Violencia machista

Abdellatif mató a su mujer de un tiro en el corazón: "Ella dijo que mi madre era puta"

"No llegué a mediar palabra con ella, le disparé, estaba ciego", declara el hombre, que se enfrenta a una pena de 26 años de cárcel

Abdellatif (d), asistido por un traductor, este lunes en el Palacio de Justicia de Murcia, donde empezó su juicio por matar a su esposa en Águilas.

Abdellatif (d), asistido por un traductor, este lunes en el Palacio de Justicia de Murcia, donde empezó su juicio por matar a su esposa en Águilas. / Juan Carlos Caval

Ana Lucas

Abdellatif A. se sienta este lunes en el banquillo de la Audiencia Provincial de Murcia por matar de un tiro a su esposa, Salwa, en verano de 2020 en su casa de Águilas, después de haber mandado a sus hijos a la playa. Este sujeto, que acababa de salir de la cárcel por narcotráfico cuando cometió el crimen, se enfrenta a una pena de 25 años de cárcel por asesinato y un año más por tenencia ilícita de armas. Tras la selección del jurado, comenzaba en la cuarta planta del Palacio de Justicia de Murcia la vista oral, en la que el individuo declaró que ese día su mujer lo echó de casa e insultó a su madre: "La llamó puta".

Los dos menores encontraron el cadáver de su madre al volver de la playa

Sostiene el Ministerio Público que este individuo, controlador y celoso, tenía un plan premeditado para matar a Salwa. La cual se quería separar, contaría luego su hija mayor, adolescente de 16 años cuando se quedó huérfana. "Siempre ha sido machista", dijo la hija sobre su progenitor, y ese machismo se incrementó tras salir de la cárcel, tres meses antes del asesinato.

"Mi mujer me acusó de haber metido a mujeres en nuestra casa en Marruecos"

El día del crimen, “en un momento dado, el procesado salió de la casa y bajó al sótano del edificio, donde cogió un arma de fuego larga tipo rifle o escopeta que había depositado días antes, a pesar de que no tenía permiso para poseerla”, detalla la Fiscalía.

La mató en el sofá: encañonó el arma a cortísima distancia del pecho de su mujer, pegándola a la zona del corazón, y disparó a bocajarro, lo que ocasionó la muerte de Salwa. Los dos menores encontraron el cadáver de su madre al volver de la playa, donde los había enviado Abdellatif. Que había huido, pero que fue localizado en breve (escondido en un barco) y mandado a prisión provisional por el Juzgado de Instrucción de Lorca. Hasta este lunes.

"Decidió que ella o era para él o no era para nadie"

El letrado de la acusación particular afirmó que el hombre tenía un plan para marcharse de España y que "si no llega a ser por la colaboración ciudadana", quizás no se le estaría juzgando, pues habría logrado huir. "Tienen una función compleja: la de devolver la paz a una familia que se quedó destrozada porque el padre decidió que ella o era para él o no era para nadie", subrayó el abogado. "Les suplico Justicia, para las mujeres, para los hombres y sobre todo para dos niños que se quedaron sin su madre", manifestó.

"Intento empatizar"

Germán Pérez, abogado de Abdellatif, admitió que "el letrado anterior quiso argumentar que se trataba de un accidente, pero no fue así". La escopeta no se disparó sin querer. "Pero por nadie se han dicho otras circunstancias que están ahí, que les pueden favorecer al acusado, y nada se ha dicho. No se ha dicho nunca que se trata de un enfermo con importantes trastornos mentales", aseveró. "¿Acaso una persona que no está enferma cometeria un crimen tan atroz?", se preguntó Pérez.

"Recibía constantemente mensajes de que su mujer le estaba siendo infiel"

Además, el sujeto acababa de salir de "una larga privación de libertad", lo cual "trastorna a cualquier persona". Y "se encontraba en paro, era adicto a sustancias estupefacientes, así como a cerveza, y en el momento de los hechos se encontraba bajo la influencia de esas sustancias".

"No justifico nunca la violencia, nunca la justificaré, pero sí que intento empatizar y ponerme en la situación de una persona privada de libertad que está recibiendo constantemente mensajes de que su mujer le estaba siendo infiel. Yo haría lo mismo. No acabaría con la vida de nadie, pero sí intentaría corroborar eso", indicó el letrado, que añadió que "en medio de una discusión, la temperatura del cuerpo sube, se pueden llegar a extremos muy fuertes, a un estado en que la vista y el entendimiento se nublen".

Pidió "no solo ver las cosas que hay en contra de este señor, sino las cosas que le favorecen".

El de Salwa fue el segundo asesinato machista de 2020 en la Región, tras la muerte en Cartagena de Rosalía, a la que su marido mató a martillazos. "Perdí un poco la razón", declaró este individuo en su juicio.

Declaración del acusado

Asistido por un traductor, Abdellatif tomó la palabra. Según él, su esposa nunca le dijo de separarse. Preguntado por si alguna vez golpeó a su esposa, aseguró que nunca. También negó las discusiones de las que hablan vecinos y su propia hija.

Según él, estando en la cárcel, cumpliendo condena por tráfico de drogas, fue cuando cambiaron las cosas. "Estando en prisión, mi mujer me acusó de haber metido a mujeres en nuestra casa en Marruecos. Yo le contesté que eso era mentira. A partir de ahí me trataba regular".

La escopeta que usó era de un tal Román, "lo conocía porque llevaba 14 años trabajando con él. En el sótano había una escopeta de Román y una pistola de su hermano. Estaba cargada", relató. "Cuando salimos de prisión en 2020, los dos juntos con una fianza, él tenía escondida la escopeta y una pistola", reiteró.

Preguntado por el día del crimen, comentó que él no mandó a los niños a la playa: que, de hecho, ni sabía que iban a ir. A solas con su esposa, discutieron "porque empezó a decirme que tenía que salir de la casa".

"Empezó a insultarme, de repente tiró la mesa, me la tiró encima. Cuando me dio con la mesa, siguió insultándome, diciendo palabras malas, insultando a mi madre, diciendo que era puta, que mis hermanas eran putas. Ya estaba ciego. Sabía dónde tenía Román guardaba la escopeta, bajé al sótano, subí y le disparé. No llegué a mediar palabra con ella, le disparé, estaba ciego".

"Entonces empecé a preguntarme qué he hecho. Me mareé, cogí el coche, un Golf, y fui a una zona donde está la Policía, llamé a Román diciéndole que he cometido un problema", fue desgranando.

Acudió su amigo, con más gente, "me llevaron a su casa de campo, me llevaron un trozo de pizza, agua Bezoya y un paquete de Marlboro, me dijeron que debía quedarme ahí". De ahí, a los "barcos rotos", donde, según él, lo llevó Román, que "prometió ayudarme". "Salió un minuto, más o menos, y llamó a la Policía, porque tenía miedo".