El asesino confeso de Elisa Abruñedo: «No entiendo mi comportamiento»
La familia le exige que pida perdón y él declara que lo que diga «no sirve de nada»

Roger Serafín Rodríguez, acusado de asesinar a Elisa Abruñedo, en el juicio. / EFE / Cabalar
Redacción / Agencias
El acusado de matar y violar a Elisa Abruñedo en septiembre de 2013 en la localidad coruñesa de Cabanas ejerció este viernes el derecho a tomar la última palabra en el juicio celebrado en la Audiencia de A Coruña y declaró que ese «momento puntual» de su vida «no tiene nada que ver» con su forma de ser «ni la de los 39 años anteriores».
«No hay forma de justificar esto, ni yo mismo puedo, no lo entiendo», afirmó Roger Serafín Rodríguez en la última sesión frente a su postura de mantener silencio y no declarar a las preguntas de los letrados el primer día de la vista. Estas palabras las pronunció mostrando un tono compungido por momentos y tras todo el juicio con postura cabizbaja.
«Lo que pueda decir no sirve de nada», lamentó, mientras que la familia, que se encontraba en la Sala, le demandaba que pidiese «perdón». Esto después de que él incidiese en que no era «capaz» de entender su «comportamiento» de ese día.
Por su parte, su letrado intentando rebajar la pena alegó que la víctima «tuvo opción de defenderse» y rechazó que fuese un crimen «premeditado», cuyo motivo vinculó con una «agresión sexual». «La víctima se resistió», expuso para descartar agravantes como la alevosía. «Pidió socorro», remarcó, en relación a una testigo que escuchó a una mujer, pero que sostuvo que pensó que era una discusión de pareja.
La defensa del acusado pidió para su cliente la condena por un delito de homicidio, no por asesinato como solicitan Fiscalía y las dos acusaciones particulares en representación de los hijos, y por la agresión sexual cometida.
En sus conclusiones ante el Tribunal del Jurado, en el juicio en la Audiencia Provincial de A Coruña, admitió unos hechos «completamente atroces», pero rechazó que hubiese una premeditación.
El letrado pidió centrarse en el juicio penal, no en el «paralelo» desde el punto de vista moral. Y reclamó que su cliente debe ser condenado el procesado por agresión sexual y homicidio, pero no por asesinato.
Además rechazó aplicar la agravante de género por, entre otras cuestiones, haberse aprobado con posterioridad a los hechos cometidos. También se opone a las agravantes de ensañamiento o abuso de superioridad.
«Peor tratamiento al que cualquier cazador le da a un animal», señaló, sin embargo, uno de los abogados de la acusación particular antes de dar paso al letrado de la defensa. Ello en alusión a la forma de morir de la víctima y también a la condición de cazador del acusado.
Elisa Abruñedo falleció tras ser agredida sexualmente y recibir tres puñaladas en cuello, corazón y pulmones. Todo ello, según se expuso en el juicio, después de que el acusado, que reconoció los hechos al ser detenido diez años después, la arrastrase a una zona de matorrales no visible desde la carretera y cerca de la casa de la víctima cuando esta paseaba sola.
La Fiscalía pide 32 años de cárcel por asesinato y agresión sexual, mientras que los letrados de los hijos elevan la petición a 37 años de prisión.
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