"Papuchi" animaba a los destinatarios de sus fotos para que "no se rajaran" y le correspondiesen con fotos de ellos desnudos. No los intimidaba ni empleaba violencia, pero si no lo hacían usaba términos vejatorios. Tenía su propio código y así les invitaba a realizar un "Vladimir" que, según la sentencia, "consistía en que el menor se masturbara y se fuera a dormir", o también jugaba al "taxi" que era tocarle los genitales a otro por sorpresa.