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Aleida Guevara : "Trump no nos quita el sueño a los cubanos"

"Ni mi madre, que se enamoró de mi padre siendo una guerrillera, ni Fidel querían que papá se fuera a Bolivia"

Aleida Guevara es médico, como su padre, y militante del Partido Comunista cubano.

Integrante del Partido Comunista de Cuba, es doctora como su padre, el mítico guerrillero argentino Ernesto Che Guevara, un parentesco que ha marcado su vida. Es concretamente hija del segundo matrimonio del Che, el que formó en los últimos años de su vida con la guerrillera cubana Aleida March, con la que tuvo en total cuatro niños.

-¿Es difícil ser hija del Che?

-No, todo lo contrario, es un orgullo enorme. Mi papá siempre decía que no quería que sus hijos fueran personas especiales, sino personas dignas del pueblo donde vivían. Y yo creo que eso lo hemos logrado.

-¿Cómo vería el mundo actual?

- En su momento, presagió cosas importantes. En 1965 ya hablaba del derrumbe del bloque soviético. Para interpretarlo, lo mejor es leerlo directamente a él. Además, escribió mucho... y bien. Insistía en que el imperialismo yanqui no se podía aceptar. Y es verdad. Cada vez que Cuba ha bajado la guardia, lo ha pagado con creces. El enemigo es muy poderoso. Esa es la realidad de América Latina y en eso todo sigue igual. Por ejemplo, ahí está Venezuela. El problema de Venezuela es muy fácil de entender si se sabe que Estados Unidos compraba el barril de petróleo entre 5 y 7 dólares. Ahora tiene que pagar el precio internacional y eso no le conviene.

-Su madre, en el libro "Evocación", en el que habla de cómo se enamoró del Che, aclara algunos episodios de los que asegura que se dieron versiones falsas.

-Hay tonterías tremendas, algunas mentiras que son tan absurdas que nunca nos han importado en absoluto. El Che y Fidel era seres humanos y, por tanto, no eran perfectos. Eso significa que podían cometer errores. Pero es como decía Martí: "El sol tiene manchas pero como da tanta energía, nadie es capaz de ver esas manchas". Y eso nos pasa con estos personajes: dieron tanto que si tienen manchas prácticamente ni las vemos.

-El Che escribió en 1965 a su madre: "Estoy cada vez más enamorado de ti y cada vez más atraído por la casa, por los niños, por todo ese mundo que me limito a imaginar, dado que no me es posible vivirlo".

-El Che era un hombre muy romántico. Hay una carta que a mí me encanta donde él le deja dicho a mamá: "Si sientes mi presencia, no des vuelta, no rompas el conjuro". La religión del Che era la fuerza del amor. Y él amaba de forma intensa. Es lindo que un hombre valiente como él tenga esa sensibilidad. La gente siempre piensa en una parte del personaje pero no ve al personaje completo. Y el sacrificio humano que hacen estos hombres es extraordinario. Es desprenderse de lo que más aman, de lo que les gustaría tener y no pueden.

-¿Se sintió abandonada por él?

-En absoluto. En primer lugar, mi papá no se fue a otro planeta; se fue a luchar por un mundo más justo para todos nosotros. Yo estoy en el centro de ese mundo; soy parte de él. Así es que mi papá arriesgó su vida para que yo tuviera un mundo mejor. Claro que hay añoranza. Es lógico. Yo crecí sin ese papá. Pero al mismo tiempo entiendo el amor inmenso de mi madre hacia él. Años después, ella se volvió a casar. Pero el Che era un capítulo aparte. Ella no nos hablaba apenas de él. Hizo un dique de contención para soportar esa añoranza del profundo amor que sintió por él y si hablaba, temía romper ese dique. Durante muchos años, nosotros ni siquiera supimos cómo fue la relación entre ambos hasta que ella escribió Evocación.

-Fue un romance tan complicado como la propia revolución cubana.

-Mi madre era combatiente. Era una mujer dura pero, aclaro, nunca, repito, nunca pusieron una bomba donde se pudiera dañar la vida de un civil. Por eso, entre otras cosas, fue un movimiento tan respetado y admirado por todo el país. Mi madre se fue del campo a la ciudad a estudiar magisterio y ahí se adentra en esos movimientos y se hace guerrillera.

-¿Cómo era el Che padre?

