El laboratorio de procesamiento de la organización estaba situado en un chalé aislado de El Puig, en Valencia, vigilado las 24 horas del día por un súbdito marroquí que no podía abandonar las instalaciones ni para abastecerse de víveres, que le eran suministrados por otro miembro de la red. El chalé había sido alquilado y para sufragar los gastos y obtener beneficios de la inversión realizada, se estaban acondicionando varias estancias para destinarlas al cultivo de marihuana. En el interior de la casa donde estaba preparado el laboratorio de pasta de cocase intervinieron 8.500 litros de compuestos químicos.

Los cabecillas de la red tenían una gran movilidad, pues viajaban pro toda España y residían en un chalé de la Costa del Sol desde donde coordinaban las operacion es y daban instrucciones.