El jurado popular que juzgó el homicidio de María del Carmen Martínez, viuda del expresidente de Caja Mediterráneo (CAM) Vicente Sala, ha considerado "no culpable" al único procesado y yerno de la fallecida, Miguel López, en un veredicto que hizo público ayer. El crimen ocurrió en 2016, cuando la víctima recibió dos disparos en la cabeza en el lavadero del concesionario de automóviles de Alicante de su propiedad y que regentaba el hombre que acaba de ser exculpado por el tribunal de ciudadanos.

La portavoz de las seis mujeres y tres hombres leyó in voce el veredicto en la sala de vistas delante de López, los abogados de las partes, numerosos amigos, la parte de la familia que ejerció la acusación -su cuñado Vicente Sala Martínez y la esposa de ésta- y los periodistas, tras más de 72 horas de deliberaciones secretas. Al conocerse el dictamen, la mitad de la sala estalló en aplausos y gritos de alegría y López no pudo ocultar su emoción antes de abandonar el edificio judicial y ser recibidos entre aplausos por sus amigos a pie de calle.

El veredicto de no culpable por el crimen tuvo seis votos contra tres, mismo resultado con el que el hombre quedó exonerado del otro delito, tenencia ilícita de armas. Ahora, la magistrada presidenta tendrá que emitir una sentencia absolutoria. Antes de conocerse el veredicto se supo que uno de los jurados sufrió una crisis de ansiedad y fue atendida por una médico forense. La mujer explicó que por la presión ante este mediático caso se veía "incapacitada para valorar de forma objetiva" los hechos, por lo que fue sustituida por una suplente.

Miguel López dejó los juzgados llorando y abrazado por uno de sus mejores amigos, Ricardo Sáiz. Este hombre destacó la "presión enorme" y dijo que, aunque "el tiempo robado no se puede recuperar", "los amigos estaremos ahí para ayudar a volver a la normalidad". "Miguel no es capaz de hacer daño a una mosca", recalcó. El letrado de la acusación particular se fue contrariado y declinó hacer comentarios.

El juicio evidenció las diferencias irreconciliables entre la víctima y su hijo primogénito, Vicente Sala Martínez, por un lado, y las otras tres hijas de la fallecida y sus cónyuges, por otro. Las desavenencias tienen su origen en la gestión de los negocios familiares, con un valor de 120 millones de euros sobre todo por una firma de plásticos.