Esposado, rodeado de policías y tratando de ocultar su rostro. Así regresó ayer a su casa el parricida confeso del octogenario de Sárdoma para asistir a un exhaustivo registro de su domicilio y que se prolongó durante casi siete horas en busca de nuevas pruebas. Manuel Alonso, un empleado del metal vigués de 43 años, llegó a la finca familiar donde se ubican su casa y la de su padre, separadas por un pequeño patio, pasadas las 12 del mediodía acompañado por un importante despliegue policial. Los principales objetivos eran encontrar restos de sangre y ADN para concretar el escenario del crimen y la carretilla que pudo utilizar para trasladar el cuerpo hasta la zona del río donde fue hallado el lunes pasado.

En el registro participaron numerosos agentes de la Policía Científica y de Homicidios de Vigo, así como la comisión judicial, dirigida por la letrada del Juzgado de Instrucción 1 de Vigo, en funciones de guardia, y el abogado defensor del detenido, un letrado de Ourense que ha sido contratado de forma particular.

Los CSI de la Policía Nacional "armados" de luminol y otros productos buscaron restos de sangre y ADN, mientras otros agentes retiraban numerosas cajas con pruebas. La parte alta de la finca y un galpón con aperos centraron también el interés de los investigadores, que permanecieron varias horas examinando en el patio o pasillo que separa ambas viviendas. Y es que no se descarta que en dicho lugar tuviera lugar el crimen.

El escenario de la brutal agresión que acabó de forma trágica sigue siendo una incógnita, pues ni en el lugar donde fue hallado el cuerpo del octogenario -con la cabeza destrozada a golpes y cubierto de plásticos y trapos a unos 600 metros de su casa en una orilla del regato Eifonso-, ni en la vivienda de la víctima -registrada en tres ocasiones- se han hallado pruebas de que el parricidio se cometiera allí.

Precisamente en el último registro en casa de su padre, el jueves pasado, Manuel Alonso se desmoronó y confesó que lo había matado él ante las evidencias halladas por los investigadores y sus propias contradicciones en las distintas entrevistas y declaraciones que tuvieron lugar antes de ser detenido. Alegó que tuvieron una discusión, por las malas relaciones que arrastraban desde hacía tiempo, y que en un arrebato le golpeó y mató. Aseguró que nadie le ayudó y que él solo trasladó el cadáver hasta el lugar donde fue hallado. Aunque tras desmoronarse y confesar espontáneamente el crimen, no se le preguntó sobre el tema a la espera de que preste declaración en presencia de su abogado para no vulnerar sus derechos.

Tras cuatro horas de registro, sobe las cuatro de la tarde, la comisión judicial hizo un receso para comer y dos horas después se reanudaba la tarea. Los agentes, que extendieron biombos en aras a la discreción de su trabajo, utilizaron distintos tipos de linternas para seguir con la revisión de la finca en cuanto se ocultó el sol.

Otra de las incógnitas es cuándo se produjo la muerte de Manuel Alonso, Rivas, de 81 años y antiguo jubilado de Citroën. En este caso se confía que el informe de la autopsia pueda resolverlo.

El presunto parricida pasará hoy mismo a disposición del Juzgado de Instrucción 1 de Vigo, ya que finaliza el plazo máximo de 72 horas de detención previsto por Ley, si bien la magistrada una vez que comparezca ante ella podría prorrogar su arresto otras 24 horas y en ese caso sería interrogado el lunes por el titular del Juzgado de Instrucción 8 que dirige la investigación.