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La última ola del surfista vigués arrastró sus restos a Cantabria

La Policía cierra así el caso del joven desaparecido hace 25 años

Playa de la Tablía donde se localizaron los restos.

"La familia al fin va a poder encontrar paz. Sufrieron mucho, especialmente su madre. La desaparición de su hijo mermó mucho su salud, han sido muchos años sin saber si estaba vivo o muerto. Parece increíble, después de tantos años", aseveran vecinos del barrio vigués de Coia donde creció Ignacio G.Ll., de 25 años Lo recuerdan como un joven algo introvertido, deportista y muy colaborador en la parroquia del Cristo de la Victoria, muy próxima al domicilio familiar.

La desaparición se denunció en Vigo en marzo de 1994. Sus restos fueron localizados un mes después en la playa de Tablía, en el municipio cántabro de Suances, aunque no pudieron ser identificados hasta el pasado mes de mayo gracias a los avances del estudio del ADN por el laboratorio de Criminalística de la Guardia Civil.

Ignacio G. Ll. era profesor de Educación Física en la ciudad en la que se crió y donde aún residen sus hermanos y su madre. Aquel día, 18 de marzo de 1994 a pocos días de Semana Santa, salió del piso que compartía con su novia en Vigo. Desde ese momento su familia no volvió a saber nada de él. Se dirigió hacia A Coruña, donde había estudiado su licenciatura en INEF, en un Ford Sierra de alta gama y paró en una gasolinera de Vimianzo a cargar combustible, donde habría pagado con tarjeta.

Amante de los deportes náuticos tenía en el puerto coruñés de Sada un barco a medias con un compañero de carrera, pero parece que no se dirigió allí, sino a una playa próxima y brava para practicar otro de sus deportes favoritos: el surf, a tenor de la investigación realizada en su día por los agentes de la Comisaría de Vigo una vez que su familia interpuso la denuncia de desaparición el 23 de marzo.

La Policía Nacional, en principio y si no aparecen nuevos datos ante los interrogantes aún abiertos, -caso del vehículo del joven que nunca fue encontrado-, lo considera ya un caso cerrado. La tesis oficial es que Ignacio sufrió un trágico accidente náutico. Que el docente se subió a su tabla en busca de las mejores olas y una de ellas lo arrastró mar adentro sin posibilidad de rescate pues no hubo testigos del suceso, aunque los agentes habrían recabado datos que confirman su presencia en el arenal coruñés con una tabla de surf.

Las corrientes marinas se ocuparon de llevar sus maltrechos restos hasta la playa cántabra de Talía, en Suances, donde se recuperaron el 12 de abril de 1994.

En aquel momento no fue posible la identificación del cuerpo y han tenido que pasar 25 años hasta que los avances en el estudio del ADN han permitido hacerlo. Ante el perfeccionamiento del sistema para incrementar el número de marcadores, la Policía Nacional volvió a recoger ADN de la madre y un hermano del desaparecido el año pasado por si ello permitía reabrir el caso. Este mismo año la Guardia Civil Caso buscó nuevos marcadores del perfil genético que tenían guardado del fallecido y un cuarto de siglo después se ha podido cerrar el enigmático caso de la desaparición del profesor vigués.

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