-Era muy niña pero recuerdo sobre todo que era muy besucón. Nos abrazaba constantemente. Ella no era así. Mi mamá murió en vida cuando murió el Che. Si siguió adelante al principio fue casi por inercia. Le costó mucho superar todo aquello... Él trabajaba 16 horas diarias. Cuando llegaba a casa, yo ya estaba durmiendo. A veces me iba al cuarto de mamá y le decía que iba a quedarme con ella para que no estuviera sola. Me acostaba, me dormía y, cuando él venía, me cogía y me llevaba en sus brazos hasta mi cuarto. Recuerdo que me besaba tan fuerte que casi siempre me despertaba. Tengo una anécdota muy bonita. De niña le cogí miedo a la oscuridad. Mi mamá, entonces, me leyó un cuento de un niño al que le pasaba lo mismo pero que venció ese miedo porque lo protegía un león. Mamá se lo contó y él me regaló un león de peluche. Iba a todos lados con él y se me fue el miedo. Todavía conservo el león. Siempre estaba lejos pero siempre estaba presente y al tanto de todo.

-La muerte de Fidel y la llegada de Trump abren un futuro sombrío para Cuba. ¿Se plantea el país una transición hacia la democracia?

-En Cuba no habrá transición; habrá un proceso de continuidad. Tenemos que potenciar la educación porque en Cuba pensamos que para que un pueblo sea libre, debe ser culto. En eso estamos, en perfeccionar nuestro socialismo. Somos un país del llamado tercer mundo y sin recursos. Los españoles nos dejaron el níquel porque no sabían que tenía valor. Fueron siglos de explotación. Y luego llegaron los gringos... Entonces se produce el efecto dominó desde el momento en que la revolución cubana inicia el proceso de nacionalización de los bienes del país. Porque sin la titularidad de los bienes, habría sido imposible ofrecer a los cubanos una sanidad y una educación completamente gratuitas. Cuando EEUU se da cuenta de que empieza a perder todo lo que manejó a su antojo, reacciona.

-Pero en Cuba no hay elecciones, no hay alternativas políticas al comunismo. La gente vive en una especie de alienación basada en las heroicidades revolucionarias y la amenaza yanqui...

-En Cuba sí hay elecciones; hay elecciones municipales, provinciales y nacionales. Sí es verdad que no hay partidos, pero son elecciones donde el pueblo denomina a los candidatos desde la base. Cada ley se discute con el pueblo: con los comités de defensa de la revolución, con las federaciones de mujeres, con los centros de trabajo...

-Pero hay un partido único y una involución alrededor de unos ideales que pudieron tener su momento pero que parecen haber quedado desfasados...

-Hay que vivir las realidades de cada país para comprenderlo. Y con Cuba nunca ha habido la menor comprensión. Mire, el acoso que sufrimos es muy fuerte. Estados Unidos financia cinco emisoras de radio que emiten en español y se gasta, aparte, 24 millones de dólares anuales por una televisión para Cuba.

-Ahora llega Trump. ¿En Cuba temen que la mejora de las relaciones con Estados Unidos se vaya al traste?

-Trump no nos quita el sueño a los cubanos. Estamos acostumbrados a los shows de los presidentes de Estados Unidos. Claro que Trump es peligroso, claro que para Cuba puede haber un retroceso... Ya Obama dijo que el bloqueo era absurdo. Se dio cuenta de la estupidez e imbecilidad de esa política. Obama es un hombre inteligente. Así no van a poder aplastar a Cuba. Van a conseguir todo lo contrario. Una vez, Fidel Castro le dijo a Bush en un discurso en plena campaña para que Estados Unidos devolviera a su familia cubana al niño Elián: "César, los que vamos a morir te saludan". Fidel Castro tenía una extraordinaria capacidad para levantar al pueblo cuando parecía que cundía el cansancio. Y seguimos entonces marchando y protestando hasta que nos devolvieron a Elián.

-¿Se arriesgó demasiado yendo a Bolivia? ¿No fue temerario el Che?

-Ni mi madre ni el propio Fidel querían que se fuera a Bolivia. Fidel habló con él; se tenían una enorme confianza. Pero no lo pudieron parar. Quería abrir nuevas revoluciones en el mundo. Mi padre estuvo en contacto con Cuba hasta el último momento [el nombre en clave de Cuba en esas comunicaciones era Manila], hasta que el Ejército boliviano obliga a los guerrilleros a abandonar su campamento, llega una delación sobre dónde se encontraban, la fatídica emboscada y su ejecución.

-Usted siempre habla del Che en presente.

-Mi padre siempre estará presente. Me lo encuentro por todas partes. Es el inspirador de las revoluciones, no solo en Latinoamérica, sino en todo el mundo. Hace poco, en un viaje al Líbano, un pueblo entero me recibió en la calle para saludarme, porque era la hija del Che. Yo sentí hasta vergüenza y me puse colorada pero al mismo tiempo me dio una fuerza extraordinaria. Todas esas personas también son el Che Guevara.

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