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Ramón López de Mántaras: "Las victorias de los ordenadores son victorias humanas"

"Las máquinas nos están reemplazando desde la Revolución Industrial, pero ellas solo saben hacer una cosa, y la nuestra es una inteligencia generalista"

El doctor en Física e Informática Ramón López de Mántaras. // L.Fdez.

Ramón López de Mántaras dirige el Instituto de Inteligencia Artificial del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Es doctor en Física e Informática y uno de los pioneros en España en el uso y la investigación de los procesos para hacer máquinas inteligentes, así como un destacado experto a nivel Europeo. Dice que su disciplina se enfrenta a un imposible: inculcar el sentido común a las máquinas. Ésa es una de las cosas que nos hace humanos.

-¿Una máquina puede ser inteligente sin tener consciencia?

-Claro, claro. Si usted me pregunta si la máquina piensa, yo le digo que no piensa con pensamiento consciente. Piensa de forma muy distinta a nosotros.

-No piensa que piensa.

-No sabe nada de lo que está haciendo. La máquina que juega al ajedrez no sabe lo que es el ajedrez. No sabe nada en realidad del ajedrez. Sabe hacer los movimientos y sabe utilizar una serie de estrategias que han programado de forma compleja los programadores. Que ésos sí son muy inteligentes. La inteligencia artificial tiene muy poco que ver con la inteligencia humana. Es más, yo diría que no tiene nada que ver.

-¿Pero podremos llegar a provocar sentimientos en las máquinas?

-Yo soy de los que piensan que no.

-Algunos sostienen que sí.

-Se puede engañar y hacer pensar que la máquina tiene sentimientos. Tú puedes tener un robot que al llegar al principio de una escalera se detiene y se va hacia atrás. Lo ves y piensas: ha tenido miedo. No. Eres tú quien está proyectando lo que es humano en él. El robot no tiene miedo, simplemente hay un sensor que ha detectado que hay una discontinuidad en el suelo y un software que le dice que se detenga y se mueva hacia atrás. Esto quiere decir que era el programador quien tenía miedo de que el robot se cayera.

-¿Cuando se multiplique nuestra capacidad de computación lograremos que las máquinas adquieran conciencia?

-No yo soy muy escéptico ante esas profecías que lanzan algunos. Si usted me dice que eso puede pasar dentro de mil años, yo me callo. Pero que ocurre en un plazo razonable, y le digo que en diez o quince años, ni hablar.

-¿Si la conciencia no se alcanza con más capacidad de computación, entonces se podría suponer que nuestro cerebro es "algo más"?

-No, no. Básicamente nuestro cerebro es procesamiento de información, de eso estoy convencido. Pero no sabemos muy bien cómo funciona el cerebro. Sabemos demasiado poco del cerebro. El tipo de procesamiento de información que hace un cerebro, cómo aparece el pensamiento consciente en un cerebro, nadie lo sabe. A lo mejor incluso no reside todo en las neuronas. Hay gente que últimamente está hablando de que las células gliales como los blastocitos juegan un papel fundamental en el procesamiento de la información y del pensamiento y que a lo mejor son más importantes que las propias neuronas. Y hay diez veces más células gliales que neuronas. El 90 por ciento del cerebro son células gliales, no neuronas. Por eso todos los sistemas de redes neuronales artificiales son burdas aproximaciones del cerebro que ni merecen ser considerados aproximaciones del cerebro.

-¿El avance de la inteligencia artificial depende de imitar la estructura del cerebro?

-No. La prueba es que los intentos de imitar el cerebro son todavía muy aproximados y, sin embargo, se están consiguiendo cosas impresionantes en inteligencia artificial. Como jugar al ajedrez mejor que cualquier ser humano. Gracias al llamado aprendizaje profundo, modelos muy complejos con muy poquitas similitudes realmente con el cerebro humano pero que a pesar de todo funcionan muy bien. Del mismo modo que los aviones vuelan sin agitar las alas, se puede conseguir algo similar a lo que consigue la naturaleza por otros medios. Ahora, la gran diferencia, aparte de que las máquinas no saben lo que están haciendo, no son conscientes, es que son inteligencias artificiales muy específicas. Los seres humanos somos más generalistas, tenemos un amplio espectro de capacidades. El ordenador que juega muy bien al ajedrez no sabe jugar a nada más.

