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ESTELAGallegos porque quieren

Han dejado de sentirse extranjeros y confiesan haber encontrado su paraíso personal en Galicia

David Middleton, ante un mural suyo en Moaña. // Gonzalo Núñez

Entre las singulares y maravillosas sorpresas que la Illa de Arousa ofrece, se encuentra la posibilidad de escuchar hablar en gallego, con giros dialectales de O Salnés, a Gabrielle Hundelshausen, actual edil de Medio Ambiente del único concello isleño de Galicia. Gabrielle llegó de Alemania hace catorce años. Estando en Hamburgo, donde residía, un día vio por televisión las imágenes de los estragos causados por el naufragio del petrolero "Prestige" (noviembre de 2002) y, casi acto seguido, llenó su maleta con "cuatro trapos" y se presentó por primera vez en Galicia dispuesta a echar una mano en la retirada de chapapote. Cuatro años después, decidió fijar su residencia en A Illa, y no tiene inconveniente en decir por qué: "Cando foi o do Prestige -cuenta- xa me gustara moito o sitio, coñecín a moita xente, fixen moitos amigos, así que procuraba volver cada vez que podía e, ben, resulta que tamén atopei mozo, namoreime, e daquela quedeime". Que quede bien claro que, mientras nos habla en gallego, no se atisba en Gabrielle el más mínimo acento alemán, cosa que sí puede ocurrir al escucharla hablar en castellano. Por el contrario su tono suena al de "mariscadora de toda a vida" de las que tanto abundan en A Illa. Charlamos en ella a pocas horas de que emprendiese un fugaz viaje a su Alemania natal: "É só por uns días, de visita. Axiña volveréi á Illa, que é aghora onde está miña casa....e por moitos anos!".

A otra isla, la de Ons, llegaba en 1964 un joven antropólogo sueco llamado Staffan Mörling. Su objetivo era realizar una estudio sobre las similitudes entre las embarcaciones tradiciones gallegas y las antiquísimas naos vikingas, pero lo que no sabía es que había venido para quedarse: ¿La causa? Pues en primera instancia que le gustaron sobremanera las gentes y el lugar al que había ido a parar, pero con el tiempo ya le cuesta menos confesar la verdad, es decir, que le ocurrió lo que a Gabrielle, que se enamoró, que quedó prendado, en este caso, de una joven isleña, Josefa Otero "Chefa", con la que ahora comparte el otoño de la vida y a la que, hace un par de años, dedicó su primera novela, con un título tan emotivo cual "Namoreime en Ons". De la Ons a la que, hace más de cincuenta años, llegó Mörling, queda muy poco, y éste es uno de los motivos de la nostalgia de un Staffan que, ya jubilado, reside en Bueu, pueblo en el que puede presumir de haber sido declarado Hijo Adoptivo y con una calle dedicada, y desde donde añora aquellas juventudes isleñas: "En aquella illa a la que yo llegué existía una sociedad igualitaria y solidaria, había cohesión, había cultura común, todos vestían igual, sus dornas eran idénticas, nadie era más que otro, no había esa odiosa competitividad de la sociedad de consumo?"

La presencia de japoneses en Galicia se ha hecho ya habitual. Pero, eso sí, como turistas. Pocos son los que se quedan, y una de ellas es Mari Hashimoto, profesora de la Escuela Oficial de Idiomas de Vigo, ciudad en la que vive desde hace seis años. Mari descubrió Galicia haciendo el Camino de Santiago, y lo cuenta de esta bonita manera: "En mi país, decidí aprender el español porque me gustaba el idioma, así que para conocer mejor España, hace 23 años, decidí hacer un viaje y disfrutar de un año sabático. Compré un billete de avión y llegué a Cádiz. En unas semanas conocí a mi exmarido y ya en aquel entonces tomé la decisión de quedarme a vivir en España. Un día, hace seis años, me animé a hacer el Camino de Santiago y llegué a O Cebreiro el día de Navidad. No soy creyente, pero me acerqué a la iglesia para asistir a misa. Todavía no había nadie y el cura me pidió que leyese un texto durante la misa en el que aparecía la frase Hija, te adopto. Sentí como si un dios de Galicia me lo lo hubiese dicho. El cura me regaló una cruz de San Francisco que siempre llevo y, al año siguiente, ya estaba en Vigo dando clase".

