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DOS DEPORTISTAS PERDIDOS EN LA ALTA MONTAÑA

Milagroso rescate en los Picos de Europa: “Sufrimos mucho por el frío"

José Antonio García, de 55 años, y Ramón González, de 48, sobreviven dos días en medio de una pared con “dos barritas energéticas y el agua de un regato” | El alivio de los familiares de los cántabros perdidos desde el domingo: “Pensamos que no había nada que hacer, ha sido muy duro, una agonía”

Milagroso rescate en los Picos: “Sufrimos mucho por el frío, de hoy no pasábamos”

Milagroso rescate en los Picos: “Sufrimos mucho por el frío, de hoy no pasábamos” Video y Foto: La Nueva España

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Milagroso rescate en los Picos: “Sufrimos mucho por el frío, de hoy no pasábamos” Luis Ángel Vega

Dos días atrapados en una repisa a 1.600 metros de altura al borde de un precipicio de treinta metros, con ropa insuficiente para soportar las temperaturas nocturnas de los Picos de Europa –estos días de muy inferiores a diez grados– y con tan solo dos barritas energéticas como único alimento. Los montañeros cántabros Ramón González Gutiérrez (48), un experto corredor de montaña –ganó la prestigiosa carrera de El Soplao–, y José Antonio García Pérez (55), no menos experimentado, han pasado la experiencia de sus vidas tras quedar enriscados desde las dos y media de la tarde del pasado domingo. Dos días después, los gritos de auxilio de Ramón permitieron sacarles del atolladero cuando estaban empezando a ponerse nerviosos. “Sufrimos mucho, lo pasamos muy mal, sobre todo por las noches, hacía mucho frío. Llevábamos un pantalón corto. Esta mañana comimos la última mitad de barrita energética. Si llegamos a estar una tercera noche al raso, de hoy no pasábamos”, aseguraba José Antonio García, el más entero, feliz, mientras daba cuenta de un sandwich.

Ramón González aseguró que pudieron sobrevivir gracias al “agua de un regato”. Para José Antonio hubo otro factor importante: “Llevábamos pastillas de potasio y las mezclamos con el agua, eso nos salvó”. Cuando los encontraron, poco después de la una y media de la tarde de ayer, los dos estaban abrazados sobre la repisa, festejando que se hubiese terminado la pesadilla.

El plan era realizar una exigente ruta por el Macizo Central de los Picos de Europa. Estos dos montañeros, procedentes del valle del Buelna en Cantabria, aparcaron sobra las seis y media en Poncebos y empezaron a caminar por la ruta del Cares. Un par de horas después cruzaron el Cares para emprender la subida de la canal del Agua, que iba a conducirles al refugio de Cabrones, antes de enfilar la canal de Amuesa para llegar a Bulnes y bajar en poco más de una hora a Poncebos, donde tenían pensado comer para regresar a casa a eso de las seis y media de la tarde.

Sin embargo, algo se torció, explicaron. “Íbamos hablando, había niebla y terminamos perdiendo la ruta”, explicó José Antonio García. La ruta se iba complicando y al final terminaron, a eso de las dos y media de la tarde, sobre la repisa de dos metros en la que pasaron los dos días siguientes. Por debajo, treinta metros de precipicio. Más arriba, una pared imposible de escalar. “Pararnos fue la mejor decisión que hicimos”, dice García. “No había manera de salir”, remató González. Pensaban que iban a ser rescatados rápidamente. Por si acaso, decidieron racionar las dos barritas energéticas que llevaban encima. Pronto tuvieron que abrigarse con todo lo que tuvieron a mano. José Antonio llevaba dos camisetas y un ligero cortavientos. Ramón, otra camiseta y un chubasquero. Llevaban lo mínimo para cruzar el Macizo Central.

Durante esas 48 horas, explicaron, estuvieron a punto de arrojar la toalla. “Ramón decía que iba a intentar salir de allí, pero yo le convencí de que no lo hiciese. Yo me quedaba allí. Era imposible bajar”, explicó José Antonio. No imaginaban que en ese momento, en la tarde-noche del domingo, ya habían avisado a la Guardia Civil después de que no llegasen a Corrales del Buelna. En Poncebos encontraron su vehículo, lo que demostraba que algo no iba bien.

El lunes, los agentes del Sereim de Cangas de Onís, a las órdenes del teniente Pablo Villabrille, con el concurso de un helicóptero de la Guardia Civil de Asturias y el helicóptero del Sepa, empezaron a peinar la canal de Amuesa, después de que en el refugio de Cabrones les indicasen que dos montañeros, posiblemente los desaparecidos, habían pasado por allí y habían comprado dos camisetas. En realidad no habían llegado al refugio, ni mucho menos.

En Poncebos, se fueron reuniendo una treintena de voluntarios, la mayoría familiares y amigos de los desaparecidos, quienes no duraron en salir a realizar la misma ruta que habían seguido los dos montañeros. José Antonio no dejó de soplar el silbato que llevaba, mientras Ramón daba gritos de auxilio. A las seis de la tarde se dio por concluida la búsqueda. La pareja de José Antonio, la ucraniana de Cherkassy Tania Melnyk, se dejó llevar entonces por la derrota: “Pensé entonces que no había nada que hacer, fue muy duro, una agonía”.

Este martes por la mañana se reanudó la búsqueda de los montañeros, con muchos más agentes de la Guardia Civil. A los de Cangas de Onís se unieron los de Potes (Cantabria), Puebla de Trives (Orense), Sabero (León) y Mieres. Hasta quince agentes en cinco grupos. Unas cincuenta personas se echaron al monte para dar con los desaparecidos. A eso de las dos menos veinte de la tarde, un montañero que estaba en la zona de Ario percibió los gritos. Era la única manera que tenían de hacerse visibles, toda vez que el teléfono móvil ya les había fallado y no funcionaba.

Encuentran enriscados en una pared vertical  a los dos montañeros extraviados en Picos de Europa desde el domingo

Encuentran enriscados en una pared vertical a los dos montañeros extraviados en Picos de Europa desde el domingo Luís Ángel Vega

En ese momento, la mujer de José Antonio, Tania Melnyk, con la de Ramón, Lucía, junto a su hija Noelia, estaban presentando la correspondiente denuncia por desaparición en el cuartel de Carreña de Cabrales. A la zona se desplazaron los agentes de la Guardia Civil. No era posible rescatarlos con el helicóptero de la Benemérita. Se dejó a un agente para establecer contacto y se pidió ayuda al equipo de rescate del SEPA, que cuenta con un helicóptero con grúa capaz de sacar a los montañeros de la pared en la que se encontraban. La alegría en Poncebos era manifiesta: “Lo pasamos muy mal”, aseguraron Veronika García, su hermano Edgard y su prima Yanire Jara. Finalmente, a las tres y media de la tarde, y tras comprobar que los montañeros estaban en buen estado, fueron dejados en Poncebos junto a sus familiares. “Volveremos a la montaña”, aseguró José Antonio García, aunque Ramón González indicó: “Dentro de un tiempo”. Y Tania Melnyk añadió: “Por el momento están castigados”.

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