Macarena es una enferma mental y también es la madre de David, el joven discapacitado de 16 años al que ella, asegura, tiró a un contenedor cercano a Madrid la noche del 12 de septiembre. CASO ABIERTO ha accedido a su declaración ante la Guardia Civil, donde la mujer deja muestras de su "delirio creado por la obsesión de existir una conspiración contra ella por parte de su familia".

La mujer explicó en un primer momento que ella había matado a su hijo: "Llevaba dos días con fiebre y le di una jeringuilla con agua", relató en su declaración. La policía sigue buscando al niño.

La mujer recordó así ante los guardias civiles el momento de la muerte de su hijo: “En ese momento no era yo, estaba como drogada, no sé si es un sueño o es real. Existe una conspiración familiar contra mí de toda mi familia. Quieren quitarme a mi hijo”.

Acusó de formar parte de ese plan a los padres de sus tres hijos y a la novia de uno de ellos, de quien afirmó que "está metida en temas de narcotráfico". Insistió en que llevan "años" envenenándola a ella y a su hijo discapacitado y afirmó que había encontrado en casa trozos de papel de plata y unas sustancias de color marrón y blanca, que cree que son heroína y cocaína.

Ante la policía, posteriormente, ya ingresada en la unidad psiquiátrica del hospital de Segovia, donde sigue, Macarena cambió su versión y aseguró que David se había muerto antes, el día 8 de septiembre, por unas fiebres, sin que ella interviniera. Sin embargo, varios vecinos y un sacerdote han desmentido esa historia: vieron al niño vivo, en Misa y en las calles de Morón, los dias 9 y 10 de septiembre.

Una manta en un chino

En todas sus versiones, plagadas de incoherencias, la mujer ha mantenido que, tras pasar cuatro días sola con el cadáver de su hijo, salió de su casa en Morón de la Frontera (Sevilla) el día 12 de septiembre. Que llegó con el niño, según ella ya muerto, a Talavera de la Reina, donde cogió una habitación en el hotel Los Perales.

Para evitar que alguien se diera cuenta de que su hijo iba muerto en la silla de ruedas, declaró que entró en un bazar chino y compró, por 7.50 euros, una manta para taparlo. De hecho, el empleado del hotel afirmó que vio al niño "dormido", aunque no pudo asegurarlo.

Tras descansar en la habitación, tumbada junto al cuerpo sin vida de su hijo, Macarena se durmió. Según su testimonio, se despertó hacia las doce y media y bajó a la calle, metió a su hijo en el coche y condujo en dirección hacia Madrid.

"No sabía qué hacer"

"Yo no quise dejar a mi hijo en el contenedor, pero no sabía qué hacer", afirmó a los investigadores. En su viaje sin rumbo, Macarena recuerda haber pasado luego por Arroyomolinos, Navalcarnero y Alcorcón, todavía con su hijo dentro del coche. Si sus recuerdos son ciertos, habría dejado el cadáver de David en un contenedor gris de basura entre Alcorcón y la entrada de Madrid.

La silla de ruedas la dejó, afirma, muy cerca del contenedor, en un aparcamiento en batería. Luego, lo único que recuerda es que tras tirar el cuerpo de su hijo, "pasé unos túneles" y finalmente llegó a la gasolinera de Carabias (Segovia) donde "sentí el deseo de contar lo que había pasado". Lo hizo a una empleada de la gasolinera, que dio aviso a emergencias.

Los investigadores han rastreado las cámaras de seguridad de autopistas y carreteras de circunvalación y han determinado que la madre se pudo deshacer del niño entre las 00:35 horas que salió de Talavera de la Reina y las 2:15, cuando las cámaras la registran ya conduciendo hacia Madrid a la altura de la Casa de Campo y posteriormente por la M-30. El tramo de especial interés ocurre en la zona de la A-5 a la entrada de Madrid, por la avenida de Portugal. La mujer tarda 16 minutos en un tramo que no debería llevarle más de cinco.

Macarena, que sufre trastorno bipolar, ya protagonizó un intento de fuga con su hijo, que sufre una discapacidad del 91 por ciento. Ocurrió el 19 de octubre de 2019, cuando cogió un taxi desde Málaga hasta Puerto Real (Cádiz). Allí acabó parada en un descampado junto a David. Cuando llegaron los agentes de la Guardia Civil de Tráfico, la mujer les dijo que tanto ella como su hijo se encontraban mal y que su familia "me quiere matar". Fue ingresada entonces en el hospital Puerto Real de Cádiz y el menor quedó a cargo de su padre.

Su hija mayor, una de sus ex parejas y una vecina han declarado que Macarena había protagonizado un cambio en los últimos meses. Iba cada día a misa, había cambiado su forma de vestir y hablar y estaba convencida de que la religión podría ser la solucion a los gravisimos problemas de salud de su hijo. Se habia obsesionado por grupos esotéricos y místicos, también sectas. La policía ha interrogado a dos sacerdotes; uno de ellos acudió incluso al hospital donde está ingresada la madre para tratar de que contara la verdad de lo ocurrido, sin éxito.