Todos los esfuerzos han sido baldíos. El pequeño Rafael Álvarez Fernández falleció el pasado sábado cuando le faltaban pocos días para cumplir cuatro años y medio. Se pasó más de la mitad de su corta vida peleando contra una leucemia. Fue atendido durante un largo tiempo en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), donde murió, y en un periodo más corto, en un hospital de referencia de Barcelona. Sin embargo, la fatal evolución de su enfermedad le impidió recibir el trasplante que necesitaba de forma imperiosa.

En su breve paso por este mundo, Rafa hizo felices a sus padres, Noelia Fernández y Óscar Álvarez. Todo era muy grato hasta que un día empezaron a salirle moratones y se cumplieron los peores presagios: leucemia linfoblástica aguda.

Rafa hizo mejores a sus compañeros de clase, del colegio público Parque Infantil, de Oviedo. Mientras estuvo hospitalizado, todos los días le hacían una videollamada, y podía mantener una "asamblea" con ellos. Ahora tendrán que metabolizar una noticia tan difícil de entender para los niños.

El HUCA desplegó todas sus capacidades para tratar de curarle y de hacerle la vida más agradable. Recibió tratamiento, se le buscó un donante, asistió a clases, disfrutó de los payasos hospitalarios... La asociación Galbán, de familias de niños con cáncer, apoyó a sus padres.

En octubre de 2018, Óscar y Noelia fueron informados de que los dos años de quimioterapia no habían servido para nada: Rafa había recaído. Se buscaron diversas opciones para hacerle un trasplante (de médula o de cordón umbilical), y la búsqueda dio resultado. Sin embargo, aun aplicando las últimas terapias disponibles, no fue posible controlar la enfermedad: ni siquiera se pudo intentar el trasplante. La situación del pequeño ovetense fue empeorando, y finalmente su vida, su corta vida, se apagó.