Enamorada de Galicia, Mari, no obstante, también ejerce como una especie de embajadora cultural de Japón.Hace dos años editó en gallego un libro titulado "Iwashi" (Edicións do Cúmio) en el que recorre la cultura gastronómica de su país y acaba de abrir un blog del que nos pide que hablemos. Se llama Mi Kobuna y su última entrada, esta misma semana, estaba dedicada a la celebración de San Valentín. En ella leemos: "Ayer fue San Valentín, día de los enamorados. En Japón, este día también es especial, ya que es el momento en que una chica puede declarar su amor a un chico, regalándole una chocolatina. En mi época se consideraba que tales actos eran demasiado atrevidos para las japonesas, y sólo estaba permitido en el día de San Valentín. Luego se extendió la costumbre, y se comenzó a regalar chocolate entre amigos, compañeros del trabajo, familia, etc, pero siempre regalan las chicas (en marzo hay otro día en el que le toca a los chicos)".Hari nos aclara que no es la única japonesa que reside en Galicia, nos presenta a dos de sus paisanos, y nos invita a visitar la Casa de Japón en Santiago, una asociación que cuenta con unos veinte compatriotas suyos que han echado raíces bien profundas en Galicia.

Quien presume de ser (hasta que no le demuestren lo contrario), la única persona de Islas Salomón que reside en España es Thelma Joy Putnam, directora de la Escola Municipal de Artes Escénicas de Ourense, una mujer de la que bien puede decirse que recorrió el escenario del mundo antes de dedicarse al mundo del escenario. De madre galesa y padre escocés, su familia se instaló en Guadalcanal cuando a él lo nombraron consejero de educación. Aunque de nacionalidad británica, a Thelma, ya con dos hijas nacidas en Galicia, la única nostalgia por la que se deja llevar es por la de su infancia, unos años que recuerda de inmensa felicidad en islas del Pacífico hasta que su padre resolvió trasladar a vivir a su familia a Inglaterra, un país "lleno de normas, de rígidas disciplinas" al que terminó aborreciendo desde su corazón conquistado por los horizontes sinfín de los mares del sur. "Tenía muy claro -explica-que no quería vivir en Londres, y pensé en España como un país que me podría venir muy bien. Cierto día, en 1982, un amigo me dijo que en una ciudad llamada Ourense estaban buscando una profesora de teatro. Apunté la dirección en un paquete de tabaco, envié una carta y, ante mi sorpresa, comprobé que al poco tiempo aceptaban mi solicitud. En realidad, yo venía aquí solo por un tiempo, aprovechando un año sabático en la BBC, donde trabajaba, y de hecho así lo hice, pero al regresar a Londres, pasadas unas semanas me empezó a entrar una morriña tremenda que me hizo rechazar la oferta que tenía para seguir allí y decidí establecerme en Ourense porque, aunque yo no sabía ni una palabra de español, me embrujó esta ciudad rodeada por ese maravilloso paisaje de montañas.

David Middleton atribuye su devoción por la restauración de objetos antiguos al hecho de haber nacido en un castillo, el de Yorkshire. De hecho, la casa en la que habita ahora se parece cada vez más, tanto por dentro como fuera, a un pazo gallego de la Edad Media, y aún no ha terminado. Desde que llegó a Moaña, es conocido por su sapiencia en la elaboración de cerveza tradicional, por su activismo en las causas ecologistas (fundó la delegación de Greenpeace en Galicia) y, sobre todo, por su simpatía. Él reconoce que ha sido en Galicia donde se ha cumplido aquel inconfesable sueño que tuvo de muy joven: "No sé muy bien por qué, pero el caso es que yo siempre quise vivir en un pueblo del norte de España" . Corrían los principios de la década de los 90 cuando, durante una visita a Madrid, conoció a la que sería su mujer y (nuevamente el amor) le hizo tomar la que considera la decisión más afortunada de su vida: primero pidió la excedencia de aquel magnífico empleo que tenía, "con más cien personas a mi cargo", y después se acogió a una temprana jubilación. "Durante mis primeros años en Moaña -recuerda con ironía- lo único que echaba de menos era que no hubiese muchas posibilidades para mis gustos gastronómicos....Pero eso ya está solucionado, se ha progresado mucho...Es que yo soy vegetariano" (ríe con ganas).

