José María Silva falleció en la tarde del domingo 2 de enero de 2000 a los 102 años de edad poniendo así, en la mismísima transición del estreno de un nuevo siglo y un nuevo milenio, punto y final a una vida de la que podría decirse que comenzó dos veces: la primera, el 27 de septiembre de 1897 en Montillón de Arriba (A Estrada-Pontevedra) y, la segunda, seis años después, a bordo del vapor de pasaje "Vasco de Gama", en el que embarcaron él y su madre rumbo a Uruguay, a cuya capital, Montevideo, llegaron en abril de 1903.
Si aquellos eran tiempos muy duros para la emigración gallega, mucho más para Rosa Fernández Rivas y su hijo José María, que habían perdido a Manuel Silva Tapia, su esposo y su padre, respectivamente, en la guerra de Cuba, y que llegaban solos al Nuevo Continente en busca de un futuro que, aunque incierto, al menos se les presentaba menos oscuro que el que Rosa temía que les aguardara de haberse quedado en Galicia. La madre había elegido como destino Uruguay porque allí residía un pariente suyo pero, muy pronto, descubrió que el tal pariente no era tan rico como parecía dar a entender. Fue Rosa quien buscó a "Silvita" trabajo como "chico para todo" de Ernesto Ucar, propietario de unos estudios que se hacían llamar "Fotografía El Indio" donde, al fin y a la postre, José María Silva descubrió su verdadera vocación: cumplía entonces 15 años de edad.
En 1917, Silva ya no hacía recados, sino que formaba parte de la plantilla de fotógrafos de El Indio, y fue ese año cuando conoció a Carlos Gardel. Así lo narró él mismo en una entrevista: "Un día llegaron al estudio un par de jóvenes para que les hiciese unos retratos de promoción. Cantaban a dúo canciones camperas en la compañia Morgati. Eran Carlos Gardel y Razzano pero, en aquella época, se les conocía más bien por sus apodos: El Morocho y El Oriental". En Fotografía El Indio, José María conoció también a la que sería su esposa, también llamada Rosa como su madre, y con ella se independizó profesionalmente para, en 1921, fundar juntos un estudio propio: Foto Silva.
En 1923, un "gordito simpático" que le resultaba pero que muy familiar se presentaba en Foto Silva para que le hiciesen unas fotos de cara a la inminente gira por Europa, la primera de su trayectoria. Se trataba, claro, nuevamente de Carlos Gardel, y en esta ocasión lo que deseaba era salir caracterizado como gaucho porque ese era su papel en el número final, con música, de la obra de teatro que representaba la compañía de Enrique de Rosas. Lo que ignoraba José María era que el primer puerto europeo que iba a visitar Gardel era Vigo, a donde llegó el 6 de diciembre de aquel año, según recoge FARO.
En 1928, el Morocho acudía otra vez donde su Silvita para que le hiciese unas fotos que él se tomaba muy en serio, porque eran las que iban a surtir los carteles de promoción de su anhelado debut en solitario en París. Y en octubre de 1933, erigido ya una celebridad planetaria, recaló una vez más en Montevideopara visitar Foto Silva. De aquella sesión, salieron las fotografías más famosas del rey del tango, las que le retratan tocado con un sombrero de ala ancha. Esas imágenes fueron resultado de tres jornadas de trabajo tranquilas y distendidas y Gardel quedó más satisfecho que nunca, sobre todo por un retrato en el que aparecía con el sombrero un poco ladeado y una media sonrisa en los labios. En cuanto la vio, se convirtió en su foto preferida, pero es que, además, a partir de esa sesión, Gardel ordenó exponer aquellos retratos allí donde actuaba y, asimismo, los enviaba a la prensa para la promoción en periódicos y revistas. Llegó a hacer quinietas copias de cada uno de los retratos para distribuirlas por Estados Unidos. Los originales de los mismos todavía se conservan en los archivos de Foto Silva.
