Manuel Alonso Rivas, el octogenario víctima de un crimen en la parroquia viguesa de Sárdoma por el que ya se encuentra en prisión provisional el menor de sus hijos, se sentía amenazado por este hombre. Al menos así se lo habría confesado a un vecino, testigo que relató a la Policía Nacional que en diciembre, días antes de su desaparición, la víctima le transmitió esta inquietud, motivo por el que incluso llegó a acompañarlo a su casa.
El más joven de los cinco hijos del fallecido, de 43 años, ingresó en A Lama el lunes tras declarar dos horas ante el titular del Juzgado de Instrucción 8 de Vigo, que decretó su encarcelamiento preventivo por la presunta autoría de un homicidio doloso. A la espera de que la investigación judicial clarifique cuál de las formas de homicidio incluidas en el Código Penal es la aplicable a este caso -el arco va desde el delito simple de homicidio hasta el de asesinato en el supuesto de que concurriesen alguna de las cuatro circunstancias agravantes que se contemplan-, todo apunta a que la causa se tramitará por el procedimiento del jurado popular.
Por ahora el juez aún no empezó a tomar declaración a testigos -que sí comparecieron ante la Policía Nacional-. Lo más probable es que, si efectivamente el caso se rige por la Ley del Tribunal Popular, una vez la causa se incoe por este procedimiento, el magistrado convocará la comparecencia del artículo 25, en la que la Fiscalía debe concretar la imputación contra el investigado y en la que las partes podrán solicitar las diligencias que vean oportunas, al margen de las que el instructor vea preciso practicar.
A la espera del siguiente paso judicial, lo que parece inminente es una reunión entre el magistrado y los agentes policiales que llevan el caso para asegurar que no queden flecos pendientes y que el asunto no se cierre en falso. Con el presunto autor del crimen ya en prisión provisional, una cuestión a clarificar por ejemplo es que no haya más implicados, bien en calidad de cómplices o de encubridores. Al respecto de esto, varias fuentes consultadas consideran que, con los datos existentes hasta el momento, todo apunta a que el hijo más pequeño de la víctima, Manuel Alonso Quiñones, actuó solo y que mató supuestamente a su padre, con el que tenía malas relaciones, en un momento de arrebato en el contexto de una disputa familiar.
Aunque no trascendió lo que declaró el investigado ante el juez, lo que sí se sabe es que confesó el crimen, y además de forma espontánea, durante uno de los registros en la vivienda de la víctima. Las fuentes citadas no aprecian en principio ninguna planificación previa del homicidio ni tampoco la posible intervención de un cómplice. El detenido, que carece de coche, habría trasladado el cuerpo de su padre a 600 metros de su casa, donde apareció, ayudado de algún elemento como puede ser una carretilla. Si hubiese tenido ayuda, estiman, lo más probable es que hubiese dispuesto de un coche que le habría permitido deshacerse del cadáver en un lugar más lejano, y no tan cerca de la vivienda y en una zona, como finalmente ocurrió, en la que antes o después el cuerpo sería hallado.
¿La confesión espontánea de Manuel Alonso hijo en ese registro se le tendrá en cuenta, de cara a juicio, como una circunstancia atenuante? Esa es otra cuestión que la instrucción judicial ayudará a aclarar. Al margen de los flecos que quiere cerrar el juez, las pesquisas policiales siguen con todo el material intervenido en las inspecciones y también con las periciales que usualmente se realizan a fin de identificar por ejemplo huellas o restos de ADN.