfruto de los compañeros y del ambiente", afirma.

Estela Estévez con la llama olímpica.

Trece oros, siete platas y dos bronces se sumaron al medallero español en Barcelona. "Se apoyó muchísimo a todos los deportes para aquella olimpiada. Hubo becas que te permitían conciliar deporte y vida", destaca Estela Estévez. "Pero esas ayudas desaparecieron después, sobre todo para los deportes minoritarios", apostilla Carlos de la Torre.

Alfredo Vázquez, compañero del actual Rey

  • "Durante la olimpiada la sensación de que teníamos era la de vivir en una especie de paraíso. Lo más importante que me llevé fueron los amigos, son lo que después te aporta cosas en la vida. Mucho más que los títulos". Alfredo Vázquez compitió en la clase Soling de vela junto al entonces príncipe Felipe de Borbón y a Fernando León. "Éramos de los más jóvenes, recuerdo como si fuera ahora que nos clasificamos en la última regata a costa de los canadienses. El nivel era muy alto y aunque la comunicación era muy precisa entre los tres y nos jugamos hasta la última prueba quedar entre los seis primeros, no lo logramos", recuerda."Al principio estaba un poco asustado navegando con Felipe, pero con el tiempo me resultaba más difícil establecer la relación formal que la de amistad. Creo que el deporte es la mejor escuela de la vida porque te permite desarrollar tu personalidad y ser perseverante. El Rey en el barco era un tripulante más y por momentos estaba a las órdenes de otro... Pienso que esta etapa como regatista le ha ayudado mucho con el trabajo que tiene que hacer ahora", explica el vigués, afincado desde entonces en Barcelona.Vázquez estudió Ingeniería Industrial y no llegó a dedicarse profesionalmente a la vela, solo lo hizo durante los cerca de cuatro años que formó parte de la tripulación del Rey Felipe VI y de Fernando León. "Teníamos una relación muy intensa, al final estábamos todo el día juntos y se necesita mucha compenetración en el barco. Esa relación se cortó pero queda la amistad", apunta. Ahora ese vínculo ya no es tan fluido pero han navegado juntos más veces desde aquella etapa y hablan por teléfono de vez en cuando. "Es difícil llamarle ahora porque está muy ocupado, pero siempre hay momentos en los que le mandas un mensaje", cuenta.El vigués sigue navegando pero en barcos de vela ligera y ya no compite en regatas. "Es la pasión de tu vida y además puedes navegar hasta que te vas al cementerio". Vázquez asegura que a día de hoy existe el mismo talento en la vela en España, o más, solo falta el apoyo con el que contaron para aquella olimpiada del 92. "Ahora en deporte sin dinero no vas a ningún lado", lamenta.

José Brasa, un entrenador de oro

  • El técnico vigués José Brasa fue el artífice de la medalla de oro que consiguió el equipo femenino de hockey hierba en las olimpiadas de Barcelona. "Hicimos muchas cosas adelantadas a nuestro tiempo", dice en referencia a la preparación a la que se sometieron las chicas para alcanzar el triunfo tras una prórroga agotadora.Brasa buscó a una psicóloga formada en deportes, Isabel Blanco, para que se uniera al habitual equipo técnico. "Un año antes de los Juegos se fraguó el oro", así de claro lo tiene. Hubo una reunión que ya resulta mítica en la que el entrenador vigués juntó a una treintena de jugadoras y les planteó tres opciones de cara al verano de 1992."Podíamos ir a desfilar y, por lo tanto, vernos unos días antes de la olimpiada para practicar; entrenar normal y entonces aspirar a quedar entre las seis primeras selecciones del mundo; o prepararse para tener más de un cincuenta por ciento de posibilidades de entrar en las semifinales", recuerda, "lo que no les gustó de esta última opción fue que les dije que decantarse por eso suponía hacer una entrenamiento inhumano", añade.La tercera opción triunfó y todos se pasaron el invierno en Cuba entrenando todo el día en una situación climática similar a la que tendría Barcelona en verano y en una pista igual a la que tendrían en la competición. "Lo nuestro fue un triunfo de la ciencia y de la tecnología", asevera.Brasa jugó a hockey desde que puede recordar. Con diecinueve años, en segundo de Químicas, le nombraron entrenador del primer equipo de su club y a partir de ahí no hizo más que destacar por sus innovadores métodos. Pese a sus muchos logros, se queda con el oro de Barcelona: "Lo mejor que me ha pasado a mí en deporte es ver a las chicas salir del túnel de vestuarios después de ganar la final. Estaban exultantes de belleza y felicidad".

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