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El café de Paco

El historiador Ángel Viñas acaba de publicar un libro que desmonta muchos de los mitos y leyendas del Generalísimo

El café de Paco

Franco no era tan malo, hombre. Vale, sí, fusilaba gente, y siguió a lo suyo hasta su agonía en 1975, pero es que España no podía permitirse otra guerra civil y mejor meter miedo que volver a las andadas. Además, con el régimen de Franco todo estaba tranquilo y llegaron la prosperidad económica, el 600, las suecas en Benidorm y hasta hubo ministros, como Manuel Fraga en los años 60, aparentemente menos trogloditas de lo habitual. Vale, claro, el rock and roll no estaba bien visto, pero ¿a que los Beatles tocaron en la plaza de Las Ventas, eh? Por si fuera poco, Franco era un hombre austero y un íntegro militar de raza. Lo de la política, ya lo decía él, no era lo suyo. Bajo su mano de hierro, en España no había corrup?

Estooo?, no, a ver, un momento. Rebobinemos la película y pongamos a funcionar la moviola de la historia.

Precisamente estos días, un profesional del asunto, el historiador Ángel Viñas, acaba de publicar un libro que desmonta (o deconstruye, si nos ponemos finolis) muchos de los mitos y leyendas del general procedente del noroeste: La otra cara del Caudillo: Mitos y realidades en la biografía de Franco (Crítica, 2015). Vaya por delante que Viñas no tilda a Franco de corrupto por una simple razón: el Generalísimo estaba por encima de la ley, y sólo estaba obligado a responder de sus actos ante Dios y la Historia llegado el caso; que, como es fácil suponer, sólo llegaría después de su muerte.

La avalancha de datos es mucha en el libro, pero hay dos especialmente llamativos y perfectamente documentados. El primero es el del aumento de su fortuna personal durante la guerra: la empezó con un sueldo de 2.500 pesetas y la acabó con un saldo a su favor de 34 millones. Es difícil calcular la equivalencia en euros, pero Viñas aventura la cifra de 388 millones de eurazos de 2010. Mucho de ese dinero procedía de donaciones, como es el caso de 600 toneladas de café enviadas por el dictador brasileño Getúlio Vargas en concepto de ayuda al pueblo español en los difíciles momentos de la posguerra. Ese café se vendió, operación que generó unos beneficios de 7.536.140,88 pesetas (unos 85,6 millones de euros), dinero que fue ingresado en la cuenta personal del austero militar.

Como diría el Wyoming: ¿qué nos enseña todo esto, queridos niños? Pues que no estamos ante una simple anécdota histórica. Dejando a un lado a Dios y a la Historia, esto es una deshonra para el ejército español: que su general en jefe durante tantos años (o alguien de su confianza) vendiera donaciones de alimentos es una ignominia fácilmente solucionable retirando a título póstumo la graduación, las medallas y todos los méritos. Se trata de una cuestión de honor, esa palabra que tanto se invoca en la milicia. Bueno, mientras esperamos alguna reacción de nuestro glorioso ejército y/o su ministerio, vamos a tomarnos un cafelito, hombre.

@JulianSiniestro

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