La teoría de las pistas falsas puede parecer a priori un tanto rebuscada. Sobre todo por el modo en que se habría creado ese escenario artificial, de estar en lo cierto los agentes que perfilaron esta hipótesis como la que tiene más visos de aproximarse a la realidad de lo sucedido. Por un lado, ese lugar preparado a conciencia para despistar a los investigadores contaría con un preservativo usado y un pañuelo de papel hallados al lado del cuerpo que nada tendrían que ver, pese a las apariencias, con el caso. Pero lo más retorcido de esa tesis es el hecho de que quien estaba con Déborah cuando murió (su familia está convencida de que la joven fue víctima de un homicidio) y días después la trasladó hasta O Rosal introdujese semen de una persona anónima en su cadáver de forma posterior a su fallecimiento.

¿Es esto posible? Pues esta fue la misma pregunta que los policías de la UDEV plantearon en 2009 a quienes más saben de esta cuestión, los médicos forenses. Tras autorizarlo la jueza, se remitieron distintos oficios al Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses de Madrid, a la sede viguesa del Imelga y al Instituto de Medicina Legal de la Universidad de Santiago de Compostela. Y la respuesta que recibieron a la duda planteada fue afirmativa. "No puede descartarse que los indicios biológicos hallados puedan haber sido introducidos de forma artificial", se contestaba por ejemplo en el informe que fue emitido desde Madrid.

Extrañaba que pese a que el cuerpo de la joven viguesa fue hallado diez días después de que desapareciese y de que según las apreciaciones de la autopsia se produjese su fallecimiento, todavía se visualizasen espermatozoides en las muestras recogidas por los forenses cuando examinaron su cadáver. Aunque el tiempo de permanencia de estas células en el caso de personas fallecidas puede variar por factores como pueden ser las condiciones ambientales de temperatura y humedad del lugar donde está el cadáver, lo cierto es que en el caso de Déborah era un período llamativamente prolongado. Tanto, que el instituto nacional con sede en Madrid destacó, cuando se le planteó esta situación, lo excepcional de lo que evidenciaban las pruebas. "En este laboratorio el tiempo máximo de visualización de espermatozoides en tomas vaginales en cadáveres es el del presente caso", aseveraron.

Casos excepcionales

Los expertos citaron en su respuesta al juzgado de Tui dos crímenes descritos por los autores por salirse de la norma general. Uno se remonta a 1974, cuando se dio en una fallecida una pervivencia de los espermatozoides durante un total de 16 días, aunque precisando que se trataba del caso de una mujer hallada a temperaturas exteriores por debajo de los cero grados centigrados. Y otro más raro, de dos meses y medio, es el de una mujer que fue asesinada y a continuación enterrada, lo que favoreció esa extraordinaria circunstancia.