Cometió "un delito de asesinato", un acto "deliberado, consciente" y "a sangre fría". Así se pronunció ayer la fiscal en el inicio del juicio contra Ana Julia Quezada por la muerte violenta, en febrero de 2018, del pequeño Gabriel Cruz. La vista, con jurado popular, se celebra en la Audiencia Provincial de Almería. El niño, de solo ocho años, "no tuvo opción alguna de salir con vida de aquella finca" de Rodalquilar, en Níjar, a la que fue en coche con su presunta asesina, agregó la Fiscalía, que, al igual que la acusación particular, solicita prisión permanente revisable para la acusada, que prestará declaración hoy.

Quezada comenzó la vista con lágrimas en los ojos, mientras la fiscal pedía incorporar dos pruebas: un reportaje fotográfico de la zona en la que desapareció Gabriel realizada por el Laboratorio de Criminalística y la evaluación económica de la búsqueda. La representante del Ministerio Público sostuvo en su intervención ante el jurado que Ana Julia actuó aquel día "con claro ánimo de ocasionar la muerte a Gabriel, de modo deliberado, consciente, a sangre fría y con absoluto desprecio a la vida" y agregó que le dio "muerte de una forma tan repentina, inmediata e impredecible que anuló toda capacidad de reacción de este niño".

Gabriel no podía esperar además "un ataque que procede de una persona que es pareja de su padre", que había generado "confianza" en él por pertenecer a su entorno familiar, añadió la fiscal. También subrayó el "destrozo moral" y "total desolación" que sembró la acusada durante los once días que duró la búsqueda del niño.

Por su parte, el letrado de la acusación particular, Francisco Torres, reiteró que el pequeño estuvo "cerca de una hora con posibilidad de salvarse de haber habido una simple llamada" y que la muerte del menor no pudo ser un accidente, como mantiene la defensa de Quezada, asegurando además que "no cabe tanta maldad, hacer tanto daño a un niño" como el que, afirma, hizo la acusada.

"Pudo hacer con el niño lo que quisiera", aseguró el letrado, quien subrayó que le dio una "somanta de palos antes de asfixiarlo". "La secuencia de los hechos es que lo mata y se pone a fumar y a hacer el hoyo. Es seguro que cuando ve que aún respira que lo asfixia ahí", señaló y expresó ante el jurado que su sensación es que "lo quiso descuartizar" ya que "se negó a contestar al juez por qué lo desnudó para enterrarlo después".

En cuanto al móvil del crimen, la acusación particular sostiene que es doble. Por un lado, el niño "le estorbaba" en su relación con el padre y, por otro, señala un interés "económico" ya que sabía que la abuela paterna del menor "tenía dinero".

El abogado defensor, Esteban Hernández Thiel, indicó que Ana Julia "no quería matar a Gabriel, sino callarle" y sostuvo que si el pequeño falleció porque "todo estaba planeado" como sostienen acusación particular y Fiscalía, "parece una chapuza enorme". "Matarle en la vivienda de su padre; quedarse allí con el revuelo mediático; seguir con ellos -con los familiares-... Un móvil que tiene poco sentido", mantuvo, insistiendo en que su intención no era provocar unas lesiones al niño, ni causar un sufrimiento añadido a los padres, sino que "no se descubriese lo que había hecho" posteriormente.

La vista continúa hoy con la declaración de Ana Julia Quezada, así como la de los padres, la abuela y una prima menor de Gabriel, entre otros, además de la propia hija de la acusada, que reside en Burgos.