"Si lo contáis, me meterán en la cárcel o me pegarán un tiro con una escopeta", decía el hombre, que ahora tiene 60 años, a las niñas, sobrinas carnales de su novia, de las que abusó durante al menos medio año, tal y como reconoció en su juicio.

Las pequeñas acabaron relatando a una de sus profesoras lo que les hacía el sujeto y la docente alertó a la madre. El juicio se saldó con una conformidad, por lo que la sentencia, dictada in voce en la sala, es firme.

La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Murcia ha condenado a este individuo a sendas penas de dos años de cárcel cada una por dos delitos continuados de abuso sexual a menores. Sus víctimas: dos hermanas mellizas que tenían 10 años en el momento de los hechos, y a las que tendrá que indemnizar con 3.000 euros a cada una.

El condenado no podrá acercarse a menos de 50 metros de sus víctimas durante cuatro años. Asimismo, pasará un lustro en régimen de libertad vigilada. 

Hará trabajos comunitarios

Pese a que las penas de prisión suman cuatro años entre rejas, el individuo no entrará en el penal: se le da el beneficio de la suspensión de la pena privativa de libertad durante cinco años, con la condición de que no delinca durante este periodo y haga trabajos comunitarios.

En concreto, "dos prestaciones de trabajos en beneficio de la comunidad por tiempo de 146 días cada una de ellas", detalla la resolución judicial. A la hora de aceptar que no entre en la cárcel, se tiene en cuenta también que no contaba con antecedentes penales y que ha abonado íntegramente ya la indemnización a las niñas. 

En el caso de que comenta una infracción en un lustro, tendrá que entrar en la cárcel a cumplir la condena que queda suspendida. Al hombre se le aplica, a la hora de dictar sentencia, la atenuante de enajenación mental, ya que tiene secuelas desde que tuvo un accidente de tráfico

Los hechos que se consideran probados, y que así reconoció él mismo en sede judicial, incluyen tocamientos a las pequeñas, aprovechando que se quedaba a solas con ellas en el domicilio, cuando su pareja se iba a trabajar.

El adulto forzaba a las menores a ver, en la tablet, en la televisión o en el móvil, vídeos con contenido pornográfico. Les quitaba la ropa, les sometía a tocamientos en sus genitales y las obligaba a que lo tocasen a él.