El ingeniero que certificó el dueño del castillo hinchable que salió volando en Mislata con once niños en su interior el pasado 4 de enero, causando la muerte a dos niñas de 4 y 8 años, Vera y Cayetana, ha insistido este miércoles ante la jueza de Instrucción número 4 de Mislata que sí inspeccionó 'in situ' la atracción y el resto del recinto ferial y que su teléfono móvil posicionaba ese día en Elx, donde tiene su despacho profesional, porque "se lo dejó olvidado" en la oficina. Argumentó que esa es la razón por la que tampoco realizó fotografías a las instalaciones, intentado explicar que por ello no constaban imágenes en el informe de declaración responsable, como suele ser habitual.

Sin embargo, cometió lo que parece un desliz, ya que, tratando de explicar que sí estuvo en Mislata, aseguró que realizó la inspección el 2 de diciembre y no el 3 -la feria estuvo un mes montada, hasta que se produjo el siniestro-, como había pactado inicialmente con el técnico municipal para acudir juntos al recinto ferial, porque el día 3 "estuve en Xàtiva" en otra visita profesional.

El perito, José Pablo B. L., que solo admitió responder a las preguntas de su letrado, no cayó en la cuenta al dar esa explicación de que el informe policial que pone en duda su presencia en Mislata el 2 de diciembre se basa en el análisis de la geolocalización de su teléfono móvil, que tanto el 2 de diciembre como en los días posteriores posicionó en Elx, tal como adelantó en exclusiva Levante-EMV, diario integrante del grupo Prensa Ibérica al igual que este medio. La única vez que ese móvil se conecta a antenas de València es un mes después, el 7 de enero, precisamente el día que compareció ante el grupo de Homicidios para testificar por el accidente mortal que había ocurrido tres días antes.

Tanto el ingeniero como los propietarios de las atracciones de la Feria de Mislata, el dueño legal del castillo. Alejandro C. S., y su suegro, José Antonio M. A., han declarado en la mañana de este jueves por primera vez ante la jueza dentro del procedimiento penal abierto por dos homicidios imprudentes.

El primero en comparecer ha sido precisamente el ingeniero, que llegó al juzgado antes de las 10.30 horas, pese a que estaba citado a las 11.30 horas, para tratar de evitar a los medios de comunicación congregados ante la sede judicial.

Tanto el feriante como su suegro han llegado mucho más tarde, pasadas las 12.00 horas, a sabiendas de que su comparecencia se había retrasado porque el abgado del primero estaba asistiendo a otro juicio en la Ciudad de la Justicia de València. Por esa razón, la ronda de declaraciones no ha comenzado hasta la una de la tarde, una vez que estuvieron presentes todas las partes personadas en la causa, esto es, además de la jueza y del fiscal, los dos abogados de las acusaciones particulares -Jorge Carbó, en representación de los padres de Vera, y Pedro Javier Gil Torres, por la de Cayetana- y las tres defensas.

No solamente se les ha preguntado por los anclajes de la atracción y su ubicación en el recinto ferial, distinta a la autorizada, así como por qué no se desmontó el castillo pese a las rachas de viento que precedieron a la de 53,2 kilómetros por hora que levantó por los aires la atracción con los niños en el interior.

Así mismo, se les ha preguntado por quién era el empleado 'fantasma' cuya existencia niegan y que describen al menos 13 personas que aseguran que era ese joven de aspecto magrebí quien validaba los tiques y controlaba el uso de la instalación.

El abogado de los padres de Vera, una de las niñas fallecidas. Germán Caballero

El abogado de los padres de Vera, el penalista valenciano Jorge Carbó ya había expresado a su llegada al juzgado que de las comparecencias esperaban que "se aclaren todas las incógnitas que todavía existen en el caso". Carbó hizo referencia expresa al hecho de que la atracción y el resto del recinto ferial no estuviesen instalados conforme al proyecto presentado ante el Ayuntamiento de Mislata aprobado por este; porque se puso en marcha y posteriormente no se desmontó el castillo hinchable ese a las rachas de viento que ya soplaron antes de la última y definitiva; si el ingeniero realmente hizo la supervisión desde Elx, como parece a juzgar por el análisis policial de su teléfono móvil; o cuantos trabajadores tenía el feriante en aquel momento y cuál era su situación laboral, entre otros.