La documentación falsa que utilizaba no engañó a la Policía Nacional de Ibiza, que ha detenido a Carlos Sánchez Amoedo poniendo así fin a sus tres años de fuga. El vigués, un delincuente habitual, fue uno de los tres autores del secuestro exprés en 2009 de Saray Seoane, ejecutiva del astillero MCíes del que era administrador su padre, delito por el que le impusieron 10 años y tres meses de prisión. En 2016 aprovechó uno de sus permisos de salida de varios días para no regresar al penal de A Lama. La detención tuvo lugar el lunes, según informó ayer la Policía Nacional en un comunicado.

Tras su fuga, la Sección Quinta de la Audiencia con sede en Vigo -la misma que le sentenció- emitió una orden de detención e ingreso en prisión, pero no era la única requisitoria que pesaba sobre Sánchez Amoedo, a quien le constaban otras dos reclamaciones judiciales por distintos robos con violencia y lesiones.

Las investigaciones centraban al fugado en la zona de la Playa d'en Bossa (Ibiza). Allí se localizó un vehículo que levantó las sospechas policiales y se realizaron las gestiones precisas para localizar la vivienda del fugado, "con las debidas precauciones atendiendo al perfil del detenido", quien según los investigadores había adquirido una identidad falsa que prácticamente imposibilitaba su identificación y su peligrosidad. Finalmente, los agentes lograron localizarlo y proceder a su detención en un establecimiento en las inmediaciones de la playa de Talamanca de Ibiza. En poder tenía la documentación falsa que le sirvió para eludir la acción de la Justicia durante los últimos tres años.

Este vigués de 37 años cuando ocurrió el rapto tenía su residencia en Chapela (Redondela). Delincuente con antecedentes por tráfico de drogas y robos, el prófugo fue condenado en 2012 por los delitos de detención ilegal, lesiones y robo de Saray Seoane, sentencia confirmada en enero de 2013 por el Tribunal Supremo, que también ratificó las penas de casi 7 años impuestas a los otros dos acusados en el proceso, Francisco Pascual y su hijo Óscar, que habían sido durante años compañeros de trabajo de la víctima y que pertenecían a una familia socia del astillero.

Carlos Sánchez fue al que la víctima identificó como el secuestrador "más agresivo" y al que la Fiscalía atribuyó un papel más activo en aquel rapto: fue el que amenazó con una jeringuilla y con una pistola a la mujer y el que la golpeó. En la vista oral sus declaracione fueron escuetas, contestando sólo a su abogado y especificando ser "drogadicto".

Recibió la pena más alta de los tres acusados ya que a él, además de por la retención de la víctima y por las lesiones que sufrió, se le sentenció también por robar las joyas que llevaba la mujer e intentar venderlas por internet. Saray Seoane vivió 24 horas de auténtico terror.

Los hechos ocurrieron el 26 de noviembre de 2009. La sentencia estableció que los tres condenados, encapuchados, raptaron a la ejecutiva a las puertas del astillero, arrastrándola al interior de una furgoneta con cristales oscuros. "Esto es un secuestro y si su padre paga no va a haber ningún problema", le diría entonces Carlos Sánchez.

Los captores ataron a la mujer con cinta americana y le taparon la cara con un pañuelo que llevaba ella. Desde Vigo la trasladaron a un galpón de la familia Pascual en O Grove, donde la retuvieron bajo amenazas, tanto con una jeringuilla con la que decían que iban a infectarla con el virus del sida, como con una pistola que le llegaron a meter en la boca intimidándola con que la matarían si su progenitor no abonaba el rescate, que rebajaron de los dos millones de euros iniciales a 80.000. Finalmente la soltaron en la cuneta de la vía rápida de O Salnés sin esperar a cobrar cantidad alguna. Algunas de las pruebas contra Sánchez Amoedo fue su ADN que apareció mezclado con el de Saray en las bridas que la maniataban, la prueba de voz que le señaló como autor de la petición del rescate, o datos hallados en su ordenador que evidenciaban que había estado buscando información sobre raptos.