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Miradas desde el Este y el Oeste

La segunda exposición del ciclo BigoVarcelona trae a Cubo las obras de Yolanda Dorda y Sandro Solsona

Sandro Solsona y Yolanda Dorda, el viernes pasado en la inauguración de "O corpo na mirada". // Ricardo Grobas

El ciclo BigoVarcelona presenta en Cubo su segunda exposición, "O corpo na mirada", con la que el espacio cultural abierto por Alfóns Freire en Doutor Cadaval, 17 sigue enlazando la creación de los dos extremos de la península.

Es precisamente la mirada de Alfóns la que recoge estilos e ideas tan diferentes como las de Yolanda Dorda y Sandro Solsona y se los devuelve al espectador bajo un mismo hilo conductor: en esta ocasión, la certeza de que las imágenes no son meros entes pasivos, creados, presentados, utilizados o contemplados por el ser humano, sino que tienen un papel activo y transformador. Una afirmación que en esta exposición se ha llevado al ejemplo extremo, presentándonos no solo uno sino multitud de ojos. "Vemos esas representaciones del ojo, lo reconocemos y nos sentimos mirados. La imagen se hace más sujeto que nunca", apunta Freire.

Las obras, perfectamente integradas en el limitado espacio de apenas tres paredes que es Cubo, contribuyen a que la experiencia del espectador sea vivida no solo desde el plano visual sino también desde el espacial, pasando de una mirada a otra como quien pasa los capítulos de un libro de relatos.

El índice comienza con la imagen de lo femenino de Yolanda Dorda, cuyas obras interpelan al espectador buscando su particular interacción. De un lado, su última serie, inspirada en esa aspiración a convertirse en aquellos personajes populares que inundan las redes sociales. Sobre un fondo idéntico, la artista va incorporando ojos, bocas y narices hasta crear diferentes personas que no dejan de ser la misma pero intentando ser otras.

La serie se completa con un lienzo de gran formato que busca reflejar la técnica del collage a través de la pintura, disciplina en la que más se ha expresado Dorda a lo largo de su carrera artística.

Su propuesta se completa con dos obras de gran formato sobre la infancia; una infancia alejada de la alegría de la niñez, algo más turbia y perversa, donde elementos como las armas o los zapatos de tacón representan las ansias de querer ser mujer y la dificultad que supone crecer.

Las piezas de Yolanda enmarcan la mirada de Sandro Solsona. El brasileño aficando en Barcelona ha poblado Cubo de las miradas humanas y animales de una serie que surgió a partir de "Holy Friends"; en esta propuesta, el artista beatificaba a sus propios amigos, retratándolos sobre palets con una aureola como tocado. El camino creativo lo condujo hacia formatos mucho más pequeños donde, bajo la idea de que en una sociedad bombardeada de imágenes e mira mucho pero se ve poco, redujo las miradas a la mínima expresión: los ojos, que entre las cuatro tablillas de los marcos reciclados, observan al espectador desde un conjunto sereno y luminoso.

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