Javier Ardines animó al presunto instigador de su muerte a que adquiriese una casa situada junto a la suya, en Belmonte de Pría. Fue hace "dos o tres años", según rememoró ayer una persona cercana a la familia del concejal asesinado el pasado 16 de agosto, cuando este y su esposa observaron que uno de los chalés situados en las inmediaciones del suyo estaba en venta.

El edil y su mujer no se lo pensaron dos veces y decidieron llamar de inmediato a un matrimonio con el que mantenían lazos familiares (las dos mujeres eran primas carnales, hijas de dos hermanos) y de amistad. Ardines y su esposa consideraron que sería estupendo tenerlos justo al lado, según aseguraron las fuentes consultadas.

Ardines y su mujer animaron a la otra pareja a adquirir la propiedad. Y así lo hizo a las pocas semanas de aquella llamada telefónica. La relación entre ambos matrimonios, se afianzaba aún más, si cabe. O eso parecía. Desde que Pedro L. N. A. y su mujer compraron la casa en Belmonte de Pría se veía a los dos matrimonios aún más unidos, compartiendo salidas, fiestas, ocio y celebraciones, según comentaron allegados a ambas parejas.

La cercanía de ambas viviendas hacía que las dos familias compartieran numerosos momentos. Y en las celebraciones que Javier Ardines solía organizar en la finca de su chalé, principalmente en verano, era raro que faltaran Pedro L. N. A y su mujer, si se encontraban de vacaciones o de fin de semana en Asturias.