Macarena, la madre del menor desaparecido y al que ella dice haber arrojado a un contenedor de basura el pasado 12 de septiembre, vivía obsesionada con la religión y con los grupos sectarios y hasta pidió a un sacerdote que bendijera la casa donde vivían, según ha sabido CASO ABIERTO.

El párroco de la iglesia de San Miguel, en Morón de la Frontera (Sevilla), lo ha declarado así en el marco de las investigaciones abiertas por asesinato en el juzgado. El cura acudió finalmente al domicilio y bendijo la casa el pasado 25 de julio. Le sorprendió la "gran cantidad de imágenes religiosas" que había en la casa donde vivían la mujer y David, su hijo discapacitado.

Este religioso explicó que Macarena había iniciado ese "acercamiento a Dios" a finales de 2020, primero acudiendo a la iglesia una vez a la semana, siempre acompañada de su hijo en silla de ruedas. Luego, a partir del mes de junio, la mujer iba a misa casi cada día. Hablaba mucho con el sacerdote, a quien confesó que tenía pensado vender su casa y llevar a su hijo a vivir a un centro especial de rehabilitación para discapacitados de Alcalá de Guadaira.

Convulsiones en misa

La policía ha tomado declaración también al sacristán de la iglesia de San Francisco, también en Morón. Este sacerdote asegura que Macarena acudió a misa con su hijo el 9 de septiembre y que vio al joven muy inquieto y sufriendo pequeñas convulsiones que la madre trataba de calmar con un pañuelo. Ambos religiosos coinciden en que la mujer, enferma de trastorno bipolar y actualmente ingresada en un hospital, se desvivía y daba un trato excelente a su hijo, que sufre una discapacidad del 91 por ciento.

En sus declaraciones, inconexas y con muchas contradicciones, la madre ha insistido en que David murió en su casa el 8 de septiembre. Asegura que, cuatro días después, viajó con él y su silla de ruedas por varias provincias españolas hasta que lo tiró a un contenedor a la entrada de Madrid la noche del 12 de septiembre. Los investigadores tratan desde entonces de localizar el cuerpo del niño en diferentes puntos de recogida de basuras entre Alcorcón y Madrid, sin resultado. Esa es la línea principal de su trabajo.

Crucifijo en el pecho

La otra parte de las pesquisas abunda en el cambio sufrido por la madre en los últimos meses. Una trabajadora social de Morón de la Frontera confirmó el drástico giro religioso en la vida de la mujer poco antes de que su hijo desapareciera. Recordó que la vio a finales de verano y estaba "cambiada", aseguró que llevaba "un gran crucifijo sobre el pecho" y que hablaba de forma "más culta y educada, prácticamente aleccionada".

En el interrogatorio, los policías le preguntaron si creía que Macarena podría tener vinculaciones con sectas o grupos esotéricos y la mujer respondió: “lo ignoro, pero debido a todos esos cambios, podría ser”. El hermano de la mujer, por su parte, ratificó que ella iba cada día a la iglesia, pero desmintió que tuviera relaciones con otro tipo de grupos místicos. Admite que “cabe la posibilidad” de que su hermana entregara al niño a un grupo religioso, aunque afirma que "no lo creo".

El padre de la hija pequeña de Macarena, por su parte, declaró que "cuando sufrió el primer brote psicótico, en 2017, ella empezó a interesarse por temas religiosos, cultos y sectas, visitando las iglesias a diario, llegando a obsesionarse con que su hijo podría ser curado en uno de esos lugares. De hecho, la imagen de Macarena en su perfil de whatsapp era, los días antes de la desaparición de su hijo, un Cristo crucificado y doliente.

Cuidar a los perros

La hija mayor de Macarena, de 19 años, ha declarado que su madre pudo entregar a su hermano a alguien, "por dinero" y luego poder empezar el Camino de Santiago, algo que le interesaba mucho en los últimos tiempos, según su testimonio. En las pesquisas para tratar de encontrar a David, su madre y su hermana mayor se han acusado mutuamente de consumo de drogas. Otros familiares aseguran que la mujer había dejado de tomar la medicación que necesita para tratar su trastorno bipolar.

Otra vecina ha confirmado que la casa de Macarena estaba llena de imágenes de santos, de las que la policía no encontró ninguna cuando registró el lugar. Esta mujer vio a la madre y al niño el día 10 de septiembre por la mañana en la plaza de San Francisco y en dirección al centro de salud del pueblo. Días antes, el 7 de septiembre, la madre de David había contactado con una asociación protectora de animales local para que se hiciera cargo de sus dos perros, que dio en adopción.