-Cuando un ordenador ganó por primera vez a un jugador de Go, aquello parecía una derrota de la humanidad.

-También se dijo cuando "Deep Blue" ganó a Kasparov. Al contrario, yo creo que son victorias de la humanidad. Porque son seres humanos los que han diseñado estos programas.

-Siempre asoma la amenaza de que la máquina nos va a reemplazar.

-Las máquinas nos están reemplazando desde la Revolución Industrial. Y seguirán reemplazándonos. Cada vez las hacemos hacer cosas más complejas. Pero sólo saben hacer una sola cosa.

-¿Ésa es nuestra ventaja frente a ellas?

-Tenemos dos cosas. Primero, que nuestro pensamiento es consciente y, segundo, que somos muy generales. Tenemos conocimientos de sentido común. Sabemos muchas cosas que no las hemos aprendido en las escuelas o universidades. Que las aprendemos a través de vivencias. Por ejemplo, imagine que tengo un robot doméstico. Me voy por la mañana de casa y le digo que por la noche me gustaría una cena rica en proteínas. Regresas y como no habías comprado carne, descubres que tu gato ha desaparecido. Esto tú no lo harías nunca. Es de sentido común que no hay que cocinar un gato. Pero un robot no tiene sentido común. El robot hará lo que sea para satisfacer tu orden. Una persona no cocina el gato porque el valor nutritivo es menor que el valor emotivo y sentimental. Pero la máquina no comparte los valores humanos.

-Pero podríamos programarla con esos valores.

-Pero la casuística es muy grande. ¿Le prohíbo cocinar cualquier animal? Las posibilidades son tan grandes e imprevisibles que no le puedes decir todo a una máquina. Los conocimientos de sentido común no se pueden dictar. Hay millones, como que los padres han nacido antes que los hijos, que cuando te mueres permaneces muerto toda tu vida, que no tienes que servir una bebida cuando dentro hay un insecto, que si llueve te mojas, que cuando sueltas un objeto se cae? Hay millones de situaciones. Si tengo que decírselas todas a la máquina para que las tenga todas, nos pasaríamos todos los seres humanos tecleando todos los días de nuestra vida y nunca terminaríamos. No puedes meter en una máquina todos los conocimientos de sentido común que puede llegar a necesitar para desenvolverse en el mundo. Ninguno de nosotros es consciente de todo lo que sabemos que es de sentido común. Yo soy incapaz de decirle a usted qué conocimientos de sentido común tengo, pero los pongo en marcha cuando hace falta.

-¿Y en qué ámbito deberíamos especializarnos los humanos para no ser reemplazados por las máquinas?

-Es difícil de decir. Creo que en todo aquello que requiera habilidades sociales. Lo que tenga que ver con asuntos de empatía, interactuar con alguien, escuchar. También con cosas más creativas en las que tengas que improvisar una solución. Y la destreza. Los robots, a pesar de que tienen manos artificiales, no tienen la destreza de una mano humana a la hora de hacer ciertas acciones muy finas.

-Las técnicas de inteligencia artificial ya son comunes en internet. ¿En qué medida somos esclavos de los algoritmos que se utilizan en la red, en las búsquedas de Google por ejemplo?

-Mucho. Los algoritmos están influyendo muchísimo en nuestras vidas. Sobre todo en nuestras decisiones de compra. Incluso en las relaciones sentimentales, porque hay aplicaciones para "ligar" o para encontrar pareja. Comparan los perfiles y te sugieren que esta persona puede ser alguien con la que podrías tener química.

-¿Y para manipularnos ideológicamente?

-Sin duda alguna. Para influir en tu voto. Para dirigir ciertos mensajes más o menos favorables a ciertos candidatos en función el perfil que tengan las poblaciones.

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