"Papuchi" paseaba y encandilaba a los adolescentes al volante de los lujosos deportivos que utilizaba, un Mercedes y un Maseratti con el que también iba a recoger a algunos de los menores al colegio, y a bordo de un yate con el que surcaban la ría. Una falsa opulencia pues uno los vehículos lo había adquirido por lesasing y el otro era de su padre.

Precisamente la presencia del Maseratti en las inmediaciones del centro educativo y las ausencias de uno de los menores de clase para irse con Viéitez puso en alerta a la dirección del centro y permitió destapar el mayor caso de abusos sexuales a menores en Vigo.

Para ganarse la confianza de los menores, "Papuchi" asumía "un comportamiento como de adolescente", según la sentencia, y creó varios grupos en redes sociales donde intercambiaba fotos eróticas. Por las mañanas, enviaba a los menores fotos de sí mismo, desnudo frente a un espejo, o sentado en el váter. En todas mostraba su pene "tanto relajado como en erección". A veces las fotos las mandaba desde la cama, tapando sus partes: a esas instantáneas las denominaba "tienda de campaña".