Trece meses sin carné de conducir y 1.440 euros de multa, así como tres meses de prisión. Esta es la pena impuesta a un guardia civil del puesto de Ponteareas que el 5 de julio de 2015 condujo ebrio el coche patrulla e insultó a su jefe cuando le descubrió borracho y le impidió coger su vehículo particular en las dependencias del Instituto Armado. La condena ya es firme al haber sido confirmada expresamente por la Sala Militar del Supremo, que el pasado 31 de octubre desestimó el recurso de casación presentado por el agente, que desde el día siguiente a los hechos permanece de baja por un trastorno mixto ansioso depresivo cronificado con pérdida de aptitud psicofísica para el servicio.

El Supremo sostiene que el agente actuó bajo la influencia del alcohol y no del trastorno que se le diagnosticó después. La Sala Militar ratifica que el guardia civil es autor de un delito consumado de insulto a superior, por lo que le condena a tres meses y un día de prisión, y autor también de un delito consumado contra la seguridad vial, en su modalidad de conducir bajo la influencia de drogas tóxicas, estupefacientes, sustancias psicotrópicas o de bebidas alcohólicas, por lo que se le condena a la retirada del carné durante 13 meses y a seis meses multa a razón de 8 euros diarios.

Los hechos tuvieron lugar la tarde del 5 de julio de 2015. El procesado tenía servicio de patrulla de seguridad ciudadana de las 14.00 a las 22.00 horas. Estaba con su compañero en el puesto de Ponteareas, turnándose para el descanso del agente de puertas, cuando a las un minuto antes de las seis de la tarde salió del acuartelamiento en el coche oficial para tomar un café. Su mujer, que intentó localizarle sin éxito por teléfono, alertó a sus compañeros que se pusieron en contacto con él a través de las transmisiones del vehículo, pero hasta las 20.44 horas no regresó.

Al entrar en el Puerto fue directamente al baño y diez minutos después el teniente, que estaba franco de servicio, acudió al acuartelamiento y preguntó a los dos compañeros si no habían visto en qué condiciones se encontraba en agente, a quien encontró en al oficina de Atención al Ciudadano "reclinado sobre la mesa, somnoliento, con olor a alcohol, ojos brillantes, habla pastosa y completamente desorientado".

En ese momento el procesado, muy alterado y con síntomas de haber ingerido bebidas alcohólicas insultó al teniente, llegando a sacar y depositar con un fuerte golpe su pistola encima de la mesa, para después salir al patio, donde se subió a su coche particular y lo desaparcó con maniobras bruscas dispuesto a abandonar el acuartelamiento al volante. Extremo que impidieron sus dos compañeros y el teniente, que pese a sus improperios y actitud violenta cerraron el portalón y lograron retirar las llaves del vehículo. Momento en el que se marchó andando. A unos cien metros fue avistado por la ambulancia que habían solicitado sus compañeros y que le trasladó visiblemente nervioso al centro de Salud, donde le medicaron para tranquilizarlo.