"Descanse en paz" es la frase de la corona de flores de la Brigada de Salvamento Minero que rescató a Julen, el niño de dos años hallado muerto tras caer a un profundo y estrecho pozo hace dos semanas en Totalán (Málaga), palabras que presiden el nicho donde hoy ha sido enterrado en Málaga. Cientos de personas abarrotaban al mediodía la plaza de entrada al cementerio de San Juan, en la barriada malagueña de El Palo, para darle su último adiós entre lágrimas, aplausos y flores en más de 30 coronas y numerosos ramos y centros llegados desde distintos puntos de España.

José Roselló y Victoria García, padres del pequeño, otros familiares, amigos, vecinos y autoridades han acompañado el féretro de Julen desde el tanatorio -donde se ofició un responso en la intimidad- hasta un cementerio de estrechas calles con nichos que parecían un mar de flores blancas imposibles de colocar más cerca. Julen descansa justo en el nicho superior al de su hermano Oliver, que falleció a los 3 años hace veinte meses.

Un amplio equipo de psicólogos ha estado presente en todo momento para acompañar a la familia en el dolor, durante el rescate y hasta en el cementerio.

La familia había pedido expresamente que esa corona fuera -junto a las suyas propias- las que se colocasen ante el nicho y, de hecho, la de los mineros ha quedado en primer término.

Esta muerte ha causado gran conmoción y su complicado rescate ha tenido un amplio eco internacional. Julen, al que los vecinos recuerdan con su triciclo por la estrechas calles peatonales de las viviendas de "Las Protegidas", descansa para siempre muy cerca de su gente.