Al menos 34 personas han muerto y unas 300 se encuentran desaparecidas por la ruptura de una represa de la minera Vale en la ciudad de Brumadinho, en el sureste de Brasil, donde los equipos de rescate se afanan para buscar más supervivientes en medio de la lluvia.

El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, sobrevoló ayer la zona afectada en helicóptero y dijo en redes sociales que su gobierno "hará todo lo que esté a su alcance" para "pedir justicia" y "prevenir nuevas tragedias" como esta, o la ocurrida hace tres años en Mariana, de características similares y en la que murieron 19 personas. "Es difícil estar delante de todo ese escenario y no emocionarse", subrayó Bolsonaro, quien aceptó la ayuda ofrecida por Israel en las labores de rescate.

En medio de la conmoción y un vaivén de cifras sobre desaparecidos y rescatados, los bomberos mantienen la esperanza de hallar a más personas con vida, a pesar de que el número de víctimas mortales pasó de 11 a 34 en cuestión de horas. Las autoridades no han aclarado si entre los 34 fallecidos se encuentran los ocupantes de un autobús localizado entre el lodazal y en el que viajaban algunos empleados que no sobrevivieron. La avalancha arrasó también el comedor de la empresa. "Está todo el mundo desolado. Aún no dan informaciones sobre si está vivo o si está muerto y queda esa ansiedad enorme. No se sabe qué va a pasar y la espera es muy angustiante", dice a Efe André Luis Dutra, psicólogo voluntario, de 34 años y que también trabajó asistiendo a las víctimas de Mariana.