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Temporal

Amine y Mohamed, la historia de los dos hombres sin hogar muertos en la ola de frío en Barcelona

Amine llegó hace pocos meses y montó un pequeño campamento en un rincón del parque de la Ciutadella | Mohamed vivía en Cataluña desde los años 90, estaba casado y tenía una hija

Amine coge una rosa para enviársela a su madre. El Periódico de Catalunya

Los dos hombres sin hogar que fallecieron con pocas horas de diferencia el 11 de enero en Barcelona, en plena ola de frío, eran de origen marroquí. Se llamaban Amine (nacido en Casablanca) y Mohamed (en Al Hoceima). No se conocían. El primero no tenía papeles, dormía en una esquina del parque de la Ciutadella y hacía pocos meses que había llegado a España. El segundo tenía una familia de la que se había distanciado, pernoctaba en el rellano de la escalera de un párking de la Barceloneta y vivía en Cataluña desde finales de los años 90.

Amine, Ciutadella

Justo detrás de la fuente de la Ciutadella, Amine encontró un rincón que convirtió en su domicilio. Había huido de Marruecos tratando de buscarse la vida en Italia. Después de siete años, desistió y recaló en Barcelona, hace tres meses. Quien cuenta su historia es el joven de 19 años que ha compartido durante las últimas semanas este campamento con Amine. Se llama Mohamed, como el otro sintecho fallecido, y fue atendido por los servicios sociales del Ayuntamiento poco después del fallecimiento de Amine porque presentaba síntomas de hipotermia. Mohamed fue quien pidió a ciudadanos que jugaban a pimpón no lejos de allí que llamaran a una ambulancia al ver que su compañero se rendía. Explica que Amine había cogido mucho frío el día anterior, al mojarse por la lluvia, y que en ese estado no superó la noche siguiente, la del domingo.

Amine y Mohamed, la historia de los dos hombres sin hogar muertos en la ola de frío en Barcelona

Amine y Mohamed, la historia de los dos hombres sin hogar muertos en la ola de frío en Barcelona

Mohamed, de 19 años, vivía con Amine, uno de los dos sintecho fallecidos en Barcelona.. Vídeo: Guillem Sánchez.

Este martes al mediodía, Mohamed marca con una cinta municipal el recuadro exacto en el que murió Amine. Dice que tenía 27 años y no 32, como se dijo el lunes. Junto a la pared hay garabatos escritos con rotulador que hicieron los dos jóvenes. Los de Mohamed son declaraciones de amor a su novia, una menor de 17 años con quien convivió algunos días en esta lugar de la Ciutadella y que ahora reside en un centro cerrado. De Amine solo hay uno, un lema local que alaba a su ciudad, Casablanca.

Según Mohamed, Amine bebía mucho, muchísimo. Una botella de whisky cada mañana y otra por la tarde. Apenas se alimentaba y también recurría a dos tipos de medicamentos: comprimidos de rivotril y de doxiciclina. Mohamed explica que el rivotril, que también consume él, lo tomaba para estar "bien de la cabeza, para no pensar cosas malas". La doxiciclina era "para el dolor". El primero es un fármaco del grupo de las benzodiazepinas, un anticonvulsionante al que recurren de forma frecuente algunos niños de la calle. El segundo es un antibiótico de amplio espectro prescrito para curar infecciones. Entre los restos que siguen en el lugar en el que yació Amine la última noche también hay un tubo de pegamento Contact Cement, la cola que inhalan a través de una bolsa de plástico algunos menores marroquís y que, asegura Mohamed, no pertenecía a Amine sino a otro joven que merodea por el parque. Amine no inhalaba cola.

La rosa

Amine pasó el sábado 9 de enero por un negocio de flores fúnebres. Arrancó una rosa roja de una corona y se tomó una fotografía junto a ella. Después, buscó a un amigo que tenía datos en el teléfono y le pidió que le mandara esa flor virtual a su madre. Es la última imagen de Amine. Horas después llovió en Barcelona. El joven se mojó y comenzó a sentirse mal, explica Mohamed. Algunos compañeros se marcharon a un albergue y le dijeron que se uniera. Amine respondió que no y junto a Mohamed se quedó en su rincón de la Ciutadella. Al día siguiente, el cuerpo de Amine se apagó. Mohamed, tras ser atendido por hipotermia, fue acompañado por "la policía" hasta a un albergue. Afirma que ni él ni Amine conocían bien cómo funciona el sistema de camas que ofrece el Ayuntamiento. Extutelado en un centro de Andalucía, tampoco él lleva mucho tiempo en Barcelona. Asegura que pasará el resto de noches de la ola de frío en el albergue.

Mohamed, Barceloneta

El segundo hombre sin hogar que falleció durante la noche del domingo al lunes, que también se llama Mohamed, hablaba varios idiomas, estaba casado y tenía una hija, según varios vecinos de la Barceloneta. Hace tiempo se separó, tuvo problemas con la ley, perdió el trabajo que tenía -cosiendo en una fábrica de ropa- y acabó deambulando por este vecindario de Ciutat Vella. Tenía 38 años y lo describen como espigado, con el pelo rizado y gafas. "Buena gente", subrayan. Los camareros del Marisma, restaurante ubicado justo al lado de la entrada al párking en la que apareció muerto, explican que el día antes, la tarde del domingo 10 de enero, vieron a Mohamed muy ebrio. Algunos de sus amigos, también explican que últimamente bebía demasiado. Y que había perdido las gafas.

Mohamed no dormía sin techo, él se acostaba en el rellano de las escaleras que conducen al párking que hay debajo del mercado. Un cristal lo separaba de la cruda intemperie. El vigilante lo halló sin vida a primera hora del lunes. Horas antes de que se confirmara la muerte de Amine.

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