Con gran serenidad y emoción contenida ayer prestaron declaración ante el tribunal del jurado los padres y los hermanos de Daniel Beltrán, el joven asesinado en la playa de Arealonga. Un biombo impedía que el acusado tuviera contacto directo con ellos. "Mi hijo tenía novia y se había trasladado a vivir a Chapela. Cuando la Policía me avisó de lo ocurrido, fue al piso a avisar a su novia y a mi hija, que estaba con ella". Explicó que "mi hijo trabajaba desde los 16 años y acababa de hacer un curso de soldador, era su sueño". La madre del fallecido, separada de su marido, explicó que mantenía muy buena relación con su hijo y que la noche del crimen había estado con Dani, pues fue a visitarla a su trabajo y cenaron juntos.

El hermano de la víctima incidió en que tenían un trato diario, pues fue Dani quien le consiguió un trabajo en la misma empresa, y recordó que se enteró del crimen a la mañana siguiente porque tenía el móvil en silencio. Su hermana también mostró su buena relación con Dani: "Su muerte fue un golpe muy duro".

Tras su declaración todos ellos permanecieron en la sala de vistas para estar presentes en el juicio, pues dada su condición de testigos no podían hacerlo hasta que declararan, por lo que no pudieron estar presentes en la primera jornada, durante la declaración del acusado.

La acusación particular, además de la pena de 24 años de prisión pide que el acusado indemnice a los progenitores del fallecido en 125.000 euros y en 38.000 euros a cada uno de sus hermanos.