El caso de Ali Ali es bastante más dramático que los anteriores. Porque la suya, además de la historia de una vida, lo es también de una supervivencia. Nacido en la aldea siria de Khatounie, provincia de Al Hassake, en 1974, ya gozaba de gran prestigio en su país como pintor y grabador. Claro que el suyo era, ya de aquella, un país muy poco recomendable: todavía no había surgido el Daesh, pero la población estaba sometida a una de las más sanguinarias dictaduras del planeta. De manera que tras haber sido elegido para representar a Siria en una feria internacional de arte en Madrid, en el año 2003 llegó a Betanzos para ofrecer un master de obra gráfica. Desde entonces vive en Galicia. "La verdad es que, como país, Galicia es todo el contraste del mío. Por aquel entonces, yo solo había oído hablar del cabo Finisterre y algo de la cultura celta, puesto que yo estudié historia del arte -reconoce- pero me pareció un buen sitio para vivir sobre todo porque aún tengo la impresión de que es una tierra por descubrir, adonde ha llegado el turismo, sí, pero que todavía conserva un encanto salvaje, natural...." Ali confiesa que si la situación en su país fuese distinta, si hubiese paz, si se hubiese acabado con la dictadura, tal vez se plantease regresar a Siria: "Es que en mi tierra está mi corazón, están mis amigos de la infancia, pero la verdad es que yo siempre he sido muy viajero, siempre me ha gustado descubrir y conocer cosas nuevas. Pero a día de hoy, volver a Siria es para mí imposible". Ali Ali vive con su mujer y su hija en A Coruña: "Mi mujer es italiana y mi hija, de cuatro años, es gallega, es muy de aquí -ríe- Y estamos esperando un bebé que ya viene de camino....Al final, mira, pensándolo bien, igual ya me quedo en Galicia para siempre o, por lo menos, por muchos años, hasta que mis hijos crezcan y se hagan mayores, ja,ja!"

Flavio Morganti comenzó su andadura en la Escuela de Hostelería Bellagio (Italia). En las décadas de los 80 y 90 recorrió varios prestigiosos hoteles y restaurantes de Europa En 1998 se asentó en Ourense (tierra de su mujer, Joaquina Prados), fundando en Pereiro de Aguiar el restaurante Galileo. Flavio se codea con la élite de los chefs españoles y el suyo es un caso muy curioso porque,siendo lógicamente su especialidad la cocina italiana, es tal su devoción por la gastronomía gallega, especialmente por la materia prima, que ha inventado algo así como la cocina italo-gallega o, si lo prefieren, galego-italiana. Abierto y dicharachero, confiesa: "Galicia es una grande terra, fermosísima, tiene ustedes la mejor carne, las mejores verduras y el mejor marisco del mundo...deberían cuidar mucho más su gastronomía. Yo quiero mucho a Galicia, y ya no creo que me vaya nunca de aquí, pero eso es algo que debo agradecer a mi mujer, claro...Es que, igual que ocurre en mi país, aquí ellas también son las que verdaderamente mandan (risas)".

Así nos ven

  • Gabrielle Huldeshausen: "Galegos e alemáns somos xente do Norte,entendémonos ben"
  • Mari Hashimoto: "Viví antes en Cádiz y doy fe de que los gallegos se parecen más a los japoneses que los andaluces "
  • David Middleton:"Aunque habéis mejorado desde que yo llegué, seguís siendo muy ruidosos, sobre todo en los bares"
  • Ali Ali: "En general, son ustedes muy buenas personas, pero a veces demasiado desconfiados"
  • Flavio Morganti: "El gallego no tiene término medio: o es muy humilde o muy presumido"
  • Thelma Joy: "Lo que más me encanta de los gallegos es la generosidad y, lo que menos, la envidia, pero los envidiosos son minoría"

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